Entre sueño, mala comida y peores películas, el goteo de preguntas es abrumador: ¿qué me espera?, ¿valdrá la pena tanto sacrificio?, ¿podré volver a trabajar en un entorno corporativo con más de 2000 arquitectos en el mundo?, ¿echare de menos a los pequeños estudios europeos?, ¿tendrán la reflexiones detrás de los proyectos un impacto positivo?, ¿se verán frustradas mis aspiraciones de diseño por la rigidez del sistema, condiciones, plazos y presupuestos? Sin respuestas.
Desde que tome la decisión de aceptar el reto y lanzarme en esta nueva aventura, muchos de mis colegas arquitectos me han contado alguna extravagante experiencia con “proyectos asiáticos” ya sea vivida en carne propia o por algún conocido. Historias ajenas y lejanas, abstractas y difusas en la obscuridad del avión.
La incógnita es enorme pero la curiosidad y la motivación la superan; tengo la impresión de estar en un “déjà vu”; ser uno de esos tantos personajes, afortunados algunos, no tanto otros, emprendiendo su viaje a los Mares del Sur buscando en lo desconocido horizontes que renueven sus sentidos e intereses.
En contraposición, un sentimiento de tristeza me acompaña; tengo la sensación de que Europa, históricamente motor de cultura universal, se está apagando. Parece que la crisis económica ha calado y muchísimo, podría decir que la ilusión ha desaparecido y solo es un sentimiento en la memoria de sus ciudadanos. Nos hemos convertido en autómatas que han perdido la pasión; el consumo y el bienestar se han apoderado de la sociedad y muchos valores han mutado; ahora que la crisis nos sofoca el vacío es inmenso.
En este contexto, los arquitectos ya no queremos ser estrellas, muchos somos conscientes de que estamos a años luz de lo que la sociedad quiere, necesita y espera de nosotros. El desencuentro es tan perturbador que espero encontrar respuestas en mi nuevo destino…
Llegada a Changi Airport de Singapur, entre las multitudes reconozco un ex compañero Asiático de mis años de estudios en Brooklyn y después de un efusivo abrazo me pregunta:
-Bueno, y que te trae por aquí?
Le cuento sobre ni nueva aventura en Su Continente, me mira y amablemente me dice:
-Llegas tarde…
¡¡CONTINUARÁ... LA PRÓXIMA SEMANA MÁS!!