La organización y funcionalidad de la casa se consigue gracias al control de las alturas y la forma de las diferentes cubiertas, permitiendo por ejemplo la ventilación y soleamiento del dormitorio principal situado en el centro de la planta para aislarlo de ruidos y miradas indiscretas.
Descripción del proyecto por Gabriel Montañés
La casa L+C está ubicada en una calle que conecta el paseo marítimo del puerto de Mahón con el centro del pueblo. Dispuestas en hilera, en planta baja y con un gran solar cada una, estas casas albergaban pescadores desde la primera mitad del siglo pasado, lo que explica el carácter frugal y plano de las fachadas, casas austeras con huerto trasero para autoconsumo.
El proyecto nos engancha enseguida ya que el encargo conjuga una pareja joven, creativa y totalmente abierta a nuevas ideas con un solar que alberga grandes posibilidades en cuanto a normativa y superficie edificatoria. De esa combinación comienzan a brotar ideas formalmente dispares, primero en planta baja y planta primera, luego en planta baja y garaje para al final centrar todos los esfuerzos en conseguir una buena distribución en una sola planta prescindiendo del espacio para aparcar el coche.
Así construimos en planta baja manteniendo la morfología de la fachada, prestándole mayor atención a la sección longitudinal del edificio. Aprovechamos que por normativa nos permiten una altura reguladora elevada para dotar a los estancias de calidad espacial auto‐ imponiéndonos la necesidad de ir introduciendo luz solar y ventilación en todos los espacios y configurar así un catálogo de cubiertas de diferentes alturas y formas que da pie a que las estancias principales de la vivienda estén ubicadas en posiciones centrales de la planta y no en las fachadas. Este giro en el guion lo cambia todo: aporta privacidad en los puntos críticos de la vivienda y enriquece el programa sobremanera. Ya no estamos obligados a colocar el dormitorio principal orientado a calle sino que nos atrevemos a ubicarlo en el medio de la planta cediendo la fachada a espacios secundarios ejerciendo la función de “colchón” que previene ruidos y miradas indiscretas. El resultado es que para acceder al espacio común que representa la cocina y el salón‐comedor se requiere de un largo pasillo al que minamos de espacio de almacenaje y que funciona como introducción pausada a lo que viene más adelante: Espacios de diferentes alturas, con diferentes formas inundados de luces que lo atraviesan de maneras dispares.
Este efecto sorpresa llega a ser importante para los clientes y para nosotros mismos. Lo exageramos algo más dejando la fachada tan anodina como antaño, únicamente actuando con tableros de encofrar, y sin dar pistas de lo que hay tras ella.
Un amplio patio, una pequeña piscina y un huerto ya existente completan la vivienda en su vertiente norte. Conseguimos una casa trabajada desde la planta y la sección longitudinal, hecha a medida para esta pareja creativa, joven, abierta de mente, anfitriones con ideas, que teletrabajan, que viven, y la disfrutan durante todo el año.