Texto por Ana Amado.
 
Existen muchas formas diferentes de hablar sobre arquitectura. Y muchos arquitectos que hablan de arquitectura. Algunos lo hacen muy bien. Si alguien que hace buena arquitectura y la cuenta bien te llama para pasarte el testigo, te sientes honrada y abrumada al mismo tiempo. «Cuéntame mi edificio», vino a ser el mandato, «cuéntamelo como quieras, pero cuéntamelo bien, y de paso, se lo cuentas a los demás porque con tus fotografías y textos de un selecto grupo de buenos narradores, haremos un libro».

Yo no conocía personalmente a Andrés Perea antes de recibir este encargo: fotografiar el edificio Fontán, en la compostelana Ciudad de la Cultura, emplazamiento que lleva la polémica asociada a su nombre. Este fue el primer punto que me provocó curiosidad, y también el hecho de que su autor me llamase a mí por mi forma de mirar la arquitectura, y que me diera carta blanca para plantear el reportaje como a mí me pareciera bien. No siempre se da esta circunstancia de que un cliente arquitecto me pida que haga una lectura personal, sin premisas ni límites sobre su obra.
Siempre he creído que los límites ayudan a la creación. La ausencia de condicionantes es un problema añadido, pues antes de empezar has de imaginar cómo empezar. El famoso miedo al lienzo en blanco.

Lo que hice esta vez, como suelo hacer en estos casos, tras haber probado muchas veces la amargura del bloqueo fue, simplemente, ir a por ello, aunque fuera con el temor de que, al no tener condicionantes, corriese el riesgo de hablar demasiado de mí misma en mis fotos, en vez de hablar de la arquitectura del Fontán.

El encuentro con Andrés Perea en persona supuso el punto de ignición. Él me miraba con una atención que venía desde lejos, una atención de horizonte. No me pidió nada, lo dio por sentado. Me sentí como si me hubiese pintado de su color. Suena épico, pero así me llegó su mensaje, que me hizo tomar posición.

Tenía datos, las preexistencias, un contexto que rodeaba al edificio muy complejo, que podía empañar la lente de la cámara. Así que decidí, por un lado, empezar antes de caer en el estado de andar dando círculos, y por otro, tratar de seguir aquello que yo llamo «amor a primera vista».

A todos nos ha pasado que a veces recordamos la primera vez que vimos (in situ, no en imágenes creadas por otros) una obra arquitectónica, y precisamente aquellas imágenes mentales que se nos han quedado grabadas suelen ser vistas parciales, imperfectas, llegadas desde una calle estrecha, opacadas por otros edificios, árboles, o por llegar al lugar por una carretera que está a un nivel inferior, y empiezas a vislumbrar la obra desde lejos, solo por la parte superior, o un lateral…


Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Ana Amado. Selección fotográfica por Ana Amado.


Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Ana Amado. Selección fotográfica por Ana Amado.

Yo creo que esta primera imagen, cuando se trata de una obra que luego amaremos, es la imagen del amor a primera vista. En el desarrollo de mis reportajes fotográficos trato de tenerla siempre presente, porque a menudo guarda la esencia destilada de esa obra.

En el caso del Fontán, se produjo la mañana de la visita grupal. Con todos los autores de los textos que conformarían el libro junto con mis fotos, distintos agentes que intervinieron en la obra y además el equipo autor del edificio: Andrés Perea con sus socios Elena Suárez y Rafael Torrelo.

Me gustó ese empeño del equipo redactor del proyecto por implicarnos así, ayudándonos a mirar para poder hablar después, a través de una visita calmada al edificio, calmada y comentada, mientras el propio lugar nos iba cantando su canción particular al oído de cada uno de nosotros. En estos tiempos del todo para anteayer y de la dolorosa -a veces- virtualidad, aquel paseo ceremonioso fue como habitar un plano paralelo, cargado de inspiración.

Vuelvo a aquella primera imagen. Llegué antes que ellos. La luz era mágica: una mañana muy luminosa pero con niebla espesísima, que se estaba deshaciendo rápido por la acción de los rayos de sol. La primera imagen que recuerdo es el tajo irregular entre el Fontán y el edificio de Eisenman completamente relleno de niebla, pero la imagen que se me quedó en la retina es la silueta del edificio hacia al gran jardín escénico posterior, emergiendo de la niebla como una gran nave. Hice todas las fotos que pude, maravillada, en los pocos minutos que tardó la niebla en disiparse, pero nunca olvidaré aquella presencia, que me recuerda tanto a aquella mirada de Andrés Perea.


Edificio Fontán por Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo. Fotografía por Ana Amado. Selección fotográfica por Ana Amado.

Su recuerdo me acompañó a lo largo de los días que pasé en el Fontán trabajando. Disfruté y sudé, como pasa con los buenos encargos. A veces me lo ponía fácil, como cuando deambulaba por aquellos corredores de los dedos de luz, que como una gran mano se extendían buscando vistas hacia el jardín. Disfrutaba mucho allí, tratando de molestarlas, de hacer que aquellas maravillosas panorámicas se volvieran imperfectas, tamizadas, ocultadas a veces, otras ensalzándolas en simetrías pictóricas que me recordaban constantemente a los cuadros de El Bosco.

