Con la exposición "Fotografía y arquitectura moderna en España, 1925-1965", el Museo ICO presenta, las arquitecturas más destacadas de la modernidad (y otras menos conocidas) realizadas por los arquitectos que orquestaron la aventura moderna española, como Josep Lluís Sert, José Manuel Aizpúrua, Alejandro de la Sota, Miguel Fisac, José Antonio Coderch, Francisco Javier Sáenz de Oiza, Javier Carvajal o Fernando Higueras, entre otros.
Según su comisario, el arquitecto y fotógrafo Iñaki Bergera, la finalidad de la exposición Fotografía y arquitectura moderna en España, 1925-1965, no es ilustrar un álbum de la historia de la arquitectura moderna en España, ni presentar definitivamente los mejores proyectos a través de sus imágenes, ni mostrar el mejor Català-Roca, Kindel, Pando o Gómez.
"La selección consensuada de doscientas fotografías a partir de la documentación individualizada de un total de seiscientas, nos garantiza una representatividad de esta diversidad cronológica de tipologías, episodios, arquitectos y fotógrafos, un puzle de puzles que, en la exposición, compone una nueva y poliédrica imagen de imágenes", señala el comisario.
Se trata, en definitiva, de una invitación a reflexionar sobre el papel que la fotografía y los fotógrafos ejercieron en el devenir de la arquitectura a través de una primera selección significativa de imágenes que, junto al resto del patrimonio fotográfico de nuestra arquitectura, no ha recibido hasta la fecha la atención específica que merece y demanda.
La exposición trata de revelar y desvelar, por primera vez, cómo la fotografía plasmó y contribuyó a difundir la imagen de la arquitectura española del Movimiento Moderno. Bergera señala que "la arquitectura moderna se hizo a golpe de acero, hormigón y cristal, pero se consolidó y creció gracias a la diseminación de sus imágenes. Después, su historiografía se estructuró sustancialmente a partir de su fuente documental irrefutable: las fotografías». Y aclara que «el carácter revolucionario que trajo la vanguardia moderna encontró en la fotografía el instrumento oportuno para proceder a su difusión mediática y propagandista que valoraba esos objetos arquitectónicos como iconos paradigmáticos que debían ser emulados. Al mismo tiempo los arquitectos comprometidos entendieron que las fotografías de sus edificios eran la cristalización final de su obra y lo que realmente trascendía a efectos de su reconocimiento y satisfacción personales. En estas necesidades de ida y vuelta, se consagró la figura del fotógrafo de arquitectura como el técnico –y quizá artista– especializado en dar forma a ese particular relato visual".