La vivienda se caracteriza por el uso de elementos metálicos de acero superpuesto entre una serie de plataformas y perforaciones, en una paleta de tonos greiges, creando un monolitismo estructural que se rompe con la entrada de luz y sombras a través de distintas superficies dando lugar a un gran cuadro de expresividad teatral con nuevas vistas y perspectivas llenas de dinamismo donde se incorporan las interacciones de la propia vida familiar, creando una hibridación completa de convivencia entre ambos mundos en un único espacio.
Descripción del proyecto por Jean Verville Architecte
El arquitecto Jean Verville explora un mundo donde la arquitectura, la teatralidad y la alegría se unen para imaginar una propuesta híbrida donde las percepciones sensoriales están llamadas a transgredir los límites de la forma tridimensional, y donde los espacios de vida parecen liberados de su realidad.
A lo largo del proceso, los clientes, los creadores y actores Sophie Cadieux y Mani Soleymanlou, a través de su creatividad, su dominio de la dimensión colaborativa inseparable del trabajo teatral y su talento para la improvisación, adoptan el enfoque lúdico del arquitecto con pasión, rigor y sensibilidad. Con la ayuda de su cómplice, la arquitecta Tania Paula Garza Rico, directora de su estudio homónimo, Verville crea una puesta en escena caprichosa, incorporando la presencia de alegorías de criaturas. Frente a la lente del fotógrafo, los arquitectos y sus clientes se involucran en este ejercicio con entusiasmo, humor e imprevisibilidad. Con esta materia prima, Verville realiza la manipulación digital para producir imágenes que plantean interrogantes sobre la ilusoria banalidad de la habitabilidad.
«Una experiencia creativa extraordinaria, desde el primer encuentro hasta esta puesta en escena final ... ¡Me río constantemente mientras recuerdo ese día!»
Mani Soleymanlou.
Adoptando los universos creativos de sus ocupantes, sus personalidades y sus necesidades articulares como esquema narrativo, el proyecto MSO consiste en una completa reconfiguración volumétrica, permitiendo generar una creación artística así como un espacio habitable adaptado a la realidad cotidiana de los dos artistas y su hijo. Dentro de una casa estrecha, ubicada en un barrio residencial de Montreal, un paseo escenográfico se despliega en toda la altura del edificio.
Teniendo que satisfacer las necesidades de la vida familiar, pero también sustrayéndolas en ocasiones para crear un ambiente de trabajo que potencie la concentración y la creatividad, la reordenación espacial encubre las funciones en una sucesión de volúmenes ordenados completados por diez pausas escénicas. El espacio central, atravesado por una estructura de acero calado que se extiende a lo largo de doce metros de altura, suprime la jerarquía original en una segmentación dinámica, mientras que la monocromía de tonos greige une al conjunto en una entidad monolítica.
«En cada momento descubrimos algo nuevo, un nuevo corte, una nueva línea. Es un regalo tremendo.»
Sophie Cadieux.
«¿Pero dónde está mi habitación?»
Oscar.
Con el objetivo de una efectiva convivencia de las actividades domésticas y profesionales, la permeabilidad a la vida familiar y una distribución espacial que proporcione un nivel de privacidad individual, la propuesta aprovecha la descompartimentalización para consolidar el sentimiento de unificación en su despliegue vertical y metamorfosear la legibilidad de la todo.
Para minimizar las alteraciones en el edificio existente, la sustracción selectiva de áreas de piso libera el núcleo del espacio para acomodar la nueva progresión vertical, desplegándose gradualmente sobre los tres pisos de la casa en una sucesión de diez plataformas versátiles y multifuncionales. Estas diez pausas escénicas establecen una nueva organización espacial. La estructura metálica, con superficies y paredes de acero perforado, se yuxtapone con una serie de escenarios y plataformas elevadas -a veces ofrece una pequeña escena, y a veces un asiento- para trazar límites fluidos que privatizan los espacios creando porosidad visual.
Cumpliendo con el requisito de adaptabilidad funcional minimizando la necesidad de mobiliario, el nuevo sistema de organización espacial involucra interacciones inusuales para facilitar la apropiación personal y creativa de los subespacios que configura. Fragmentadas por mamparas metálicas y muros bajos, y meandros puntuados, las pausas escénicas ofrecen nuevos puntos de vista en el espacio y nuevas perspectivas sobre la presencia de otros. El imponente ensamblaje metálico, que además consolida la integridad estructural del proyecto, se remata con un lucernario, de 2,5 metros por 2,5 metros, que maximiza la luz natural al difundirla hacia la planta baja.
La luz, filtrada por las superficies y paredes metálicas, multiplica las proyecciones de sombras proyectadas para marcar el espacio con líneas gráficas, oponiendo su presencia con los límites espaciales, y ofreciendo una danza continua de sombras geométricas que juegan sobre el lienzo monocromático. Refinada y expresiva, la propuesta constituye un ensamblaje que divide volumen y luz para envolver el lugar en un aura misteriosa que contribuye a la teatralidad del experimento propuesto.