Primeros años
Lola Álvarez Bravo parecía no saber a qué dedicarse, sin embargo, tenía claro que quería desarrollarse fuera de los parámetros establecidos en la sociedad mexicana de su época. La muerte de su madre seguida de la muerte de su padre cuando ella tenía 13 años, parecían haber truncado su destino, trasladándose junto con su hermano Miguel a casa de sus tíos. Su educación estuvo rodeada de un entorno religioso, fue internada durante dos años en un colegio dirigido por las monjas teresianas.
Lola Álvarez Bravo parecía no saber a qué dedicarse, sin embargo, tenía claro que quería desarrollarse fuera de los parámetros establecidos en la sociedad mexicana de su época. La muerte de su madre seguida de la muerte de su padre cuando ella tenía 13 años, parecían haber truncado su destino, trasladándose junto con su hermano Miguel a casa de sus tíos. Su educación estuvo rodeada de un entorno religioso, fue internada durante dos años en un colegio dirigido por las monjas teresianas.
«Desde chica, con mi padre, pensé que yo tenía que hacer algo que no fuera común y corriente aunque me educaron muy mal, me educaron para todo lo inútil, porque lo que más odié en mi vida es que me ordenaran y limitaran mi libertad»
Lola Álvarez Bravo1
Conoció al que sería su marido una vez terminó sus estudios secundarios, ya que era amigo de su hermano. Comenzó como ayudante de su marido (Manuel Álvarez Bravo) y posteriormente contrajeron matrimonio. Lola Á. Bravo se enfrentó de forma profesional a la fotografía en el momento en que su marido cayó enfermo y ella tuvo que terminar un proyecto. Fue a partir de este momento cuando pudo empezar a desarrollar los conocimientos que fue adquiriendo con anterioridad de forma autodidacta.
Comienzo de su carrera fotográfica
En 1927, en Ciudad de México, creó junto a su marido una galería de arte además de inaugurar el que sería su primer estudio fotográfico a nivel profesional: Taller de Fotografía Álvarez Bravo. En dicho estudio no solo trabajó conjuntamente con su marido, sino con otros artistas como Rufino Tamayo y María Izquierdo (ambos pintores), con los que dirigió su primera exposición colectiva incluyendo obras de Diego Rivera y Agustín Lazo (muralista político y pintor, respectivamente).
Si bien, Lola Á. Bravo empezó a hacerse conocida entre los artistas mexicanos, no fue hasta la obligada deportación de su amiga y fotógrafa Tina Modotti que pudo hacerse con su primera cámara propia. Tina Modotti vendió al matrimonio Álvarez Bravo sus dos cámaras fotográficas para poder recaudar el dinero suficiente y abandonar el país. Una de las cámaras se la quedó Manuel y la otra, una Graflex, se la quedó Lola.
Desarrollo y estrellato
Con el posterior divorcio entre Lola y Manuel, esta no eliminó los apellidos que había adoptado de su exmarido, pues artistas y colegas la conocían por ese nombre. Las amistades entabladas y un cúmulo de sucesos fortuitos gracias a su dedicación y trabajo, la llevaron a un provechoso desarrollo en sus obras fotográficas. Una de sus mayores clientes y amigas es la conocida Frida Kahlo, trabajó con ella y para ella, siendo la primera persona en mostrar la obra pictórica de la artista. A partir de una labor personal impulsada por su propia determinación, presentó sus trabajos a diversas personalidades las cuales la apoyaron y pudo presentar su primera exposición personal en 1944, en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México.
«Cuando Frida hablaba, cuando ella caminaba, cuando ella pintaba, cuando ella se expresaba, ya inspiraba algo. Para mí, era como pájaros y flores y colchas de punto; un estilo mexicano que concentraba una época y se vertía a través de ella. Frida era eso»
Lola Álvarez Bravo2
Su estilo modernista, mostraba la cotidianidad de la vida de las personas al mismo tiempo que juagaba con las luces y sombras del momento que retrataba. El reconocimiento a su labor estuvo marcado por diferentes momentos, sin embargo, su nombramiento como directora de Fotografía en el Instituto Nacional de Bellas Artes fue uno de los más memorables. Lola Álvarez Bravo continuó con sus exposiciones personales hasta que, a los 86 años de edad, perdió la vista. Finalmente, su muerte el 31 de julio de 1993, dejaba un legado artístico que se recoge en el Centro de Fotografía Creativa (CCP) de la Universidad de Arizona, en Tucson. Para Lola, sus fotografías «representan un México que alguna vez existió».3
NOTAS.-
1. Alberto López. «Lola Álvarez Bravo, la retratista del modernismo cotidiano». España: El País, 04/04/2020.
2. Javier Aranda Luna. «La memoria de Lola Álvarez Bravo». México: La Jornada, 26/04/2017.
3. Ibidem (1).
2. Javier Aranda Luna. «La memoria de Lola Álvarez Bravo». México: La Jornada, 26/04/2017.
3. Ibidem (1).