El proyecto, llevado a cabo por Javier Ramos Morán y Moises Puente, se caracteriza por el uso y mantenimiento de sistemas constructivos tradicionales de la zona o propios de un uso rural. Así los paramentos de fábrica de ladrillo no visto y sin rejuntar se han pintado de blanco, de un modo similar a cómo lo hace la arquitectura popular contemporánea de los galpones agrícolas y cuadras para ganado de la zona. El otro elemento característico son los dinteles de hormigón que quedan a la vista haciendo hincapié en el carácter rural.
Descripción del proyecto por Javier Ramos Morán y Moisés Puente
Esta segunda residencia para una pareja con dos hijos adolescentes se sitúa en un pequeño pueblo a orillas del río Esla, en un solar que había servido de huerto con unos nogales añejos y algunos árboles frutales. El tejido urbano se disuelve en esta zona a las afueras en contacto directo con el río, de modo que se hacía difícil establecer un diálogo con las construcciones preexistentes ni seguir alineación alguna. Así, la casa establece su juego autónomo de referencias que responden a su situación en el antiguo huerto: paralela a la calle, sin pegarse al linde, aprovecha la privacidad que ofrece el antiguo y precario muro de cierre del huerto, construido con tapial y cascotes, para abrirse a las vistas hacia el río. El derribo de este muro en malas condiciones hubiera supuesto perder el derecho a levantar otro y la consiguiente pérdida de privacidad de una casa. El volumen se sitúa en un ángulo del terreno para no tener que talar ningún árbol, al tiempo que deja el máximo espacio libre de jardín para construir lugares donde celebrar comidas informales y fiestas familiares.
La casa tiene un programa convencional, y las piezas de uso común (sala de estar en planta baja y estudio en planta superior) disfrutan de las mejores vistas y el mayor espacio posible. La construcción es muy sencilla y económica. Los elementos horizontales de hormigón, que se han dejado a la vista tanto en el interior como en el exterior, sirven para establecer una pauta en la fachada y se prolongan en sendos voladizos para proteger la fachada más expuesta, por un lado, y para cubrir el espacio para guardar el coche, por otro. Los paramentos de relleno de fábrica de ladrillo no visto y sin rejuntar se han pintado de blanco, de un modo similar a cómo lo hace la arquitectura popular contemporánea de los galpones agrícolas y cuadras para ganado de la zona, con un pequeño homenaje magnificado a sus dinteles de hormigón prefabricado. La textura que marcan las juntas se interrumpe a pocos metros del terreno para crear un zócalo menos rugoso a la altura del contacto con los cuerpos.