La Parroquia de Nuestra Señora Flor del Carmelo, a cargo de los Carmelitas es el último de los grandes encargos de carácter religioso que realizó Miguel Fisac. Los Padres Carmelitas tenían una idea muy clara del programa que querían desarrollar, que difería de otros más convencionales, deseaban un espacio comunitario, sin rigideces y muy luminoso.
La iglesia, con planta en forma de pentágono irregular y cubierta cuadrada, se sitúa en uno de los extremos de la parcela al fondo del patio tras un claustro de acceso rodeado de una serie de aulas y espcios para la comunidad.
Se concibió como un espacio geométrico de líneas puras de procedencia cúbica al que se han añadido o suprimido espacios. Siendo la ornamentación exterior similar a la interior del templo, unos juegos de figuras geométricas sobre la superficie de los muros.
SOLUCIÓN CONSTRUCTIVA
En esta obra, la incesante búsqueda de experimentación de Fisac le llevó hacia una solución innovadora en el contexto de un espacio religioso, el uso de materiales normalmente utilizados en la construcción industrial, empleados, siempre con un toque poético donde la cubierta se resuelve con unas planchas metálicas sobre una serie de vigas Vierendeel que van generando formas giradas una respecto de la anterior superponiéndose a la inferior hasta llegar al cuadrado menor de la parte superior de la cubierta.
Se aprecia la utilización de la luz como elemento de proyecto, empleando las perforaciones en las vigas de la cubierta para que una calculada luz penetre y tense el espacio de la sala de la asamblea dominical.
Es posible encontrar en esta parroquia algunas simbologías. En el claustro dos árboles representan el sentido de la fe cristiana: un olivo recuerda a los fieles la horizontalidad de la fe cristiana, mientras la verticalidad del ciprés, recuerda la esperanza en el más allá. La estrella a ocho puntas, símbolo del escudo carmelitano está presente en las planchas de hormigón blanco de las fachadas, realizada con encofrado flexible patente de Fisac.
Se puede sintetizar el carácter de esta parroquia como un espacio entre lo mundano y lo metafísico, dónde una vigas metálicas de low-cost propias de la arquitectura industrial conviven con unos blancos muros de hormigón y un luminoso espacio de rezo.