El diseño y la producción de muebles, telas, elementos decorativos y accesorios de estilo de vida para el hogar ocupan hoy en día a toda una industria global gigantesca. Las nuevas tendencias de interiorismo sustentan todo un panorama medial de revistas, programas de televisión, blogs y canales de medios sociales.
Sin embargo mientras que los temas sociales y arquitectónicos, como la cuestión acerca de un espacio para viviendas costeable, se debaten hoy en día de forma muy activa no existe un serio análisis social entorno al interiorismo. Este hecho, presenta como los interiores seleccionados muestran en qué medida el diseño de los espacios de una vivienda se ve influenciados por personalidades del diseño individuales, pero siempre también por las influencias procedentes del arte, la arquitectura, la moda o el diseños de sets.
Mientras que hoy en día muchos interiores muestran una monotonía sacada de los ejemplos dados por los fabricantes de muebles o Instagram, la exposición demuestra, gracias a su abundancia de ejemplos expositivos, cuán rica y sorprendente disciplina puede ser la del diseño de interiores. La historia moderna de la vivienda privada se redescubre así de forma sugerente.
Espacio, economía, ambiente: 2000 – hoy
La exposición «Home Stories» empieza con el interiorismo contemporáneo, que esboza el radical cambio de perspectiva en el domicilio privado que se da en la actualidad. Un ejemplo destacado es la micro-vivienda «Yojigen Poketto» (rincón 4D) del estudio de arquitectura Elii de Madrid realizada en 2017, que gracias a sus muebles empotrados variables necesita un mínimo de espacio.
Por otra parte, el arquitecto Arno Brandlhuber ha demostrado con su «Antivilla» en las inmediaciones de Potsdam (2014) cómo puede reutilizarse una antigua fábrica como vivienda. Para ello utiliza separadores del espacio hechos con tela para crear espacios que puedan usarse para distintos fines, definiendo así una forma alternativa de confort y lujo que apuesta por la reducción y el uso meditado de materiales singulares.
El proyecto «Granby Four Streets Community Housing» en Liverpool (2013-2017) demuestra, al contrario, cómo la denominada «sharing economy» se refleja en el diseño de interiores. El colectivo de arquitectos y diseñadores británico Assemble preservó de ser derribada a una urbanización de casas adosadas de la época victoriana mediante el vaciado de su estructura interna y la remodelación de acuerdo con las necesidades actuales, contando en todo momento con la estrecha cooperación de sus habitantes. En un taller propio in situ se crearon nuevos elementos decorativos para las viviendas a partir de los materiales antiguos sacados de las casas.
Un cambio fundamental en la percepción del entorno de la vivienda en los últimos años viene ocasionado por las plataformas de internet como Airbnb, Instagram o Pinterest: estas hacen posible publicar nuestras viviendas en todo momento y considerarlas cada vez más como una mercancía comercializable. Sin embargo, las imágenes y la escenificación de muchos interiores actuales siguen recurriendo con frecuencia a motivos tradicionales o conservadores. Este hecho lo demuestra el diseñador británico Jasper Morrison en un ensayo con imágenes creado exclusivamente para la exposición, con el que analiza el significado de objetos individuales y conjuntos de objetos para la creación de la atmósfera y el carácter de una vivienda.
La reinvención del interiorismo: 1960 – 1980
La segunda parte de la exposición se dedica a las fracturas radicales de las tradiciones en el diseño de interiores entre la década de los 1960 y la década de los 1980. Bajo la creciente influencia del postmodernismo los diseñadores empezaron a reflexionar acerca del contenido significativo y simbólico de los muebles, los estampados y las decoraciones, ante todo el grupo italiano de diseño Memphis.
