La obra nos muestra obras contemporáneas que parten de la música para buscar la relación entre artes plásticas, escénicas y la creación contemporánea. Los artistas nos muestran cómo la música juega con los temas de actualidad. Un ejemplo es el trabajo de Luis San Sebastián, que decide realizar una lectura crítica del presente utilizando la historia del rock y el arte conceptual.
Otras instalaciones como la de Largen & Bread mediante piezas sonoras y videos realiza una reflexión sobre los paralelismos entre los impulsos autodestructivos de algunas estrellas de rock y la tendencia a la destrucción de instrumentos de músicos de vanguardia. El trabajo de Félix Curto, realizado en todo tipo de soportes, parece sacado de la estrofa de alguna canción de Neil Young, los Byrds o ls Flying Burrito Brothers. Artistas como Irma Marco han optado por usar los nuevos soportes para crear e interpretar. Los soportes de media se utilizan también como instalaciones. El último ejemplo entre música y artes escénicas y plásticas es la obra de Carlos Aires, que mediante su obra "¿Cómo es de profundo tu amor?" crea una alegoría del amor visceral cargando de violencia el amar.
Los artistas que exponen en Bailar de Arquitectura son españoles o afincados en nuestro país desde hace muchos años. La muestra nos sirve para tomar la temperatura a una generación de artistas contemporáneos cuya edad oscila entre los 28 y los 50 años y que han trabajado en las últimas dos décadas sobre temas que relacionan la música, la danza, la escritura y las artes visuales.
El título de la exposición está inspirado en una frase pronunciada por Frank Zappa en los 70. Contrariado por la manera de realizar juicios de valor injustos de la crítica, dijo que pensaba que “escribir sobre música era como bailar de arquitectura”. Era una manera de decir que ningún texto era capaz de capturar la energía y emoción que genera la experiencia de componer, interpretar o escuchar música. El contrapunto a estas palabras se encuentra en Grapefruit (Pomelo) por Yoko Ono. Pomelo es un pequeño libro de poesía que en realidad se trata de una obra musical que se articula mediante sucintas instrucciones lingüísticas y sugerentes micro-narraciones.
Frank Zappa y Yoko Ono representan los dos polos sobre los que basculan la mayor parte de las obras seleccionadas para esta exposición.
La manipulación poética de los objetos, el arte conceptual y la performance estan muy presentes en el trabajo de los artistas seleccionados. La música, aunque no se manifieste acústicamente, es inseparable del proceso creativo. Algunos componen e interpretan instrumentos, otros diseñan coreografías para entornos arquitectónicos insólitos y para muchos, los sonidos, títulos de canciones, los imaginarios de la música popular o el ruido de fondo son herramienta herramientas que les invitan a preguntarse:
Otras instalaciones como la de Largen & Bread mediante piezas sonoras y videos realiza una reflexión sobre los paralelismos entre los impulsos autodestructivos de algunas estrellas de rock y la tendencia a la destrucción de instrumentos de músicos de vanguardia. El trabajo de Félix Curto, realizado en todo tipo de soportes, parece sacado de la estrofa de alguna canción de Neil Young, los Byrds o ls Flying Burrito Brothers. Artistas como Irma Marco han optado por usar los nuevos soportes para crear e interpretar. Los soportes de media se utilizan también como instalaciones. El último ejemplo entre música y artes escénicas y plásticas es la obra de Carlos Aires, que mediante su obra "¿Cómo es de profundo tu amor?" crea una alegoría del amor visceral cargando de violencia el amar.
Los artistas que exponen en Bailar de Arquitectura son españoles o afincados en nuestro país desde hace muchos años. La muestra nos sirve para tomar la temperatura a una generación de artistas contemporáneos cuya edad oscila entre los 28 y los 50 años y que han trabajado en las últimas dos décadas sobre temas que relacionan la música, la danza, la escritura y las artes visuales.
El título de la exposición está inspirado en una frase pronunciada por Frank Zappa en los 70. Contrariado por la manera de realizar juicios de valor injustos de la crítica, dijo que pensaba que “escribir sobre música era como bailar de arquitectura”. Era una manera de decir que ningún texto era capaz de capturar la energía y emoción que genera la experiencia de componer, interpretar o escuchar música. El contrapunto a estas palabras se encuentra en Grapefruit (Pomelo) por Yoko Ono. Pomelo es un pequeño libro de poesía que en realidad se trata de una obra musical que se articula mediante sucintas instrucciones lingüísticas y sugerentes micro-narraciones.
Frank Zappa y Yoko Ono representan los dos polos sobre los que basculan la mayor parte de las obras seleccionadas para esta exposición.
La manipulación poética de los objetos, el arte conceptual y la performance estan muy presentes en el trabajo de los artistas seleccionados. La música, aunque no se manifieste acústicamente, es inseparable del proceso creativo. Algunos componen e interpretan instrumentos, otros diseñan coreografías para entornos arquitectónicos insólitos y para muchos, los sonidos, títulos de canciones, los imaginarios de la música popular o el ruido de fondo son herramienta herramientas que les invitan a preguntarse:
¿Soy un músico en el cuerpo de un artista o un artista en el cuerpo de un músico?”
Los artistas que muestran sus obras en esta exposición son:
Carlos Aires, Felix Curto, Ana Cembrero, Dionisio González, Luis San Sebastián, Irma Marco, Largen & Bread, La Bien Querida / Juanma Carrillo, Laura Llaneli, Hugo Alonso, Alfonso Sicilia Sobrino, Luis Pérez Calvo, Josefina Zuain, Miguel Rodríguez, Renata Casanova, Eva Suárez.