Mapplethorpe se formó en el Pratt Institute, en una escena cultural liderada por corrientes artísticas como el body art, el minimal o el arte conceptual, que hacían uso de la fotografía desligada de su faceta formal o estética. A su vez, es una época caracterizada por un fuerte retorno de la pintura en la que el uso del medio fotográfico se reduce notablemente.
Cuando Mapplethorpe empezó a utilizar su Polaroid y a evolucionar del collage hacia la fotografía pura, los géneros "arte" e "industria" estaban separados bajo las categorías "alta" y "baja” cultura, vinculándose la técnica fotográfica a fines meramente comerciales y dependientes de la industria.
Su desarrollo como fotógrafo coincide con un auge general de la cultura kitsch en el seno de la industria cultural, entendida como "la exposición continuada de objetos y actitudes propuestos como lujosos y sofisticados y, a la vez, como absolutamente alcanzables para todos". Se trata del kitsch comprendido no como género fotográfico en sí, sino como una filosofía de compenetración con el mundo que impactó fuertemente en los artistas de esta generación.
En este contexto, y frente a la tendencia dominante en las corrientes artísticas de reducir la fotografía a su dimensión conceptual, Mapplethorpe rescata la elaboración formal que permite la fotografía y la incorpora a su faceta conceptual.
Crudas y directas imágenes de sadomasoquismo combinadas con la más meticulosa dirección compositiva, pornografía pura y el más exacto clasicismo pictórico, una simple flor con la más exagerada sensualidad y erotismo. La poética de Mapplethorpe planteaba una fusión total entre arte y vida, en la que a menudo situaba su propia realidad en el centro.
Esta exposición ahonda en la especial sensibilidad de Mapplethorpe hacia el objeto, que mostró desde su comienzo como artista, cuando su obra podía considerarse de estilo new dada. Decía considerar a las flores, por ejemplo, como sujetos, más que como pretextos para la exhibición formal. Elementos cuyo aspecto misterioso y oscuro humanizaba hasta dotarlas de un imprevisible reclamo erótico.
En esta muestra podemos apreciar su capacidad para dotar de dignidad artística, por igual, al retrato de un picaporte, a la pata de una cómoda o a un órgano sexual masculino. Mapplethorpe mantuvo esta metodología durante toda su carrera, incorporando su vida a su práctica, y ni siquiera la detuvo ante la inminente y trágica consciencia de la muerte.
El resultado es un híbrido sin precedentes en la historia del arte, una mezcla única que permite entender el escándalo que provocó y aún provoca su obra.
A pesar de su corta vida, Mapplethorpe dejó un amplio legado aún por explorar, abierto a incontables redescubrimientos, que hoy en día pervive como radicalmente contemporáneo. Esta exposición realza la íntima relación del artista con objetos, flores y escenas cotidianas, abriendo el camino para indagar en su obra bajo una perspectiva inédita en España.
En abril de 2018 se estrenó en el Festival de Tribeca, Nueva York, la película Mapplethorpe (2018), dirigida por Ondi Timoner. Asimismo, para conmemorar el 30º aniversario del fallecimiento del artista se han realizado diversas exposiciones en todo el mundo como la individual en Galleria Fanco Noero de Turín; Robert Mapplethorpe, Coreografía per una mostra, en el Museo Madre - Museo d’Arte Contemporanea Donnaregina, Nápoles; o Implicit Tensions: Mapplethorpe Now, en Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York. La exposición en la galería Elvira González se suma a esta conmemoración y además forma parte del Festival OFF de PHotoEspaña.
Cuando Mapplethorpe empezó a utilizar su Polaroid y a evolucionar del collage hacia la fotografía pura, los géneros "arte" e "industria" estaban separados bajo las categorías "alta" y "baja” cultura, vinculándose la técnica fotográfica a fines meramente comerciales y dependientes de la industria.
Su desarrollo como fotógrafo coincide con un auge general de la cultura kitsch en el seno de la industria cultural, entendida como "la exposición continuada de objetos y actitudes propuestos como lujosos y sofisticados y, a la vez, como absolutamente alcanzables para todos". Se trata del kitsch comprendido no como género fotográfico en sí, sino como una filosofía de compenetración con el mundo que impactó fuertemente en los artistas de esta generación.
En este contexto, y frente a la tendencia dominante en las corrientes artísticas de reducir la fotografía a su dimensión conceptual, Mapplethorpe rescata la elaboración formal que permite la fotografía y la incorpora a su faceta conceptual.
Crudas y directas imágenes de sadomasoquismo combinadas con la más meticulosa dirección compositiva, pornografía pura y el más exacto clasicismo pictórico, una simple flor con la más exagerada sensualidad y erotismo. La poética de Mapplethorpe planteaba una fusión total entre arte y vida, en la que a menudo situaba su propia realidad en el centro.
Esta exposición ahonda en la especial sensibilidad de Mapplethorpe hacia el objeto, que mostró desde su comienzo como artista, cuando su obra podía considerarse de estilo new dada. Decía considerar a las flores, por ejemplo, como sujetos, más que como pretextos para la exhibición formal. Elementos cuyo aspecto misterioso y oscuro humanizaba hasta dotarlas de un imprevisible reclamo erótico.
En esta muestra podemos apreciar su capacidad para dotar de dignidad artística, por igual, al retrato de un picaporte, a la pata de una cómoda o a un órgano sexual masculino. Mapplethorpe mantuvo esta metodología durante toda su carrera, incorporando su vida a su práctica, y ni siquiera la detuvo ante la inminente y trágica consciencia de la muerte.
El resultado es un híbrido sin precedentes en la historia del arte, una mezcla única que permite entender el escándalo que provocó y aún provoca su obra.
A pesar de su corta vida, Mapplethorpe dejó un amplio legado aún por explorar, abierto a incontables redescubrimientos, que hoy en día pervive como radicalmente contemporáneo. Esta exposición realza la íntima relación del artista con objetos, flores y escenas cotidianas, abriendo el camino para indagar en su obra bajo una perspectiva inédita en España.
En abril de 2018 se estrenó en el Festival de Tribeca, Nueva York, la película Mapplethorpe (2018), dirigida por Ondi Timoner. Asimismo, para conmemorar el 30º aniversario del fallecimiento del artista se han realizado diversas exposiciones en todo el mundo como la individual en Galleria Fanco Noero de Turín; Robert Mapplethorpe, Coreografía per una mostra, en el Museo Madre - Museo d’Arte Contemporanea Donnaregina, Nápoles; o Implicit Tensions: Mapplethorpe Now, en Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York. La exposición en la galería Elvira González se suma a esta conmemoración y además forma parte del Festival OFF de PHotoEspaña.