El arquitecto mexicano Miguel Ángel Aragonés se deja seducir por el emplazamiento del proyecto, donde el desierto y el mar se encuentran, creando un archipiélago de pequeñas cajas blancas que asimila su entorno, fluyendo y fundiéndose con el mismo.
Descripción del proyecto por Miguel Ángel Aragonés
La primera vez que visité el terreno y percibí el desierto con el agua de fondo en una línea horizontal, diáfana, clara, sentí la enorme pulsión del agua en medio de un sol calcinante, este pedazo de tierra en medio de una costera aglutinada de "All Inclusives" tenía que ser una caja que contuviera su propio mar y casi su propio aire, la circunstancia de el universo había creado un desierto unido al mar en una línea horizontal en el paisaje más minimalista y puro que puede dibujar un horizonte, a los lados ese paisaje de ensueño contrastaba con lo que los humanos pensamos y construimos como estético y bautizamos como arquitectura, quise dibujar mi propia versión aislada del resto.
Creo que la mayor virtud de la arquitectura es la generación de sensaciones, a través del espacio transcurren una serie de planos en el ámbito sensitivo, creo que esa capacidad es mayor cuando tu entorno permite que te fusiones a él y entonces forme parte de tu propio espacio, en ese sentido quise tomar el horizonte y meterlo hasta un primer plano, el agua transcurre y bordea todo el proyecto, todos los volúmenes se abren al mar y dan la espalda a la ciudad que es el resto del entorno cargado de ruido, es una especie de Medina abierta al mar. Cada volumen flotante contiene cuerpos interiores que son a su vez universos independientes, cada cuarto contiene visualmente un pedazo de mar, nadie se abstiene de verlo.
Siempre he creído que la construcción no ha evolucionado a la par de otras actividades, el automóvil por ejemplo en cien años paso de ser una carreta a lo que hoy conocemos, si veo el Pabellón de Mies Van Der Roe en esencia es muy parecido a lo que hoy transcurre, quizás transgredida un poco la arquitectura hacia la involución hoy vemos estructuras innecesariamente complicadas pero poco complejas dispersas en un mundo de propuestas arriesgadas que forman un paisaje actual que llamamos moderno o contemporáneo, pero no ha sido muy evolutivo.
Cada habitación fue construida en fábrica, Poliform fue nuestro aliado, construimos todo el cuerpo interior y lo mandamos en cajas por mar hasta su destino, ensambladas en sitio por manos locales, en pocos días una habitación estaba lista con una calidad sujeta a la dictadura de una máquina y la sabiduría de una mano que ha dedicado su vida a ello, sin cabida a la improvisación pero hecha con inteligencia, imaginación y empeño, aprendí de los fabricantes alemanes e Italianos lo que a veces toda una vida no da para intuir en la escuela o en los libros.
Nuestro proyecto pudo construirse todo con ese proceso empleando un módulo cuya versatilidad le permite dividirse o sumarse para ser una estructura autónoma o dependiente de otra, nuestro módulo principal por ejemplo es una especie de loft, dividido a la mitad son dos habitaciones, las más sencillas, sumado el módulo es un apartamento de dos, tres o cuatro habitaciones, también forma una casa sumados dos cuerpos o cuatro, lo importante es la versatilidad de este cuerpo que puede ser totalmente construido en fábrica y amigablemente construible en sitio.