Sin posibles variaciones volumétricas, el diseño exterior se centró en formalizar de una tupida retícula a lamas como protección de la incidencia directa de los rayos solares y la visión desde los edificios vecinos.
Descripción del proyecto por Idom
Biocruces es el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario Cruces, referente asistencial del País Vasco, con una consolidada trayectoria docente e investigadora. Tiene como misión promover, cohesionar y apoyar a los grupos de investigación que conforman el Instituto para desarrollar una investigación traslacional de calidad y potenciar la innovación efectiva y la colaboración con otras entidades.
Hasta la construcción de la nueva sede, el instituto desarrollaba su actividad dentro del edificio de servicios generales del hospital de Cruces, también diseñado por IDOM, donde seguirá manteniendo parte de su actividad al margen del nuevo edificio con usos complementarios a la actividad principal.
La Nueva Sede del Instituto BioCruces es un edificio de nueva construcción destinado a acoger las áreas de investigación y animalario. El programa se reparte en 8 plantas, 3 de ellas bajo rasante. Sobre rasante la planta se divide en dos bloques de laboratorios (bloque norte y bloque sur), separados por un bloque de áreas comunes en la fachada este y el núcleo de comunicaciones adosado a la fachada oeste. La fachada oeste es la menos atractiva desde un punto de vista de uso puesto que en paralelo a ella, a menos de seis metros, discurre otro edificio del Hospital de altura similar. Por lo tanto, las visuales e iluminación natural de esta fachada se encuentran más penalizadas. De esta manera, se reservó para la actividad de laboratorios, salón de actos y sala de descanso las zonas de mayor calidad. La ubicación del núcleo de comunicaciones en fachada oeste habilitaría la posible conexión con el edificio vecino como ya está sucediendo en otros edificios del centro hospitalario.
Al tratarse de un edificio de laboratorios, en continuo cambio y con la aparición de nuevas técnicas y tecnologías, se planteó un edifico de gran flexibilidad, que pudiera adaptarse a posibles cambios de futuro. Salvo núcleos comunes, patinillos y separación entre sectores de incendio, el edificio fue diseñado con sistemas modulares que permiten una fácil compartimentación y acceso a las instalaciones tanto en techo como en paredes. Los techos disponen de un sistema descolgable y corredizo que mejora la accesibilidad a las instalaciones para su mantenimiento, minimizando la actividad diaria. El edificio dispone de una gran galería central de instalaciones completamente recorrible y accesible desde zonas comunes, lo que redunda la facilidad de mantenimiento y adaptación del edificio, reduciendo la afección a la actividad de investigación.
Otras de las claves del edificio fue el diseño de las instalaciones que tienen una repercusión y complejidad muy superior a un laboratorio convencional. Se previó instalaciones redundantes en todos aquellos sistemas críticos para la actividad del centro. Se dispuso de una gran sala de frio por planta, compartida por los laboratorios anexos y con acceso directo e independiente desde ellos. Bajo rasante, el programa requerido ocupó toda la extensión de la planta, destinándose la última planta de sótano a instalaciones que no pusieran en riesgo la actividad del edificio. Se sacrificó espacio sobrerasante para ubicar cuartos eléctricos o CPD, piezas claves en la actividad del centro.
La construcción del edificio se vio condicionada por la parcela, tremendamente ajustada para un edificio de estas características. De esta manera, el edificio llega hasta los límites que permite la normativa quedando la fachada este, la principal del edificio, a catorce metros de un edificio de viviendas de doce plantas. Las fachadas oeste y sur quedan a menos de 6 metros de otros edificios del centro. La fachada norte dispone de mayor amplitud, limitada por uno de los accesos del centro hospitalario. La escasa distancia a los edificios colindantes (edificados sin sótanos sobre rellenos), la falta de espacios de acopios e implantación al estar el Hospital al límite de su ocupación y el acceso a la parcela a través de un barrio de calles estrechas y giros muy cerrados supuso una gran dificultad para la ejecución de la obra. A pesar del escaso espacio disponible se ejecutaron los muros de sótano mediante hidrofresa, por lo que la contención estuvo realizada antes de empezar la excavación, algo fundamental para no poner en riesgo la cimentación de los edificios más próximos.
Desde un punto de vista formal, lo acotado que se encontraba el edificio volumétricamente hizo que las estrategias se centraran en una formalización de una fachada tipo muro cortina donde una tupida retícula a lamas la protegiera de la incidencia directa de los rayos solares y las visuales de los edificios vecinos. Este tamiz se vio reforzado por una sutil serigrafia de puntos blancos sobre el vidrio que proporciona mayor privacidad de las plantas incluso sin el uso de estores. Únicamente en espacios singulares como vestíbulo o zona de descanso se interrumpió esta retícula para dar paso a grandes ventanales que evidenciaran su carácter diferente. La imagen del edificio se vio reforzada por el uso del color blanco en contraste con el entorno y que ofrece una imagen sobria y aséptica. Esta estrategia se extrapoló al cierre de urbanización hasta unir el edificio con el otro edificio de laboratorios del centro hospitalario, dando como resultado un polo de investigación dentro del complejo hospitalario.
Los espacios interiores siguen la línea argumental de la fachada, los colores blancos y claros ocupan la mayor parte del edificio para que los lugares de trabajos sean luminosos y agradables. Estos espacios contrastan con la madera que prima en vestíbulo principal y sala de descanso para dotarles de una mayor representatividad y calidez. De manera puntual, el color entra en juego dentro del edificio para prestar información relevante. Por ejemplo, unos anillos negros se ubican en el centro de los pasillos principales, para ayudar al usuario a ubicarse e indicarle en qué planta se encuentra. El acceso a la zona de animalario y bloque quirúrgico se realiza a través de un anillo rojo que frena al usuario y le avisa que va a pasar a una estancia con un nivel de seguridad mayor. Las salas de criogenización se revisten con un vidrio azul retroiluminado que puede recordar a un hielo de un glaciar. Las duchas de seguridad se ubican en cubículos amarillos que refuerzan su presencia.