Debo reconocer que, a estas alturas, no es nada fácil que una arquitectura me convenza y me guste. Y este Fontán de Andrés Perea me convence y me gusta mucho: es hermosísimo.
Los arquitectos sabemos cuán difícil es, siempre, un edificio entre medianerías. Sin la libertad que permite un edificio aislado.
Y en este caso es un edificio in between. Como entre medianerías, pero sin ellas, sin pegarse a ellas. El edificio de Peter Eisenman está bien, pero el de Andrés Perea está mejor, mucho mejor. No sólo dialoga de tú a tú con el maestro americano, sino que ¡encima! lo pone en valor. Es un diálogo ejemplar. Porque no es nada fácil el estar abrazado por una arquitectura muy singular, y salir victorioso del embate. Al igual que económicamente ser capaz de hacerlo con un presupuesto diez veces menor de lo previsto, ¡un milagro!
Croquis de alzado por Andrés Perea. Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo.
Ya desde los primeros dibujos de Andrés Perea, se anuncia lo que viene. Los dibujos, siendo muy Andrés Perea, son muy universales, magníficos. Y traducen muy bien no sólo la sabiduría de un maestro, sino que anuncian muy bien lo que ha de venir.
El plantear una estructura libre pero precisa, sencilla pero eficaz, para soportar esa cubierta bellísima que, insisto, utilizando un lenguaje acorde con el de Peter Eisenman, no es fácil. Una estructura metálica arborescente con capiteles que soportan las vigas de cubierta. Es una estructura ejemplar.
Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Ana Amado.
Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Manuel G. Vicente.
Andrés Perea consigue su propósito con pocas pero hermosísimas palabras. Parece que hubiera tenido delante el librito de Strunk and E.B. White, los lingüistas americanos que resumen todo en un omit needless words. Porque eso, omitir las palabras innecesarias, es lo que ha hecho Andrés Perea, con un resultado espléndido. Ha conseguido, con sus propias palabras: «la belleza de los estados intermedios en el resultado final». El less is more en el sentido más profundo de ese principio arquitectónico.
Los lucernarios, como si de un teclado de piano se tratara, ordenan y proyectan una luz maravillosa en el espacio cubierto.
Les recomiendo ir a visitar ese espacio tan hermoso de la Arquitectura contemporánea. Me lo agradecerán.
Los arquitectos sabemos cuán difícil es, siempre, un edificio entre medianerías. Sin la libertad que permite un edificio aislado.
Y en este caso es un edificio in between. Como entre medianerías, pero sin ellas, sin pegarse a ellas. El edificio de Peter Eisenman está bien, pero el de Andrés Perea está mejor, mucho mejor. No sólo dialoga de tú a tú con el maestro americano, sino que ¡encima! lo pone en valor. Es un diálogo ejemplar. Porque no es nada fácil el estar abrazado por una arquitectura muy singular, y salir victorioso del embate. Al igual que económicamente ser capaz de hacerlo con un presupuesto diez veces menor de lo previsto, ¡un milagro!
Croquis de alzado por Andrés Perea. Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo.
Ya desde los primeros dibujos de Andrés Perea, se anuncia lo que viene. Los dibujos, siendo muy Andrés Perea, son muy universales, magníficos. Y traducen muy bien no sólo la sabiduría de un maestro, sino que anuncian muy bien lo que ha de venir.
El plantear una estructura libre pero precisa, sencilla pero eficaz, para soportar esa cubierta bellísima que, insisto, utilizando un lenguaje acorde con el de Peter Eisenman, no es fácil. Una estructura metálica arborescente con capiteles que soportan las vigas de cubierta. Es una estructura ejemplar.
Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Ana Amado.
Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Manuel G. Vicente.
Andrés Perea consigue su propósito con pocas pero hermosísimas palabras. Parece que hubiera tenido delante el librito de Strunk and E.B. White, los lingüistas americanos que resumen todo en un omit needless words. Porque eso, omitir las palabras innecesarias, es lo que ha hecho Andrés Perea, con un resultado espléndido. Ha conseguido, con sus propias palabras: «la belleza de los estados intermedios en el resultado final». El less is more en el sentido más profundo de ese principio arquitectónico.
Los lucernarios, como si de un teclado de piano se tratara, ordenan y proyectan una luz maravillosa en el espacio cubierto.
Les recomiendo ir a visitar ese espacio tan hermoso de la Arquitectura contemporánea. Me lo agradecerán.
Texto por Alberto Campo Baeza.
