Me reflejo en cada gota de lluvia, en cada mujer, en cada hombre. Veo mi imagen entre la multitud, a través de los paraguas transparentes que surcan las luminosas y evanescentes calles de Tokyo. La lluvia me envuelve, me acaricia, me golpea y me limpia.
César Ordóñez
© César Ordoñez "Tokyo" -Sueño líquido 120 x 80 cm.
TOKYO, por Màrius Domingo.
Cuando un artista escoge un tema como eje central de su trabajo está haciendo una declaración de intenciones que nos habla de lo que quiere conseguir, o como mínimo del camino que ha escogido para poder hacerlo. Japón es uno de los elementos que definen el trabajo de César Ordóñez, pero no el único. También tendríamos que hablar de la voluntad de capturar con la cámara fotográfica determinados instantes de la vida de una ciudad y de sus habitantes. He utilizado la palabra “determinados” deliberadamente; la elección de una cara del poliedro que constituye una ciudad nos indica donde podemos situar al observador.
Lo que busca César Ordóñez en Tokyo -y se refleja en las imágenes que produce- no es el exotismo oriental que persiguen los románticos del diecinueve, ni ciertamente el reflejo de una sociedad supertecnológica que deslumbra a determinados “geeks” de pacotilla. Es más sencillo que todo eso, persigue distanciarse, alejarse. Si la Luna estuviese habitada probablemente ya estaría allí. Toda esta distancia kilométrica le permite una mirada inocente que en casa le costaría encontrar, es decir, una mirada sin prejuicios. La primera persona de quien se quiere alejar Ordóñez es de él mismo, para reconstruirse de nuevo en Japón, donde su identidad, libre de ataduras, puede observar como las cosas que le rodean le influyen.
El año 1999 con la serie de retratos titulada Japoneses, que se pudo ver en el CCCB de Barcelona, podríamos decir que César Ordóñez inicia una línea de trabajo con la que gradualmente ha ido profundizando, y que se consolida con Ashimoto en el año 2008. En este periodo su obra ha evolucionado desde un naturalismo más cercano al fotoperiodismo al uso, hacia la simplicidad formal que implica no tener miedo de realizar fotografías con un cierto componente voluntariamente artificial, manteniendo como una constante un punto escenográfico que nos hace cuestionar lo que vemos y lo que no vemos, permitiéndonos intuir lo que pasa justo fuera del encuadre que el artista ha decidido mostrarnos.
En estas series, especialmente en Ashimoto, el artista utiliza el reportaje documental como elemento para articular la narración, la construcción del significado de su trabajo, obteniendo una uniformidad estética que determina la percepción de cada una de las piezas reforzando el conjunto final. En Tokyo, César Ordóñez sube un escalón seleccionando piezas que tienen entidad individual como piezas aisladas pero que refuerzan su identidad cuando las vemos sucesivamente. Cada fotografía escogida para la exposición en la galería Rita Castellote forma parte de un gran rompecabezas que incluye imágenes recientes y otras más antiguas, pero encajadas de forma que nos permite hacer una lectura lineal de su tesis de trabajo. Las diferentes fotografías seleccionadas, con la inclusión de otros elementos (como proyecciones de video) en un montaje sencillo pero muy efectivo, atrae al espectador entre la curiosidad y la complicidad, y le permite reconstruir con sus claves personales, el mundo que el artista ha edificado.
Lugar.- Galería Rita Castellote. c/San Lucas 9. 28004 – Madrid. España. Tel. +34 91 308 2325