Las zonas comunes se organizan en un espacio abieto y las privadas se ubican en paralelo. La entrada está articulada por una especie de caja de madera que alberga la sala de instalaciones. Entre el porche y la sala de estar se localiza la chimenea. La cocina y el comedor forman un conjunto. Y en paralelo se disponen dos baños y tres dormitorios. El acceso desde las zonas comunes se realiza evitando pasillos.
Descripción del proyecto por Héctor Navarro + arkhitekton.
El paisaje rural de Cantabria presenta situaciones muy desiguales. Durante las últimas décadas, algunas zonas se han visto afectadas negativamente como resultado de un rápido crecimiento, mientras que otras han logrado conservar su identidad urbana moldeada por la arquitectura vernácula del lugar, construida principalmente en piedra, madera y techos inclinados de teja cerámica roja.
El proyecto parte de una investigación previa sobre la casa Llana, un ejercicio que pretende explorar soluciones contemporáneas que valoren lo vernáculo. Esta tipología se identifica en viviendas. Es una vivienda de una sola planta construida entre dos hastiales de piedra con cubierta a dos aguas. Espacialmente, la solana es el recurso espacial más característico de la casa Llana. Es un espacio cubierto situado en la orientación más soleada, destinado al desarrollo de todas aquellas actividades que se desarrollan al aire libre, agrícolas y ganaderas.
El proyecto parte del esquema de esta tipología. Se proyecta una casa a dos aguas, con un marcado carácter longitudinal. Al norte y al sur, dos hastiales de mampostería enmarcan la construcción, reservando las fachadas este y oeste para soluciones de vidrio y madera. Ambos hastiales tienen diferentes huecos que logran colonizar los lados norte y sur.
Los espacios privados de descanso se ubican en la banda oeste y en paralelo, las zonas comunes se organizan en una solana híbrida parcialmente acristalada. El porche se sitúa en la fachada sur, mientras que la norte se utiliza como zona de entrada a la casa. Entre uno y otro, sala, comedor y cocina. Este espacio continuo y la entrada están articulados por una caja de madera cerrada que alberga una sala de instalaciones.
Para poder entender los espacios comunes como una solana, es necesario proyectar un espacio continuo definido por una fachada de vidrio con marcos ocultos y juntas coincidentes con la estructura de pilares de madera de la fachada que pretende desaparecer. Entre el porche y la sala de estar, un volumen negro alberga la chimenea, lo que permite organizar el mobiliario hacia el exterior y contemplar las vistas del espectacular entorno. La cocina en isla y el comedor forman un conjunto que, junto con los espejos de la pared del fondo, reintroduce el paisaje circundante en el interior.
En paralelo a esta banda se disponen tres dormitorios y dos baños. El acceso se realiza desde las zonas comunes, evitando pasillos y articulando las diferentes zonas dentro de este espacio continuo. En el eje longitudinal de la casa se proyecta un entrepiso cuyo uso cambia según el tipo de estancia que complementa.
A nivel constructivo se recupera un sistema tradicional consistente en ensamblar marcos ligeros de madera con aislamiento integrado. La cubierta se construye mediante un sistema de paneles autoportantes con aislamiento de poliuretano sobre los que se instala una cubierta ventilada de teja plana sobre rastreles. El alto grado de aislamiento, el estudio de orientación, el carácter compacto de la construcción y la instalación de un equipo de aerotermia completan una vivienda de consumo casi nulo que pretende ser una propuesta sostenible en la que se fusionan los sistemas constructivos tradicionales y contemporáneos.