Esta configuración formal permite que la vivienda pueda habitarse desde un punto de vista tradicional (habitación doble en una fachada y salón comedor en la otra), o como una vivienda compartida con habitaciones simétricas en ambas fachadas. De estas posibles combinaciones surge el nombre del proyecto; siete vidas, siete formas de habitar el espacio.
Descripción del proyecto por Anna & Eugeni Bach
El proyecto consiste en un pequeño bloque de tres viviendas mínimas en una parcela entre medianeras en pleno centro antiguo del barrio de Horta, en Barcelona.
La primera reflexión al actuar en un entorno urbano como éste consiste en definir una propuesta que pertenezca al barrio y que conserve el carácter de esta zona tan característica de la ciudad y al mismo tiempo lo haga desde un lenguaje contemporáneo.
En este sentido, la fachada a la calle está formada por los elementos y proporciones habituales en el barrio: balcones, persianas, zócalos, estucos, etc. Pero lo hace dándole un giro en los detalles y la simplicidad de sus elementos y con la peculiaridad que uno de éstos se escapa del perímetro de la fachada para, por una parte, conseguir atar la finca vecina, que es la única de la calle que no cumple las reglas de “buena vecindad” al tener una planta más de lo permitido, y por otra, para promover el espacio abierto de la terraza, como un espacio habitable más para el uso y disfrute de los vecinos.
La parcela es excesivamente ajustada en todas sus dimensiones, permitiendo únicamente una vivienda de 40 m² por planta. Ante la escasez de superficie, la propuesta aporta valor a las viviendas a través de un espacio central que concentra escalera, cocina y baño, permitiendo liberar dos espacios exactamente iguales en ambas fachadas, dando frente uno a la calle y el otro al patio interior de manzana.
Con esta solución, pretendemos aportar una cierta indeterminación en el uso de estas viviendas, de manera que puedan ser utilizadas tanto en una situación tradicional (habitación doble en una fachada y salón comedor en la otra), bien invirtiendo estas piezas en las fachadas opuestas, o presentando la oportunidad de establecer una vivienda compartida, a modo de piso de estudiantes, con dos situaciones simétricas.
Al final, sumando las distintas combinaciones, obtenemos siete maneras de vivir en tres viviendas, siete vidas, como siete ventanas.