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Editorial |
Primavera 2000 - José Juan Barba

Nunca hemos sido explícitos mostrando el tema que articula los contenidos de los anteriores números de METALOCUS. Me decía un amigo que aunque nunca lo explicitásemos le gustaría saber cuales eran.
Empezamos a hablar sobre el concepto de permeabilidad de las ideas, incluso del de trasparencia y la intencionalidad o no de traslucir dicha estructura. Cuando le conté que nos sentíamos más transparentes actuando así, pues es algo que intencionadamente existe como fundamento en METALOCUS,  y me expliqué un poco más (por cierto incito al lector a realizar un pequeño concurso para descubrirlo). En teoría la transparencia es la capacidad por la que las relaciones, imágenes, opiniones, llegan o se reciben sin condicionantes o filtros que generan subjetividad y condicionan el contenido de la información expuesta.

La claridad en lo expuesto reduce su transparencia cuando se pone un filtro pues, independientemente de la apuesta que implique por parte del expositor, no deja de ser una apoyatura para sustentar lo que por su contenido no se sostiene. El compromiso y añadidamente el riesgo sin red que nosotros planteamos hace más libre al lector.

Creemos que dicha forma de plantear una publicación condiciona la percepción de lo expuesto y por el límite físico de cualquier publicación éstas están siempre abocadas a ser sesgadas. El hecho de que sean esos y no otros los artículos que salen y con quien salen, la intencionalidad absoluta de la presentación, nos parecía suficiente catalizador para que las “reflexiones” surgiesen y no las “recetas”. Sobre este concepto de transparencias, de límite, de piel, de dentro-fuera, de visibilidad e invisibilidad, de permeabilidad, hablamos en este número, pero esto solo son pistas para mi amigo.

Hará un par de años tomé prestado para el inicio de un artículo el mismo prólogo que Bruno Zevi había utilizado para su "Espacios de la Arquitectura Moderna" (un texto de Albert Einstein:    Über die spezielle und allgemeine Relativitätstheorie) Habían transcurrido casi cincuenta años (faltaban cuatro, ahora dos...), evidentemente no fue casualidad. Para muchos, es fácil olvidar cuándo se producen los acontecimientos, cuándo aparecen unas determinadas formas o se pronuncian unas determinadas palabras.

Cuando esté en la calle este número de METALOCUS, uno de estos acontecimientos hará unas semanas que se ha producido con la muerte de Bruno Zevi(*). Siempre se pierde algo en una situación así, pero quizá lo mas importante es lo que queda, la contundencia de la palabra escrita mas allá de un gesto. En una situación así uno siempre recuerda las palabras de un tiempo de pensamiento. María Teresa Muñoz, describía así a Zevi:

"Esta capacidad para hacer oír, con contundencia, su opinión sobre las cosas, sobre el pasado y el presente de la arquitectura, sobre quien la produce y quien la consume, explica la estrecha vinculación de Zevi con el mundo editorial".

En este caso era el mundo editorial, pero cualquiera que conozca su obra podría aplicar esta afirmación a su obra en general. Cuando se habla de capacidad para hacer oír, de pensamiento o de opinión, la desaparición física no se convierte en olvido y pasa a un segundo plano, pues la existencia de su obra permanece. En este caso ni las formas, ni las palabras habrán desaparecido y la forma de entender la arquitectura de este siglo ya no será la misma, por mucho que algunos no lo deseen existen otras vías para entender la Arquitectura. La tozuda palabra escrita permanecerá y esa es una forma de no morir.

Con este número de METALOCUS iniciamos nuestro segundo año de publicación. Agradecemos a todas las personas que lo han hecho posible y especialmente a todos los lectores, con cuyo apoyo e interés han permitido que los primeros pasos por proponer o poder plasmar otras vías de investigación sean posibles en Arquitectura.

Primavera 2000 - José Juan Barba