Un teatro de gente. Teatro Oficina por Lina Bo Bardi

Sus edificios son siempre extraordinariamente “vibrantes”, generan una relación muy estrecha con el usuario, provocando siempre una interacción con el visitante-usuario, generando en las personas una particular experiencia sensorial, convirtiéndose en detonantes de acciones sociales y culturales gracias a su arquitectura, que se convierte en un actor clave para el desarrollo de la modernidad en Brasil desde mediados del siglo XX. Su trabajo no fue inicialmente muy divulgado. Hasta hace un par de décadas, en los que comienza una lenta difusión primero en Brasil y rápidamente en Europa, produciendo una serie de exposiciones que comenzaron a poner en valor un trabajo que para muchos había estado subestimado durante demasiado tiempo.
 
Lina Bo Bardi nace en Roma, Italia, en 1914, con el nombre de Achillina. Fue la mayor de las dos hijas que tuvieron la pareja formada por Giovana y Enrico Bo. En 1933 se gradúa en el Liceo Artístico Mamiani, el mismo que le abriría las puertas para estudiar arquitectura en la Universidad de Roma La Sapienza, donde obtiene el título de arquitecta en 1939.

Se traslada a Milán en 1940, donde funda un estudio de arquitectura con Carlo Pagani con el nombre de “Studio Bo e Pagani”. Un tiempo condicionado por la Segunda Guerra Mundial que limitó su trabajo, haciendo que su actividad se centre en periódicos y revistas (Stile, Grazia, Belleza, Tempo, Vetrina e Illustrazione). Trabajó para Giò Ponti (Domus) y realizó diversas colaboraciones de interiorismo muy difundidas en múltiples publicaciones.

En 1945 funda y dirige Quaderni di Domus y desarrolla con Raffaele Carrieri y el apoyo de Bruno Zevi el proyecto de semanario de arquitectura A - Attualità, Architettura, Abitazione. Un año más tarde se casa con Pietro María Bardi, conocido periodista y crítico de arte de quien adoptó su apellido.

Tras la presión política que existía en la Italia de posguerra, deciden trasladarse a Brasil, donde Pietro tenía contactos que les posibilitarían desarrollar proyectos artísticos.

Su primer contacto fue con el IAB (Instituto de Arquitectos Brasileños) logrando integrarse rápidamente en Brasil, país que causo un profundo efecto en su potencial creativo.

En 1947 Pietro recibe el encargo de dirigir el Museo de Arte de São Paulo, propone su creación en un edificio ya existente donde logra que Lina diseñe las reformas necesarias para transformarlo en un museo (1957), logrando una de sus obras más representativas.

En 1948 se asocia con el arquitecto Giancarlo Palantini y forman el estudio “d’Arte Palma”. Se dedican al diseño de mobiliario y diseños relevantes, siendo la silla tazón, “silla bowl” de 1952, el mas conocido y comercializado.

En 1951 construye su residencia, “la casa de vidrio” que también sería su primera obra arquitectónica en Brasil en el barrio Morumbi, de São Paulo.

En 1955, comienza a dar clases en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo, y en la Universidad Federal de Bahía, actividad que compagina con la fundación, dirección y diseño de la restauración del edificio del Museo de Arte Moderno de Bahía, Solar do Unhão, cuya construcción duro hasta el año 1963.

El periodo posterior estuvo lleno de proyectos: redacción de publicaciones y conferencias, diseño de escenarios y vestuarios para obras teatrales, organización y comisariado de exposiciones,
restauraciones, diseños de casas, proyectos de recuperación urbana, incluso participó en el plan de recuperación del centro histórico de Salvador, su último proyecto fue la nueva sede
del Ayuntamiento de São Paulo. En 1991 recibió el Premio Latinoamericano  de la IV Bienal de arquitectura de Buenos Aires.

A los 77 años fallece el 20 de marzo de 1992 dejando un extraordinario legado artístico, que se refleja en cada una de sus obras.

TEATRO OFICINA

Uno de sus proyectos más interesantes en cuanto a reciclaje de edificios, es el “TEATRO OFICINA”.

