La vivienda fue encargada en 1925 por Erich Wolf, un fabricante textil con gran predilección por el arte. Al arquitecto se le otorgó total libertad en el diseño de la vivienda y por primera vez Mies abandona la cubierta inclinada y pone en práctica la fluidez de espacios interiores, liberando el movimiento entre estancias como más adelante haría en el Pabellón de Barcelona o en la Casa Farnsworth.
Este hito dentro de la arquitectura moderna, a pesar de que fue prácticamente destruido en 1945 tras un bombardeo del ejército Soviético a su entrada en Alemania, ha sido recientemente objeto de controversia entre los círculos de arquitectura y restauración.
Un grupo de arquitectos alemanes ha comenzado una campaña para reconstruir la casa familiar basándose en fotografías y croquis de la época. Uno de los líderes de este gupo de trabajo es el arquitecto retirado Florian Mausbach quien espera recaudar 2 millones de euros para su reconstrucción. Este proyecto arrancó el pasado mes de marzo con una pequeña exposición en Berlín que, según comentó Maushbach al periódico The New York Times, viajará a otras ciudades alemanas y posteriormente a Polonia y Chicago.
Pero esta no es la primera vez que se realizan estudios sobre esta obra del arquitecto Alemán. En 2001 el profesor de arquitectura en la Universidad Técnica de Brandenburgo en Cottbus, Leo Schmidt, lideró junto con Barry Bergdoll (profesor de historia en la Universidad de Columbia y antiguo comisario de arquitectura y diseño del MOMA) una excavación de las ruinas de la casa revelando parte de los muros de sótano, lo que permitió hacer un levantamiento de la misma.
Sin embargo, Schmidt difiere bastante de la idea de reconstruir la casa de los Wolf. El arquitecto opina que, así como la reconstrucción del Pabellón de Barcelona ayudó a comprender en profundidad la obra de Mies, el caso de la Casa Wolf es bastante diferente, pues se trataba de una vivienda que pretendía alojar una gran colección de muebles y piezas de arte de las que se tiene poca información, por lo cual reconstruirla como una cáscara vacía no ayudaría a ampliar nuestro conocimiento sobre el arquitecto.
Según opinó Schmidt en el Times, "La casa reconstruida podría acabar con habitaciones de paredes blancas y vacías, dando a los visitantes de nuestro tiempo una impresión totalmente falsa de los espacios que Mies creó originalmente". Lo que Schmidt propone es peservar la ruina y darle valor a la obra mediante otros medios que no sean los de la reconstrucción.
A una escala más social, el tema de la reconstrucción de edificios afectados durante la Segunda Guerra Mundial también genera un intenso debate en Alemania, pero en este caso de tipo ideológico. Los críticos opinan que la reconstrucción de estos edificios supone un borrado en la memoria de lo que generó el Nazismo y que habría que preservarlos en su estado de ruina para que sirvan de recuerdo del desastre.
Está claro que, a pesar de que haya transcurrido casi un siglo desde la contienda, hay temas como los de la memoria en los que es difícil ponerse de acuerdo. Mientras tanto, cada parte hace su campaña.