Esta nueva dirección parisina de 120 m², nos muestra un espacio con líneas refinadas y una mezcla sofisticada de materiales (ónix rosa, granito, cuarzo y latón). Cuando el huésped entra por la calle y baja los grandes escalones de piedra, descubre un espacio con interesantes referencias a los grandes maestros de la arquitectura: desde las ventanas de las puertas, que recuerdan las soluciones de diseño de Jean Prouvé al meticuloso diseño de Carlo Scarpa. .
Al igual que en Milán, por un lado, las texturas, las piedras, algunos muebles como el perchero, son nuevamente protagonistas, por el otro, completan el espacio las sinuosas cortinas, los espejos con bordes irregulares y los terciopelos capitonné que dividen los vestidores.
Al igual que en Milán, por un lado, las texturas, las piedras, algunos muebles como el perchero, son nuevamente protagonistas, por el otro, completan el espacio las sinuosas cortinas, los espejos con bordes irregulares y los terciopelos capitonné que dividen los vestidores.
Descripción del proyecto por forte_forte
Cada ojo, un camino. Emocional, clasicismo atemporal, esculpido por manos y sentimientos. El espacio se concibe como una historia contada a través de materiales que definen atmósferas y sensaciones. Como en una saga, la narración iniciada con la boutique de Milán continúa: el espíritu es el mismo, la interpretación absorbe y da forma al genio loci.
El espacio, ubicado ligeramente por debajo del nivel de la calle, es delicado y acogedor, femenino pero fuerte. Hacer más con menos amplifica el resultado emocional del proyecto, curado por Robert Vattilana y Giada Forte. La narración comienza desde la escalera escultórica que funciona como un umbral, una pantalla, un asiento y un soporte. Un escalón monolítico hecho de ónix rosado toca el suelo, revelando la narración. El espacio está permeado por el calor lírico del toque humano imperfecto, que siempre es palpable en los tratamientos y acabados.
La sensación del hecho a mano le da a todo presencia y carácter. El equilibrio de elementos contrastantes define una armonía llena de sorpresas, en la que la delicadeza y la asertividad se desvanecen entre sí.
El granito asume el papel principal: en los pisos, en la boiserie y en los elementos de decoración. Es granito cruzado con trazas luminiscentes de cuarzo y con inserciones de latón, o está colocado en patrones geométricos que calientan y transforman la solidez masculina de la piedra. El ónix rosado es una presencia femenina y preciosa que resalta el discurso espacial: una mesa pequeña, una parte de la caja, el paso de entrada.
La armonía de líneas y curvas, de gris y rosa, de blanco y metal es un personaje que define. Un muro curvo cubierto con pan de oro oculta y contiene el área de almacén; Los acogedores vestidores están cerrados por puertas batientes de latón esmerilado. Sofás y jarrones dan un toque hogareño; Las plantas son una presencia que enriquece aún más la estratificación de las texturas. Trípticos de espejo, cortinas blancas de lino de longitud completa, lámparas de araña envueltas alrededor de columnas añaden más matices. Una presencia figurativa solitaria y abstracta es una escultura emocional del artista franco-israelí achiam: representa la silueta sinuosa de una mujer sentada.
El latón es la firma caligráfica que armoniza la historia. Similar a un ligero letrero a mano alzada dibujado en el espacio, define los elementos de la pantalla, la forma de los espejos, los ojos de buey y la silueta de los vestidores, el estante suspendido de la vitrina.
La yuxtaposición de materiales es un juego de luz y densidad: la impalpabilidad transparente de las cortinas, detrás de las cuales las cajas de luz crean efectos de linterna, se alterna con la densidad voluptuosa del terciopelo capitonné de los camerinos, la serenidad del granito con el calor metálico de El latón y la firme delicadeza del ónix. Piedras antiguas recolectadas durante un viaje, piedras de jade pequeñas y una estalactita de piedra afgana con un aspecto moldeado por el tiempo. Los asientos de cuero, de color claro y perforados como guantes viejos, tachonados como un sillar, son una presencia asertivamente clásica.
El espacio combina ecos tangibles, desde un toque de bauhaus hasta jean prouvé y carlo scarpa, transformándolos en sugerencias y sugerencias. Uno tiene ganas de entrar en un lugar que no es de ensueño, en el que lo conocido y lo familiar obedecen a una lógica no prescriptiva. El punto de vista se convierte en un punto de partida.