Piet Oudolf, paisajista holandés de 75 años, está considerado uno de los pioneros de una generación de diseñadores de jardines que, a finales de la década de 1980, comenzaron a cuestionarse la jardinería paisajística tradicional porque, en su opinión, era demasiado decorativa y consumía muchos recursos y mano de obra.
Sus proyectos comenzaron a utilizar plantas perennes, a menudo autorregenerativas, arbustos y flores silvestres que durante mucho tiempo se habían ignorado como plantas de jardín, y comenzaron a disponerlos de manera también poco convencional. Oudolf no se considera a sí mismo como el fundador de un movimiento.
«Que digan otros lo que soy. Para algunos, solo soy un jardinero». Sin embargo, en las últimas décadas este simple jardinero ha diseñado numerosos jardines públicos en todo el mundo transformando el discurso sobre la jardinería en numerosos entornos urbanos que van desde intervenciones para Hauser & Wirth Somerset, la galería de arte Serpentine, la Bienal de Venecia, la «High Line» de Nueva York o los jardines de Chillida Leku en Hernani, Gipuzcoa, España.
Sus proyectos comenzaron a utilizar plantas perennes, a menudo autorregenerativas, arbustos y flores silvestres que durante mucho tiempo se habían ignorado como plantas de jardín, y comenzaron a disponerlos de manera también poco convencional. Oudolf no se considera a sí mismo como el fundador de un movimiento.
«Que digan otros lo que soy. Para algunos, solo soy un jardinero». Sin embargo, en las últimas décadas este simple jardinero ha diseñado numerosos jardines públicos en todo el mundo transformando el discurso sobre la jardinería en numerosos entornos urbanos que van desde intervenciones para Hauser & Wirth Somerset, la galería de arte Serpentine, la Bienal de Venecia, la «High Line» de Nueva York o los jardines de Chillida Leku en Hernani, Gipuzcoa, España.
«Durante las primeras décadas del desarrollo del Vitra Campus no nos planteamos la cuestión del diseño del paisaje. Las primeras intervenciones paisajísticas llegaron con la puesta en marcha de os proyectos de Alvaro Siza (Siza Promenade) y Günther Vogt, cuando se conectaron las zonas norte y sur del Campus. El jardín de Piet Oudolf le da Una nueva dimensión y ofrece a los visitantes Una experiencia distinta; una experiencia que, además, cambia continuamente»
Rolf Fehlbaum, presidente emérito de Vitra.
Lo que tienen en común los proyectos de Oudolf es la idea de un paisaje que parece salvaje e indómito, pero que en realidad no podría existir sin una meticulosa planificación y un mantenimiento igualmente cuidadoso.
Sus diseños juegan con determinadas ideas sociales sobre el concepto de «lo salvaje». «Solo intento convertir en realidad las fantasías de la gente», ha afirmado. Sin embargo, sus jardines no son salvajes en absoluto. Por el contrario, se esfuerza por conseguir una equilibrada composición o, como él lo llama, Una «comunidad» de plantas con distintos puntos fuertes y débiles y diferentes periodos de floración y ciclos vitales, de forma que el jardín ofrezca una experiencia sensorial durante todo el año y mantenga su belleza tanto en los meses de esplendor como en los de decadencia.
Esto requiere una minuciosa organización, un calendario muy preciso y una exhaustiva búsqueda de las plantas adecuadas y de sus posibles proveedores, aparte de un proyecto de plantación que, en el caso de Piet OudoIf, es una obra de arte en sí mismo.
Un nuevo jardín de Piet Oudolf, en el campus de Vitra en Weil am Rhein. Fotografía por Dejan Jovanovic / Vitra
Lo mismo puede decirse del esquema básico del proyecto de Oudolf para el Vitra Campus. Se utilizarán alrededor de 30.000 plantas, entre las que se encuentran ejemplares con nombres tan enigmáticos como Persicaria amplexicaulis, Echinacea pallida o Molinia caerulea. Todas estas plantas forman el marco del jardín, en el que no hay estructuras de obra pero que de ningún modo se resigna a convertirse en una mera decoración para la arquitectura circundante. Más bien sucede que el paisaje completa los edificios y les abre nuevas perspectivas, como señala Oudolf.
