Una gran canción de un álbum muy significativo para la banda de
Keimzeit. Por un lado, se trata de un castillo, en el que Norbert Leisegang fue a la escuela hasta el octavo grado, y por otro lado, un castillo de fantasía de papel, una mirada personal a la primera infancia, donde la ruptura con las convenciones lleva a una anarquía infantil programada, por así decirlo.
Todo esto acompañado de un curioso video animado realizado por
Rudo Company que encaja con el significado de la canción.