El diseñador de moda Karl Lagerfeld, un apasionado coleccionista de los diseños de Memphis convirtió su vivienda en Monte Carlo a principios de la década de los 1980 en un relicario transitable del postmodernismo que llevaba a sus límites el ambiente moderno y extravagante del interiorismo de la época. Ya en las dos décadas anteriores el cambio social había encontrado su expresión en el interiorismo: el arquitecto Claude Parent y el filósofo Paul Virilio introdujeron a principios de la década de los 1970 el concepto de «vivre à l'oblique» («vida en oblicuo») a modo de contraposición a las anónimas habitaciones cúbicas de la época.
Parent dotó a su propia vivienda en 1973 de niveles multifuncionales, que podían usarse alternativamente como asientos, para comer, trabajar o también para descansar. Por otra parte, la Silver Factory de Andy Warhol en Nueva York (1964-196) fue uno de los mejores ejemplos de vivienda en una fábrica abandonada y desató una euforia por la «vivienda loft» que sigue vigente hasta hoy en día.
La exposición ilustra las ganas de experimentación en los interiores de las décadas de los 1960 y 1970 con dos instalaciones accesibles en tamaño original fuera del museo. La reconstrucción de la legendaria «Phantasy Landscape» (1970), un túnel semejante a una cueva formado por distintos elementos acolchados se encuentra expuesta en la Feuerwehrhaus de Zaha Hadid. La micro-casa «Hexacube» (1971) de George Candilis expuesta delante del museo demuestra que ya en esa época se experimentaba con unidades de vivienda modulares y móviles.
Un cambio radical en nuestros interiores vino causado a partir de la década de los 1970 por el auge mundial del fabricante de muebles IKEA: por una parte, IKEA hacía posible que un gran número de personas pudieran decorar sus casas con muebles modernos y de precios asequibles. Por otra parte, este desarrollo contribuyó a que los muebles y otros objetos de mobiliario se consideren cada vez más como objetos de consumo de corta vida y reemplazables, una actitud de cuyas negativas consecuencias ecológicas nos vamos damos cuenta paulatinamente.
Naturaleza y tecnología: 1940–1960
Otra fase decisiva en la creación del interiorismo moderno fue la primera época de la posquerra, cuando el moderno lenguaje formal de la vanguardia se abrió camino hacia cada vez más viviendas del mundo occidental. Así, Peter y Alison Smithson crearon en su «House of the Future» para la Ideal Home Exhibition de Londres en 1956 un interior futurista con los más nuevos materiales, aparatos de cocina e incluso un baño autolimpiable.
Con más escepticismo respecto a los avances tecnológicos y al diseño funcionalista escenificó Jacques Tati la Villa Arpel en su película «Mon Oncle» (1958): como una máquina-vivienda tan aséptica como arbitraria que doblega a sus habitantes según sus exigencias. La fusión entre formas y materiales modernos y una cierta «comodidad» demostró ser la receta de éxito mundial del diseño escandinavo en estas décadas.
La vivienda del arquitecto Finn Juhl y su casa en la población danesa de Ordrup fueron un ejemplo de ello ya en 1942. También la fluida transición entre el interior y el exterior se convirtió en tema de muchos diseños interioristas, lo que la exposición demuestra con la Casa de Vidro (1950/51) de la arquitecta brasileña Lina Bo Bardi en São Paulo.
Muchas de las tendencias del interiorismo de la posguerra estuvieron unidas estrechamente al gran contexto político del conflicto entre el Bloque Oriental y el Occidental. En la exposición esto queda patente con el ejemplo del famoso «debate de cocina» entre Richard Nixon y Nikita Chruschtschow, cuando, ante el modelo de una casa suburbana norteamericana en la Exposición Mundial de 1959 en Moscú, ambos políticos se enzarzaron en un debate acerca de la calidad de vida y los estándares de las viviendas en sus sistemas políticos opuestos.
