"En los últimos años, los grandes museos e instituciones de arte se han movido dentro del mundo de la tecnología y han hecho grandes progresos en su adaptación a la era digital, pero necesitan ir mucho más lejos para adecuar sus contenidos a los nuevos requerimientos de sus visitantes". Esta es la tesis que defiende András Szántó, editor asociado de The Art Newspaper, en un reciente artículo titulado Time to loose control (Es hora de perder el control), que, por su interés, reproducimos a continuación:

Algunos museos están entrando incluso en el campo de la educación on line. El portal educativo del MoMA (moma.org/learn/courses/courses) incluye una oferta de 20 cursos a partir de 220 dólares (170 euros), dirigidos a la audiencia general, con títulos tan atractivos como "La década de los 60: Arte y Vida".

En quinto lugar, la web es, por supuesto, la herramienta de marketing por excelencia. Las iniciativas de medios sociales son una mezcla de educación y marketing. Un evento web internacional realizado en septiembre pasado llamado "Pregúntale a un conservador" (askacurator.com) reunió a expertos de 340 museos dispuestos a responder a las preguntas de los participantes, generando un elevado número de nuevas visitas.

La bienal de vídeo creativo del Guggenheim "YouTube Play" (youtube.com/play), una colaboración con YouTube, HP e Intel, consiguió este otoño pasado la asombrosa cifra de 23.000 envíos. Desde el Museo del Prado con su herramienta de Google Earth que permite hace un zoom desde el espacio en las pinturas más emblemáticas de su colección (google.com/intl/en/landing/prado), hasta el MoCA con su tour virtual por la casa de Jeffrey Deitch en el barrio de Los Feliz en Los Ángeles, los museos están descubriendo nuevas e ingeniosas formas de ampliar sus audiencias.

Por último, pero no por ello menos importante, la tecnología está transformando la práctica profesional de los museos. La sección “Dashboard” (Tablero de instrumentos), desarrollada por el Museo de Arte de Indianápolis ha llevado la transparencia de esa institución a un nuevo y desconocido nivel, proporcionando información en tiempo real de todo lo relativo al museo, desde el número de visitantes diarios al volumen de las dotaciones de las obras en cesión, pasando por el consumo diario de luz (dashboard.imamuseum.org).

Algunas de las mejoras más significativas o no se ven desde fuera o resultan poco atractivas porque están aplicadas a normas de régimen interno, pero lo cierto es que las herramientas digitales están ayudando a los museos de recopilar datos muy útiles sobre visitantes, gestión de colecciones y, sobre todo, están contribuyendo muy eficazmente a manejar sus presupuestos y recursos humanos del mejor modo posible.

3.0

Una vez convencidos de la necesidad de abrirse camino hacia un futuro digital, los museos deberían pensar profundamente acerca de lo que esto representa: hasta dónde están dispuestos a sacrificarse por el bien de la evolución y dónde van a situar el límite de la evolución tecnológica. Tienen también que resolver algunos dilemas de tipo práctico. ¿Pueden recuperar los costos de sus operaciones digitales? ¿Cómo van a hacer frente a las restricciones de copyright? ¿Qué hacer con las protecciones de la privacidad o las intrusiones comerciales no deseadas?

Y además, están los intangibles: ¿cuál es el equilibrio ideal entre las obras reales y la experiencia virtual? ¿Debe la tecnología convertir un museo en algo más que un espacio comunitario o facilitar encuentros de un carácter personal? ¿Las páginas de los museos deberían llegar a contener esos frenéticos e hiperrealistas videojuegos que tanto gustan a las nuevas generaciones o ese tipo de cosas deben quedar en manos de los proveedores de entretenimiento?

En privado, algunos directores y conservadores están preocupados por las consecuencias no deseadas. A muchos visitantes de mayor edad les gustan sus museos tal y como son. En el fondo consideran un museo como una especie de zona libre de gadgets, un último baluarte contra la informatización. Un teléfono inteligente es una manera fresca y rápida de encontrar la gran ballena azul o El Jardín de las Delicias, pero ¿qué hay de malo en perderse en un museo?

En cualquier caso, el cambio tecnológico no ha recorrido aún todo el camino posible en las más íntimas estructuras y actitudes de los museos. Cuando lo haga, los museos se verán muy diferentes. La innovación digital no sólo permitirá a las instituciones realizar las funciones tradicionales de nuevas formas sino que también les obligará a una serie de reajustes fundamentales y a menudo dolorosos.

Para las instituciones de arte de todo tipo, el hecho de abarcar nuevos medios de comunicación significa "no sólo un montón de tecnología punta, sino un replanteamiento de la relación con el público", comentaba hace poco Douglas McLennan, el fundador de artsjournal.com.

Es necesario adoptar una nueva forma de acercamiento a la información de todos los departamentos. Hace una década, el Departamento de Informática de un museo estaba cercano a los almacenes. Hoy en día está situado junto a la oficina del director. La idea de que la tecnología no es tanto una herramienta como una mentalidad no encaja de forma natural con los expertos y estudiosos sumidos durante años en la práctica diaria orientada a la propia obra física. Es la parte más difícil, que todavía está por llegar.

Los museos cuentan con una larga historia ejerciendo un control total sobre sus contenidos. Pero eso se ha acabado. "En el futuro los museos seguirán siendo unas fuentes de información de confianza y un comisario seguirá siendo una autoridad en una determinada obra de arte", comenta sobre este tema Rob Stein, director de Información del Museo de Arte de Indianápolis. "Pero no controlaremos los canales de información".

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Publicado en: 15 de Enero de 2011
Cita: "Adobe museo de medios digitales. AMDM" METALOCUS. Accedido el
<http://www.metalocus.es/es/noticias/adobe-museo-de-medios-digitales-amdm> ISSN 1139-6415
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