También me divertía mucho comprobar cómo el Fontán filtraba en su transparencia estudiada todo lo que le rodeaba, devolviendo una imagen mejor, más amable. Y luego, si te dabas la vuelta te encontrabas con el gran espacio de paso, donde te asomabas y asomaban todas aquellas tripas sinceras y tecnológicas, geométricas, zigzag de zancas y luminarias, reflejos, diálogos de marcos, color y texturas.

Solo me faltó algo más de acción humana, pues el edificio todavía no se encontraba en pleno uso, y yo me siento irremediablemente atraída por el baile entre la arquitectura y la figura humana. «La arquitectura como escena de nuestras vidas», como diría Zevi.

En aquel momento muchas oficinas y áreas del Fontán todavía no habían sido habitadas, faltaba pues, la contaminación de lo humano, de su piel, sus maneras y humores. En una reunión posterior con Andrés y sus socios y amigos, mucho más informal y con unos buenos gintónics observándonos a todos mientras hablábamos de amor, cine, promotores, Italia y más cosas que no vienen a cuento, él me señaló este punto, importante para redondear el libro que contaría el Fontán.

Espero entonces poder volver a mirar su obra desde otro punto, más lejos pero más cerca al mismo tiempo, mezclarme con sus habitantes, con la realidad de edificio vibrante, ocupado, y fotografiarlo de nuevo.

Aunque sea solo por volverme a encontrar con Andrés y seguir hablando- bien-de arquitectura.
Texto por Ana Amado.

Más información

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Arquitecto
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Andrés Perea, Elena Suárez, Rafael Torrelo.
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Localización
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Edificio Fontán, Ciudad de la Cultura, Monte Gaias, Santiago de Compostela, Galicia, España.
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Fotografía
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Ana Amado (Ferrol, A Coruña) es arquitecta, fotógrafa y artista visual. Máster en Fotografía por la Escuela Lens de Artes Visuales (Madrid), Máster en Arte, Museología y Crítica Contemporáneas por la USC (Santiago de Compostela), Posgrado en Ilustración Creativa por la Escuela EINA (Barcelona), y arquitecta por la ETSAC de arquitectura (Universidad de A Coruña).

Profesional multidisciplinar en los campos de la arquitectura, la fotografía, la dirección artística en cine/TV, la ilustración y cómic, el comisariado y el diseño de exposiciones. Recientemente trabaja como asistente del fotógrafo americano Mark Steinmetz en EEUU. Actualmente compagina su labor como fotógrafa con la docencia de la fotografía para adultos y jóvenes en escuelas de artes visuales en Madrid.

Su trabajo personal explora las interconexiones entre las diversas manifestaciones artísticas, buscando siempre el acercamiento del arte contemporáneo a la sociedad. En su obra reciente prima la fotografía con contenido social donde se sirve de la arquitectura como marco para hablar de temas como la crisis económica o la revalorización de la arquitectura moderna en España. Su trabajo ha sido premiado y expuesto nacional e internacionalmente, en Photo London 2018, los Sony World Photography Awards, PhotoEspaña2017 (Madrid), la Bienal de Venecia 2016 y 2018, la Royal Academy of Arts (Londres), Tent Gallery (Edimburgo), el International Festival Eme3 y Museo Picasso (Barcelona),o el Premio Internacional «Obra Abierta 2016» (Plasencia), entre otros.
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Andrés Perea Ortega (Bogotá 1940 - Madrid 16 de noviembre de 2023), nació en Bogotá , por el exilio de su familia durante la guerra civil.

Español, se forma en la ETSAM titulándose en 1965.

Su larga carrera profesional le ha permitido compartir con innumerables arquitectas y arquitectos colaboradores, en la producción constructiva, y estudiantes de Arquitectura aquí como docente, la investigación, entendida la arquitectura, siempre como trabajo creativo.

Esfuerzo que ha merecido premios y distinciones y también fracasos y errores como el ser humano que pretende ser.

Madrid, Bogotá otoño del 2022.
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Perea, Suárez, Torrelo, para la realización del proyecto del edificio Fontán han formado equipo los arquitectos: Andrés Perea, Elena Suárez Calvo, Rafael Fernández Torrelo.

El cruce de caminos ha sido venturoso.

La juventud ambiciosa de espacios modelados y de libertad con dos patrulleros de la profesión.

Uno de largo recorrido en busca no de las fuentes del Nilo... de la belleza. El otro en plenitud de su vigor.

Acudiendo al rescate.

Sosteniendo el rumbo.

Hermoso viaje inolvidable por la invención y la realidad.
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Publicado en: 7 de Noviembre de 2022
Cita: "Saber ver la arquitectura" METALOCUS. Accedido el
<http://www.metalocus.es/es/noticias/saber-ver-la-arquitectura> ISSN 1139-6415
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