El proyecto surge tras colaborar estrechamente en la realización de diferentes escenarios, durante varios años con José Celso Martínez Correa, director y fundador de la compañía de teatro Uzyna Uzona. En 1984 le encargan el diseño para acondicionar como teatro un edificio que se encontraba abandonado en São Paulo. En el proyecto colaboraría también el arquitecto Edson Elito.

El edificio original había sido construido en década de 1920, y su principal uso había sido el de oficinas; en 1966 sufre un incendio quedando inhabilitado y olvidado durante casi dos décadas, hasta que los años 90 recibe una nueva función, generando un espacio para los colectivos artísticos de la zona.

La idea del teatro surge del trabajo desarrollado por Bo Bardi para la obra “Na selva das ciudades”, donde logra hibridar la antropización del espacio urbano de la ciudad y los espacios naturales de la cercana selva tropical. El proyecto es un intento afortunado por llevar al interior el espacio público de “la calle”.

Basándose en las manifestaciones culturales que arquetípicamente utilizan la calle (carnavales), deciden basar la concepción en esa imagen, aduciendo que el teatro también debe vivirse de esa forma, generando así un espacio de experimentación artística que vincula lo urbano con lo natural y la vieja edificación con su nuevo uso.

Bo Bardi decide preservar la huella del lugar manteniendo los muros perimetrales de ladrillo visto, vaciando completamente el interior, y conservando el volumen original, un prisma rectangular (50 m de largo por 9m de ancho). El proyecto aprovecha este espacio estrecho y alargado, que se convierte en el idóneo para simular una larga  calle, donde el tránsito principal lo marca una pequeña pasarela de madera de 1,5m de ancho que atraviesa longitudinalmente todo el edificio. En los laterales  se coloca una estructura de acero tubular, desmontable y móvil, pintada de azul intenso, que se convierte en el elemento portante de los graderíos, dejando el ancho del escenario muy reducido, logrando así que exista una mayor interacción entre los artistas y los espectadores.

La disposición de los graderíos permite que el espectador mantenga diferentes puntos de vista hacia el escenario, y al no existir barreras entre los espacios, estos pueden ser usados por los actores, el público e incluso como camerinos.

Dos grandes aberturas permiten vincularse con el exterior: la cubierta móvil formada por un sistema mecánico, el mismo que permite que se abra y deje pasar los rayos del sol, aportando una mejor ventilación en los días calurosos; y un gran muro de cristal lateral acompañado de vegetación que se consolida como fondo de escenario, permitiendo no solo una conexión visual con el exterior sino también la integración con la naturaleza del entorno.

El proyecto se aleja del concepto de teatro y se adapta a un espacio público diseñado especialmente para la gente, tomado el concepto de calle y transformándolo en escenario, dejándose invadir por el exterior; un lugar donde las personas puedan expresarse libremente sin divisiones ni cortinas, generando un vínculo profundo entre el actor y el público, un teatro dinámico donde todos participan activamente de la experiencia, un verdadero espacio de interacción, en palabras de Olivia de Oliveira.

El planteamiento original incluye la ampliación del proyecto con la propuesta de una plaza pública, situada en el un lateral del edificio, que cruzaría hasta el otro lado de la calle formando un solo espacio verde y continuo, actualmente de esta ampliación fue encargada al arquitecto Paulo Mendes da Rocha, y se espera que un futuro próximo el conjunto este terminado.

El proyecto inicialmente fue muy criticado al no responder a los estándares tradicionales de los espacios teatrales; pero Bo Bardi defendió su diseño argumentando que la idea era integrar: el espacio, la actividad y los usuarios, permitiendo así la divulgación del arte de una forma diferente. Actualmente es un espacio muy utilizado por artistas experimentales.

El Teatro Oficina es uno de los muchos proyectos desarrollados por Bo Bardi que sirven de ejemplo para plantear, no solo una buena reutilización de los edificios, dándoles un nuevo valor arquitectónico; sino sobre todo generando un espacio de interacción social, donde las manifestaciones artístico-culturales de sus usuarios sean las principales protagonistas.


NOTAS.-

BIBLIOGRAFÍA.-