Desde entonces he tenido incluso la oportunidad de trabajar con él, como en la antigua fábrica de Paños de San Fernando, en los inicios del siglo XXI. El antiguo edificio fabril fue objeto de varios usos desde su construcción por la nueva dinastía hispana, incluido el de «gulag» de la ciudad de Madrid para despojar la urbe de los elementos indeseables. De nuevo la obra de Andrés Perea se centró en la Re-Habitación del espacio, recuperando las antiguas crujías fabriles para viviendas sociales y el antiguo patio fabril y carcelario como plaza pública, como lugar de encuentro de la ciudadanía de San Fernando.
Fábrica de paños de Brihuega, España 1982. Rehabilitación por Andrés Perea.
Hospital de Jornaleros de Maudes, Madrid 1985. Rehabilitación por Andrés Perea.
Al Fontán he podido asistir a su gestación, construcción e inauguración desde la barra del (bar) Avenida. Un espacio en el que transitamos desde hace años. Allí, en un agora estrecha, longitudinal… conversamos con la excusa de un café; de un cocido o de un GT, siempre largo. En ese espacio anti arquitectónico, donde se sabe cuando se entra, pero no cuando se sale.
Entre esas paredes estrechas, escuché hablar del Fontán a Elena y Andrés; lo vi dibujar en una servilleta, en un lenguaje que compartimos arqueólogos y arquitectos; fui consciente de los avances de su construcción en el entusiasmo de sus creadores y de la finalización de la obra. Incluso coincidimos en algún viaje para visitar el espacio recién finalizado, Perea y su «troupe» en el AVE a Santiago, viajes que nunca se olvidan, también en un barra, ahora en movimiento.
Del Fontán se pueden escribir muchas cosas, sobre su creación, su arquitectura, sostenibilidad, pero de nuevo volvemos a encontrar una de las características de la obra de Andrés, la Re-Habitación de un espacio en la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela. Además, sede del INCIPIT, espero que mis colegas disfruten de las mismas sensaciones que yo tenía cuando acudía a la Biblioteca de Maudes. Esa relación con los libros en un espacio pensado para su uso, su re-habitación, huyendo de los espacios productivos actuales. Suma el Fontán su inserción espacial con el Paisaje circundante, cuya comprensión forma parte esencial de nuestra disciplina, la Arqueología, en el siglo XXI.
Reivindica Andrés la melancolía como parte del proceso creativo y suena en mi mente el «alalá das Mariñas»: «Teño unha casiña branca na Mariña entre loureiros, teño paz e teño amor e estou vivindo no ceo», como metáfora musical del Fontán. Una casiña para sus moradores, inserta en un paisaje que invita a una deambulación ruista y escapista en estos tiempos de crisis e incertidumbres.
Texto por Jorge Morín de Pablos.