El objetivo del jardín es dirigir la atención de los visitantes desde los edificios hacia el suelo y crear en ellos un sugerente estado de desorientación. El espectador camina entre las plantas por senderos sinuosos buscando —en vano— una geometría estricta con líneas rectas y un punto focal claro. «Quiero que a gente se pierda en el jardín en lugar de pasar por él», comenta Oudolf, quien desea asegurarse de que las personas que visitan sus jardines sientan lo mismo que él: un encuentro tan emotivo como estético.
Para Piet Oudolf que antes trabajó como camarero y pescadero, las plantas son algo más que la materia orgánica que utiliza para embellecer sus jardines. Según dice, su relación con el mundo vegetal raya la obsesión. Sus conocimientos rivalizan con los de un botánico, pero él los aplica más bien a la manera de un director de teatro. «Para mí, las plantas son como actores que puedo utilizar y organizar de acuerdo con su aspecto y su comportamiento». Cada Una de ellas «actúa» a su manera, pero al final lo que surge es una interesante composición teatral».
Si el clima y las demás circunstancias son propicios, los primeros resultados de este teatro floral deberían empezar a verse en el Vitra Campus en septiembre. Pero esto es solo el principio, comenta Oudolf. «No se trata de pintar Un cuadro y colgarlo en la pared. Es pintarlo y dejarlo crecer y decaer».
Sus diseños juegan con determinadas ideas sociales sobre el concepto de «lo salvaje». «Solo intento convertir en realidad las fantasías de la gente», ha afirmado. Sin embargo, sus jardines no son salvajes en absoluto. Por el contrario, se esfuerza por conseguir una equilibrada composición o, como él lo llama, Una «comunidad» de plantas con distintos puntos fuertes y débiles y diferentes periodos de floración y ciclos vitales, de forma que el jardín ofrezca una experiencia sensorial durante todo el año y mantenga su belleza tanto en los meses de esplendor como en los de decadencia.
Esto requiere una minuciosa organización, un calendario muy preciso y una exhaustiva búsqueda de las plantas adecuadas y de sus posibles proveedores, aparte de un proyecto de plantación que, en el caso de Piet OudoIf, es una obra de arte en sí mismo.
Un nuevo jardín de Piet Oudolf, en el campus de Vitra en Weil am Rhein. Fotografía por Dejan Jovanovic / Vitra
Lo mismo puede decirse del esquema básico del proyecto de Oudolf para el Vitra Campus. Se utilizarán alrededor de 30.000 plantas, entre las que se encuentran ejemplares con nombres tan enigmáticos como Persicaria amplexicaulis, Echinacea pallida o Molinia caerulea. Todas estas plantas forman el marco del jardín, en el que no hay estructuras de obra pero que de ningún modo se resigna a convertirse en una mera decoración para la arquitectura circundante. Más bien sucede que el paisaje completa los edificios y les abre nuevas perspectivas, como señala Oudolf.
El objetivo del jardín es dirigir la atención de los visitantes desde los edificios hacia el suelo y crear en ellos un sugerente estado de desorientación. El espectador camina entre las plantas por senderos sinuosos buscando —en vano— una geometría estricta con líneas rectas y un punto focal claro. «Quiero que a gente se pierda en el jardín en lugar de pasar por él», comenta Oudolf, quien desea asegurarse de que las personas que visitan sus jardines sientan lo mismo que él: un encuentro tan emotivo como estético.
Para Piet Oudolf que antes trabajó como camarero y pescadero, las plantas son algo más que la materia orgánica que utiliza para embellecer sus jardines. Según dice, su relación con el mundo vegetal raya la obsesión. Sus conocimientos rivalizan con los de un botánico, pero él los aplica más bien a la manera de un director de teatro. «Para mí, las plantas son como actores que puedo utilizar y organizar de acuerdo con su aspecto y su comportamiento». Cada Una de ellas «actúa» a su manera, pero al final lo que surge es una interesante composición teatral».
Si el clima y las demás circunstancias son propicios, los primeros resultados de este teatro floral deberían empezar a verse en el Vitra Campus en septiembre. Pero esto es solo el principio, comenta Oudolf. «No se trata de pintar Un cuadro y colgarlo en la pared. Es pintarlo y dejarlo crecer y decaer».