Los inicios del interiorismo moderno: 1920–1940
La exposición sitúa los inicios del interiorismo moderno en los innovadores conceptos de vivienda y decoración de las décadas de los 1920, que caracterizan a muchas de las viviendas hasta nuestros días. En el nuevo programa público de construcción «Das Neue Frankfurt» (1925–1930) se aplicaron a gran escala los principios del estilo arquitectónico del Movimiento Moderno o «Neues Bauen». Así, no solo la famosa cocina de Frankfurt de Margarete Schütte-Lihotzky (1926), sino también los muebles más económicos de Ferdinand Kramer y Adolf Schuster pasaron a formar parte de los objetos cotidianos de una vivienda.
Mientras que May perseguía un programa de vivienda con un cariz altamente sociopolítico, otros arquitectos como Ludwig Mies van der Rohe definieron de forma completamente nueva la división y distribución de las habitaciones de una casa. Con su «Villa Tugendhat» (1928–1930) en la ciudad de Brno, en Moravia, este último creó una de las primeras casas con una planta abierta y zonas de uso entrelazadas entre sí.
Adolf Loos advocated the »Raumplan«, a concept of spatial planning that could not be understood in two dimensions because of its three-dimensional complexity. His Villa Müller in Prague (1929 – 30) features a carefully choreographed sequence of spaces at different levels and of different heights, which exceed the standard notion of single-plane floors. Fellow Austrian, architect and product designer Josef Frank introduced the concept of »accidentism«, whereby interiors would grow organically over time and look as if composed by chance.
Contrary to these modernist positions some of their contemporaries embraced ornamentation as a means of expression. Elsie de Wolfe, who published her book »The House in Good Taste« in 1913, is often regarded as one of the first professional interior decorators. De Wolfe advocated the interior as a representation of the identity of the person living in it. This was also true for the interiors created by photographer and interior designer Cecil Beaton who used his domestic settings as a means of self expression. For his »Ashcombe House« (1930 – 45) he drew inspiration from the arts, the theatre, and even the circus.
Adolf Loos transfirió con su idea del «plano del espacio» un principio semejante a las tres dimensiones del espacio: su «Villa Müller» en Praga (1929/30) es una sucesión compleja y coreografiada de salas de distinta altura a distintos niveles que rompe con la concepción del espacio en un solo plano. El arquitecto y decorador Josef Frank, también austríaco, representó el principio del «Akzidentismus» o accidentalismo, según el cual el mobiliario debería crecer de forma orgánica con el tiempo y tener su efecto como si hubiera sucedido de forma casual.
En completa contraposición a estos principios del modernismo, algunos de sus contemporáneos siguieron ensalzando el ornamento como medio de expresión, entre ellos la norteamericana Elsie de Wolfe, que publicó en 1913 el libro «The House in Good Taste» y que se considera una de las primeras diseñadoras de mobiliario profesionales. Según de Wolfe, un interior cumplía ante todo con el propósito de presentar la identidad de la persona que vivía en él. El mismo principio caracterizó el trabajo del fotógrafo, escenógrafo y diseñador de interiores británico Cecil Beaton. Para el mobiliario de su «Ashcombe House» (1930–1945) se inspiró en las artes plásticas, el teatro y las pistas de circo.
Al contrario que en la actualidad, el tema de la vivienda en esta época de formación del interiorismo moderno se encontraba en el centro de enérgicos debates, en muchas ocasiones también de carácter político. Estos debates se situaron, también en las siguientes décadas, entre los polos de la funcionalidad y la reducción por una parte, así como entre los polos del individualismo y la ornamentación por otra parte. Esta contraposición marca nuestros interiores hasta el día de hoy. La exposición «Home Stories» presenta hitos decisivos de este desarrollo y muestra que la cuestión clave de este debate es igual de actual hoy en día que hace 100 años: «¿Cómo vivir?»
En el marco de la exposición se ha editado una amplia publicación con contribuciones de Joseph Grima, Alice Rawsthorne y Penny Sparke, así como entrevistas con Nacho Alegre, Adam Charlap Hyman, Ilse Crawford, Sevil Peach y otros. La exposición en el Vitra Design Museum viene acompañada de un variado programa con conferencias, charlas con el público, talleres y otros eventos.
