Hace unos meses tuve mi última reunión con mi club de lectura en Barcelona. Debido a mi marcha y los motivos de la misma hablamos de cómo es ahora la vida de un arquitecto. Uno de mis amigos, empresario, no podía creer lo que le contaba. No podía creer que el arquitecto trabaje fines de semana y madrugadas enteras y no solo no cobre esas horas extras sino que las muestra a sus compañeros de profesión con orgullo como quien porta con honra una herida de guerra. No podía creer que a pesar de los bajos sueldos o la precariedad de los contratos en los despachos “estrella” del mundo éstos fuesen la aspiración de millones de arquitectos por el estatus que ése nombre puede dar a su curriculum, aunque sea doblando planos. Me dijo que le gustaría saber más ya que la idea que tenía del arquitecto era la de una persona culta y pensante, si, pero forrada de pasta e irremediablemente endogámico y elitista.
Eso me hizo pensar que el arquitecto escribe, piensa y habla para otros arquitectos, como si éstos fuesen los únicos que pudieran entenderle.
Paralelamente un buen amigo psiquiatra me contó el gran número de pacientes arquitectos que tenía desde hacía un año, y siempre dentro de la confidencialidad, me explicó que sus males, ataques de pánico, ansiedad y estrés, eran comunes a todos. Algo lógico si pensamos en alguien que debe combinar una vida “pública” de persona literata, viajante y en continua competición con sus colegas de profesión con la “privada” de persona sin ingresos fijos mensuales que debe afrontar pagos de seguros, hermandades, colegiaciones, suscripciones a revistas (no puede ni debe perder de vista la actualidad de su mundo y sus colegas/competidores), un lugar dónde vivir y muchas veces un despacho_estudio_espacio (según gustos), donde trabaja ya que “necesita” un lugar dónde mostrar a cualquiera que le visite, normalmente otros arquitectos, cómo clasifica maquetas, planos y láminas de concurso así como su conjunto de libretas_blocks_cuadernos de notas y dibujos que hace pedir a Harvard ya que cuando estuvo allí, 6 meses, les cogió verdadera afición.
Con estas cuestiones en mente surge In Treatment/En terapia, un homenaje a la serie que lleva el mismo nombre de la cadena HBO (basada en la homónima serie israelí de gran éxito) donde tenemos la oportunidad de ver cada día a uno de los pacientes de Paul, su psicoanalista, y a través de los retazos que nos ofrecen los personajes podemos tratar de imaginar sus vidas. Porque no sabemos si son lo que dicen ser, si hacen los qué dicen hacer, si creen lo que dicen creer, solo sabemos lo que le cuentan a Paul durante 30 minutos en su sesión semanal.
Ese morbo de saber más sobre la vida del otro es algo común en la vida del arquitecto. Y no es una mera curiosidad en nuestro caso sino que a veces es herramienta de tortura y flagelación, ya que saber que tu compañero de clase se encuentra en BIG, que tu mejor amigo trabaja en NY o que tu peor enemigo de clase tiene un despacho propio y da clases de proyectos en la universidad, puede remover todos tus asentados cimientos y despertar en ti un sinfín de preguntas sobre qué camino tomaron para llegar allí y tú no, dónde te equivocaste, o si quizás estarán ellos a la larga equivocados. Porque para el arquitecto el triunfo y el éxito siguen siendo la meta.
Me gustaría encontrar en In Treatment retazos de vidas de arquitectos, si, pero también de personas que tienen miedos, frustraciones, angustias, y también por supuesto alegrías, ilusiones y sueños. Me gustaría que las sesiones de los personajes nos ayudasen a ver que no somos dioses ni seres humanistas atormentados, me gustaría que los personajes nos mostrasen que no es fácil coger las maletas e irse a Vietnam, qué no es fácil trabajar en un ayuntamiento, que ni una cosa ni la otra es éxito o fracaso, ni una cosa ni la otra es más o menos arquitectura, que todos somos al fin y al cabo un cúmulo de “sesiones” y que todas tienen importancia y relevancia para nosotros, para otros arquitectos y para todos aquellos a los que pretendemos decir cómo vivir sus hogares, sus ciudades y sus mundos.