Las curvas y el movimiento que caracterizan, tanto la forma, como la fachada del edificio, honran el paisaje de la isla de Gran Canaria, pues rememora la fluencia de las olas del mar que la rodea. Hablar del movimiento tranquilo del agua contra las playas incluso antes de que el turismo europeo descubriese las olas de sus deseadas playas.
Descripción del proyecto por Romera y Ruiz Arquitectos
Hasta hace escasos años la geometría de los edificios dependía de los niveles de agua. Los planos de las paredes o la verticalidad de un pilar se comprobaban mediante “niveles” de agua. Para llevar una determinada altura de un lugar a otro se utilizaban mangueras de agua que se aprovechaban de las cualidades enunciadas por la teoría de vasos comunicantes.
El horizonte del mar ha marcado en el paisaje la contraposición a la posición de verticalidad del hombre y de sus construcciones. La Geometría tal y como hoy la conocemos, parte en la naturaleza de las distintas formas del agua, creo que las únicas formas planas de la naturaleza se encuentran en cuerpos de agua, como la superficie del mar. El movimiento, y por tanto el tiempo, forman parte de esta cualidad de fluencia sin pausas que se transmite a la arquitectura de esta singular esquina de Las Palmas de Gran Canaria.
Las formas caprichosas, formas orgánicas, nos introducen en el análisis de una de las tendencias más importantes del Movimiento Moderno. Arquitectos como Fermín Suárez Valido estableció esta arquitectura orgánica basada en la tradición material y formal de sus antepasados. El proyecto de reforma y ampliación propuesto por Romera y Ruiz arquitectos trata de potenciar una mayor integración con la naturaleza que la originó.