Sin embargo mientras que los temas sociales y arquitectónicos, como la cuestión acerca de un espacio para viviendas costeable, se debaten hoy en día de forma muy activa no existe un serio análisis social entorno al interiorismo. Este hecho, presenta como los interiores seleccionados muestran en qué medida el diseño de los espacios de una vivienda se ve influenciados por personalidades del diseño individuales, pero siempre también por las influencias procedentes del arte, la arquitectura, la moda o el diseños de sets.
Mientras que hoy en día muchos interiores muestran una monotonía sacada de los ejemplos dados por los fabricantes de muebles o Instagram, la exposición demuestra, gracias a su abundancia de ejemplos expositivos, cuán rica y sorprendente disciplina puede ser la del diseño de interiores. La historia moderna de la vivienda privada se redescubre así de forma sugerente.
Espacio, economía, ambiente: 2000 – hoy
La exposición «Home Stories» empieza con el interiorismo contemporáneo, que esboza el radical cambio de perspectiva en el domicilio privado que se da en la actualidad. Un ejemplo destacado es la micro-vivienda «Yojigen Poketto» (rincón 4D) del estudio de arquitectura Elii de Madrid realizada en 2017, que gracias a sus muebles empotrados variables necesita un mínimo de espacio.
Por otra parte, el arquitecto Arno Brandlhuber ha demostrado con su «Antivilla» en las inmediaciones de Potsdam (2014) cómo puede reutilizarse una antigua fábrica como vivienda. Para ello utiliza separadores del espacio hechos con tela para crear espacios que puedan usarse para distintos fines, definiendo así una forma alternativa de confort y lujo que apuesta por la reducción y el uso meditado de materiales singulares.
El proyecto «Granby Four Streets Community Housing» en Liverpool (2013-2017) demuestra, al contrario, cómo la denominada «sharing economy» se refleja en el diseño de interiores. El colectivo de arquitectos y diseñadores británico Assemble preservó de ser derribada a una urbanización de casas adosadas de la época victoriana mediante el vaciado de su estructura interna y la remodelación de acuerdo con las necesidades actuales, contando en todo momento con la estrecha cooperación de sus habitantes. En un taller propio in situ se crearon nuevos elementos decorativos para las viviendas a partir de los materiales antiguos sacados de las casas.
Un cambio fundamental en la percepción del entorno de la vivienda en los últimos años viene ocasionado por las plataformas de internet como Airbnb, Instagram o Pinterest: estas hacen posible publicar nuestras viviendas en todo momento y considerarlas cada vez más como una mercancía comercializable. Sin embargo, las imágenes y la escenificación de muchos interiores actuales siguen recurriendo con frecuencia a motivos tradicionales o conservadores. Este hecho lo demuestra el diseñador británico Jasper Morrison en un ensayo con imágenes creado exclusivamente para la exposición, con el que analiza el significado de objetos individuales y conjuntos de objetos para la creación de la atmósfera y el carácter de una vivienda.
La reinvención del interiorismo: 1960 – 1980
La segunda parte de la exposición se dedica a las fracturas radicales de las tradiciones en el diseño de interiores entre la década de los 1960 y la década de los 1980. Bajo la creciente influencia del postmodernismo los diseñadores empezaron a reflexionar acerca del contenido significativo y simbólico de los muebles, los estampados y las decoraciones, ante todo el grupo italiano de diseño Memphis.
El diseñador de moda Karl Lagerfeld, un apasionado coleccionista de los diseños de Memphis convirtió su vivienda en Monte Carlo a principios de la década de los 1980 en un relicario transitable del postmodernismo que llevaba a sus límites el ambiente moderno y extravagante del interiorismo de la época. Ya en las dos décadas anteriores el cambio social había encontrado su expresión en el interiorismo: el arquitecto Claude Parent y el filósofo Paul Virilio introdujeron a principios de la década de los 1970 el concepto de «vivre à l'oblique» («vida en oblicuo») a modo de contraposición a las anónimas habitaciones cúbicas de la época.
