En los castros de Alobre, Toiriz y A Subidá, como se hará en los 15 restantes, se ha llevado a cabo una actuación sensible y respetuosa con el entorno de cada yacimiento, representando una experiencia única para el visitante, impulsando asi el turismo de la zona.
En cada uno de los tres castros se han determinado los accesos y recorridos, señalizando las áreas de protección de los yacimientos, y creando elementos que permitan su exposición, con el fin ofrecer un recorrido histórico a traves de estos asentamientos prehistóricos de alto interés.
Descripción del proyecto por AGi architects
La Fase I de Trazas de Pontevedra contempla la intervención paisajística realizada en tres de los 18 yacimientos galaico-romanos de la provincia que forman parte del proyecto de musealización y puesta en valor a cargo de AGi architects, sentando las bases de lo que será en su conjunto para crear una singular red para la reinterpretación de paisaje arqueológico gallego.
En los castros de Alobre, Toiriz y A Subidá, como se hará en los restantes en fases posteriores, se ha llevado a cabo una actuación sensible y respetuosa con el entorno de cada yacimiento, con el fin de dotarles de una identidad propia, sostenible, sencilla y que, a la vez, represente una experiencia única para el visitante, convirtiéndose, además, en un impulsor del turismo de la zona.
AGi architects ha abordado el proyecto como un museo natural donde se recrea la memoria del paisaje a través de la vegetación autóctona, la combinación de capas -sonido, iluminación, recorrido y suelo-, y el sistema de picas como elemento generador y museístico. Se crea así una experiencia integral que acerca la naturaleza y ese mundo abstracto, imaginado y proyectado al observador.
En cada uno de los tres castros de esta primera fase se han determinado los accesos y recorridos, señalizando las áreas de intervención y protección preventiva de los yacimientos, y creando elementos singulares para su musealización, con el fin de acercar a los ciudadanos una narrativa histórica de estos asentamientos prehistóricos de alto interés científico, histórico, patrimonial y socioeconómico.
Estas tres primeras intervenciones desarrollan estrategias aplicables al resto de yacimientos de Trazas de Pontevedra, con perspectivas paisajísticas y materiales adaptados a cada entorno para preservar la esencia y personalidad de cada uno de ellos.
Castro de Alobre
Situado en las inmediaciones del actual puerto de Vilagarcía de Arousa, es un asentamiento de importantes dimensiones que en su día estaba bañado por el mar y representa un excelente ejemplo para entender cómo funcionaban la mayor parte de los castros costeros de la provincia de Pontevedra.
Se trata de una intervención paisajística que pone en valor las preexistencias, dando un espacio acotado y cuidado en torno a los restos que permiten su mejor observación. El pavimento, disperso pero orientado, así como la propuesta paisajística forman un sistema de reclamo intencionado más que una señal enmarcada y construida. Los contenidos museísticos del yacimiento se van mostrando al visitante de forma gradual, alternando miradores, puntos de información y bancos. Toda la actuación (pavimentos, picas o mobiliario urbano) se encuentra configurada bajo una trama ortogonal que se superpone sobre el emplazamiento. Esa trama traza un orden subliminal que remite a las cuadrículas arqueológicas como ineludible referencia.
La intervención también cuenta con el empleo de elementos vegetales, tanto para el afianzamiento de taludes como para acondicionar e indicar recorridos en el acceso principal, siempre con especies perfectamente aclimatadas al entorno y de mantenimiento casi nulo.
Al estar previstas futuras extensiones de la excavación al norte del yacimiento, se ha reducido la actuación en esa zona para evitar interferencias y mayores costes en los futuros trabajos.
Castro de Toiriz
Este castro, de la edad de hierro, lo forman dos recintos amurallados, la croa, Eira dos Mouros, y el antecastro que se sitúa en la cota inferior en el sur y este, delimitando entre ambos recintos un área de unas dos hectáreas de superficie.
No ha sido excavado, pero la prospección magnética por georadar llevada a cabo en 2012 ha permitido conocer, sin necesidad de excavación alguna, la configuración de las estructuras existentes, que continúan enterradas. La intervención realizada por AGi architects persigue hacer aflorar a la superficie, de una forma no invasiva ni falsamente imitativa, la forma en que el poblado castrense colonizó en su día este promontorio, y permitir imaginar al visitante, a través de sus trazas dibujadas en el paisaje, la civilización que hace miles de años habitó esta colina.
Con esta finalidad, se han diseñado una serie de piezas en acero corten, colocadas en el lugar a modo de dibujos en el paisaje, replicando las estructuras que subyacen bajo tierra. Las piezas, por tanto, responden a un triple objetivo:
- Ofrecer al visitante una configuración intuitiva del poblado existente bajo el terreno. Por ello, las piezas se han diseñado expresamente con un marcado carácter abstracto (superficies planas sobreelevadas o trazas realizadas con tubo de acero).
- Aportar un valor plástico diferenciador al entorno como obras de landart: dibujos en el paisaje.
- Crear un espacio que pueda ser usado por los vecinos y visitantes.
La propuesta trata de ser sensible al especial enclave que supone este montículo y a las privilegiadas vistas que ofrece sobre su vertiente occidental. Por ello, en este borde se han situado dos picas de paisaje que, aprovechando la gran cuenca visual que se extiende desde este flanco, enmarcan los castros más cercanos con los que los antiguos pobladores de Toiriz pudieron establecer vínculos sociales y económicos.
Castro de A Subidá
El castro de A Subidá se localiza en un pequeño y solitario montículo de inclinadas pendientes y magnífica visibilidad sobre Marín y la Ría de Pontevedra. Se trata de un asentamiento romanizado con más de tres hectáreas de superficie delimitadas por un doble amurallamiento.
La fuerte pendiente supone un punto de inicio ineludible para cualquier propuesta de musealización. En este sentido, el área de acción del proyecto excede el entorno inmediato del yacimiento y se extiende por todo el camino que habrá de recorrerse desde el punto de acceso más cercano, en la parte baja de la ladera. Se ha buscado la recuperación del camino de mínima pendiente evitando cualquier movimiento de tierras que pueda dañar la ladera y las posibles construcciones que permanezcan enterradas bajo ella. Se ha señalado el camino con pavimento mediante piezas que marcan cada metro altimétrico recorrido. Una serie de picas sirven de necesarios hitos que guían al visitante y son, a la vez, soporte del contenido museístico que se ofrece de forma gradual acompañando la subida.
Se han incorporado zonas de descanso en el camino que permiten la pausa y la recreación en el paisaje que antiguamente dominaba este asentamiento. Se ha realizado el acondicionamiento paisajístico de la ladera oriental del montículo con especies vegetales autóctonas. A través de las diferentes épocas de floración de las especies seleccionadas se crea un manto de color en el paisaje que sirve como reclamo natural visible desde la carretera, y acompaña al visitante en su camino.
Ya en las proximidades de los restos arqueológicos visibles se acondiciona una plataforma de terreno compactado para ofrecer una experiencia de visita más confortable y donde se permite la contemplación sosegada del yacimiento y del paisaje circundante.