Parent dotó a su propia vivienda en 1973 de niveles multifuncionales, que podían usarse alternativamente como asientos, para comer, trabajar o también para descansar. Por otra parte, la Silver Factory de Andy Warhol en Nueva York (1964-196) fue uno de los mejores ejemplos de vivienda en una fábrica abandonada y desató una euforia por la «vivienda loft» que sigue vigente hasta hoy en día.
La exposición ilustra las ganas de experimentación en los interiores de las décadas de los 1960 y 1970 con dos instalaciones accesibles en tamaño original fuera del museo. La reconstrucción de la legendaria «Phantasy Landscape» (1970), un túnel semejante a una cueva formado por distintos elementos acolchados se encuentra expuesta en la Feuerwehrhaus de Zaha Hadid. La micro-casa «Hexacube» (1971) de George Candilis expuesta delante del museo demuestra que ya en esa época se experimentaba con unidades de vivienda modulares y móviles.
Un cambio radical en nuestros interiores vino causado a partir de la década de los 1970 por el auge mundial del fabricante de muebles IKEA: por una parte, IKEA hacía posible que un gran número de personas pudieran decorar sus casas con muebles modernos y de precios asequibles. Por otra parte, este desarrollo contribuyó a que los muebles y otros objetos de mobiliario se consideren cada vez más como objetos de consumo de corta vida y reemplazables, una actitud de cuyas negativas consecuencias ecológicas nos vamos damos cuenta paulatinamente.
Naturaleza y tecnología: 1940–1960
Otra fase decisiva en la creación del interiorismo moderno fue la primera época de la posquerra, cuando el moderno lenguaje formal de la vanguardia se abrió camino hacia cada vez más viviendas del mundo occidental. Así, Peter y Alison Smithson crearon en su «House of the Future» para la Ideal Home Exhibition de Londres en 1956 un interior futurista con los más nuevos materiales, aparatos de cocina e incluso un baño autolimpiable.
Con más escepticismo respecto a los avances tecnológicos y al diseño funcionalista escenificó Jacques Tati la Villa Arpel en su película «Mon Oncle» (1958): como una máquina-vivienda tan aséptica como arbitraria que doblega a sus habitantes según sus exigencias. La fusión entre formas y materiales modernos y una cierta «comodidad» demostró ser la receta de éxito mundial del diseño escandinavo en estas décadas.
La vivienda del arquitecto Finn Juhl y su casa en la población danesa de Ordrup fueron un ejemplo de ello ya en 1942. También la fluida transición entre el interior y el exterior se convirtió en tema de muchos diseños interioristas, lo que la exposición demuestra con la Casa de Vidro (1950/51) de la arquitecta brasileña Lina Bo Bardi en São Paulo.
Muchas de las tendencias del interiorismo de la posguerra estuvieron unidas estrechamente al gran contexto político del conflicto entre el Bloque Oriental y el Occidental. En la exposición esto queda patente con el ejemplo del famoso «debate de cocina» entre Richard Nixon y Nikita Chruschtschow, cuando, ante el modelo de una casa suburbana norteamericana en la Exposición Mundial de 1959 en Moscú, ambos políticos se enzarzaron en un debate acerca de la calidad de vida y los estándares de las viviendas en sus sistemas políticos opuestos.
Los inicios del interiorismo moderno: 1920–1940
La exposición sitúa los inicios del interiorismo moderno en los innovadores conceptos de vivienda y decoración de las décadas de los 1920, que caracterizan a muchas de las viviendas hasta nuestros días. En el nuevo programa público de construcción «Das Neue Frankfurt» (1925–1930) se aplicaron a gran escala los principios del estilo arquitectónico del Movimiento Moderno o «Neues Bauen». Así, no solo la famosa cocina de Frankfurt de Margarete Schütte-Lihotzky (1926), sino también los muebles más económicos de Ferdinand Kramer y Adolf Schuster pasaron a formar parte de los objetos cotidianos de una vivienda.
Mientras que May perseguía un programa de vivienda con un cariz altamente sociopolítico, otros arquitectos como Ludwig Mies van der Rohe definieron de forma completamente nueva la división y distribución de las habitaciones de una casa. Con su «Villa Tugendhat» (1928–1930) en la ciudad de Brno, en Moravia, este último creó una de las primeras casas con una planta abierta y zonas de uso entrelazadas entre sí.
Adolf Loos advocated the »Raumplan«, a concept of spatial planning that could not be understood in two dimensions because of its three-dimensional complexity. His Villa Müller in Prague (1929 – 30) features a carefully choreographed sequence of spaces at different levels and of different heights, which exceed the standard notion of single-plane floors. Fellow Austrian, architect and product designer Josef Frank introduced the concept of »accidentism«, whereby interiors would grow organically over time and look as if composed by chance.
Contrary to these modernist positions some of their contemporaries embraced ornamentation as a means of expression. Elsie de Wolfe, who published her book »The House in Good Taste« in 1913, is often regarded as one of the first professional interior decorators. De Wolfe advocated the interior as a representation of the identity of the person living in it. This was also true for the interiors created by photographer and interior designer Cecil Beaton who used his domestic settings as a means of self expression. For his »Ashcombe House« (1930 – 45) he drew inspiration from the arts, the theatre, and even the circus.
Adolf Loos transfirió con su idea del «plano del espacio» un principio semejante a las tres dimensiones del espacio: su «Villa Müller» en Praga (1929/30) es una sucesión compleja y coreografiada de salas de distinta altura a distintos niveles que rompe con la concepción del espacio en un solo plano. El arquitecto y decorador Josef Frank, también austríaco, representó el principio del «Akzidentismus» o accidentalismo, según el cual el mobiliario debería crecer de forma orgánica con el tiempo y tener su efecto como si hubiera sucedido de forma casual.
En completa contraposición a estos principios del modernismo, algunos de sus contemporáneos siguieron ensalzando el ornamento como medio de expresión, entre ellos la norteamericana Elsie de Wolfe, que publicó en 1913 el libro «The House in Good Taste» y que se considera una de las primeras diseñadoras de mobiliario profesionales. Según de Wolfe, un interior cumplía ante todo con el propósito de presentar la identidad de la persona que vivía en él. El mismo principio caracterizó el trabajo del fotógrafo, escenógrafo y diseñador de interiores británico Cecil Beaton. Para el mobiliario de su «Ashcombe House» (1930–1945) se inspiró en las artes plásticas, el teatro y las pistas de circo.
Al contrario que en la actualidad, el tema de la vivienda en esta época de formación del interiorismo moderno se encontraba en el centro de enérgicos debates, en muchas ocasiones también de carácter político. Estos debates se situaron, también en las siguientes décadas, entre los polos de la funcionalidad y la reducción por una parte, así como entre los polos del individualismo y la ornamentación por otra parte. Esta contraposición marca nuestros interiores hasta el día de hoy. La exposición «Home Stories» presenta hitos decisivos de este desarrollo y muestra que la cuestión clave de este debate es igual de actual hoy en día que hace 100 años: «¿Cómo vivir?»
En el marco de la exposición se ha editado una amplia publicación con contribuciones de Joseph Grima, Alice Rawsthorne y Penny Sparke, así como entrevistas con Nacho Alegre, Adam Charlap Hyman, Ilse Crawford, Sevil Peach y otros. La exposición en el Vitra Design Museum viene acompañada de un variado programa con conferencias, charlas con el público, talleres y otros eventos.