Además del premio principal se han entregado 5 menciones especiales: Pasaje Cuypers, Amsterdam (Países Bajos), 2018 de Jan Benthem Crouwel Architects; «Supermanzana» del Poblenou, Barcelona (España), 2018 de Area d'Ecologia, Urbanisme i Mobilitat. Ajuntament de Barcelona; Escenario temporal, Dnipropetrovsk (Ucrania), 2018 de STAGE : СЦЕНА community; Parque de Zollverein, Essen (Alemania), 2018 de Planergruppe GmbH Oberhausen y a PC Caritas, Melle (Bélgica), 2018 de BAVO, architecten de vylder vinck taillieu.
Descripción del proyecto por 51N4E
Estado anterior
Punto neurálgico de Tirana y lugar simbólico para todo el país, la plaza de Skanderberg refleja como ningún otro espacio público la compleja y convulsa historia de Albania. «Skanderberg» es el apodo dado a Gjergj Kastrioti (1405-1468), príncipe albanés convertido en héroe nacional por su terca lucha contra la invasión otomana. Incluso las autoridades comunistas, poco afines a la nobleza o la cristiandad, le rindieron homenaje. En 1968, con motivo del quinto centenario de su muerte, le erigieron una estatua ecuestre de once metros de altura, en el lado sur de la plaza, en sustitución del monumento a Stalin. Aún hoy la figura de Skanderberg representa para muchos albaneses la identidad, la integridad y la independencia nacional frente a las múltiples agresiones que ha sufrido su territorio a lo largo de los siglos. Los albaneses musulmanes, sin embargo, lo ven como un símbolo cristiano que refuerza los vínculos con Europa y Occidente.
La plaza de Skanderberg es fruto de un plan de ordenación urbana de estilo neorrenacentista que se llevó a cabo en 1939, durante la ocupación de Albania por parte de la Italia fascista. Se concibió como la articulación de un gran eje urbano, conformado por el bulevar Zogu I (antigua avenida Stalin), al norte, y el bulevar Dëshmorët y Kombi (de los Mártires de la Nación), al sur, que reúne el palacio presidencial y varias embajadas. Extensión inhóspita, de perímetro indefinido y meramente usada como espacio circulatorio o de aparcamiento, la plaza se fue convirtiendo en un vacío excepcional en contraposición a la ciudad densa y mal planificada que durante décadas se ha extendido a sus alrededores. Contribuye a esta excepcionalidad la abundancia de edificios emblemáticos que concurren en ella y que constituyen una colección ecléctica y desordenada, fruto de la gran diversidad de regímenes que se han sucedido en el país.
En el lado septentrional está el Museo Nacional de Historia (1981), el mayor del país, y el Hotel Internacional de Tirana (1979), erigido en el lugar donde había estado la antigua catedral ortodoxa. En el lado oriental, allí donde había habido el antiguo bazar otomano, está el Palacio de Cultura (1963), que aglutina el Teatro Nacional de la Ópera y el Ballet (1953) y la Biblioteca Nacional (1922), y la mezquita Ethem Bey (s. XVIII), reabierta al terminar la era comunista y dotada de una esbelta torre con reloj. Además, la plaza es sede de varios edificios gubernamentales, como el Ayuntamiento, el Banco Nacional o los Ministerios de Economía, de Agricultura, de Infraestructuras y de Energía.
Objeto de la intervención
Desde el año 2004, un plan de ordenación urbana desarrollado por un estudio extranjero prescribió la densificación del centro a través de la construcción de altas torres exentas. El plan quería «modernizar» el paisaje de la capital albanesa pero, para algunos, suponía un intento cuestionable de borrar los complejos rastros de la historia. Entre los años 2008 y 2011, el alcalde Edi Rama encargó una ambiciosa remodelación de la plaza de Skanderberg que, sin renunciar a sus valores simbólicos ni a la posibilidad de hacerla más acogedora, quería asearla y darle un carácter más «europeo». La apuesta pasaba por quitarle espacio al coche sin miedo a que la gran extensión de la plaza fuera incapaz de atraer a los ciudadanos. Su voluntad de ceder el espacio en exclusiva a los peatones, al transporte público y a la vegetación no quedó exenta de polémica, hasta el punto de que, a partir del año 2011, el alcalde Lulzim Basha replanteó por completo el proyecto. Durante su mandato, los vehículos motorizados volvieron a adueñarse de la plaza e incluso se destruyó la zona verde que acompañaba la estatua ecuestre de Skanderberg.
Sin embargo, en 2016, el nuevo alcalde Erion Veliaj recuperó la propuesta de Edi Rama con un proyecto que, totalmente financiado con una subvención del Estado de Kuwait, perseguía un triple objetivo. Por un lado, se quería crear una gran superficie exclusiva para peatones, eliminar el tráfico rodado y ocultar los coches aparcados en un sótano. Por otro, estaba la voluntad de poner en valor todos los edificios patrimoniales de alrededor de la plaza y, al mismo tiempo, conferirles un orden unitario. Finalmente, se quería incrementar de forma sustancial la presencia de vegetación en la plaza e, incluso, desencadenar un nuevo proceso de renaturalización del centro urbano. En 2015, justo antes del inicio de las obras, se celebró una gran consulta ciudadana que, además de validar la propuesta, quería enriquecerla con aportaciones de la ciudadanía y de los agentes más cercanos a la plaza. Muchas de las demandas recogidas se incorporaron al proyecto.
Descripción
Terminada en 2017, la reforma finalmente llevada a cabo ha convertido la plaza de Skanderberg en un espacio público exclusivo para peatones de más de diez hectáreas. En el centro de la plaza, hay una explanada vacía de cerca de 40.000 metros cuadrados. En lugar de ser llana, la explanada está conformada como una pirámide roma, con un punto álgido de dos metros de altura y cuatro vertientes que caen hacia los lados con una pendiente del 2,5%. Un surtidor instalado en la cumbre de la pirámide vierte agua por estos pendientes, lo que resalta el variado mosaico del pavimento, hecho de diferentes tipos de piedra provenientes de toda Albania.
La falta de una fachada continua que delimite el perímetro de la explanada ha quedado compensada gracias a la creación de un cinturón verde conformado por doce jardines de arbolado frondoso. La celebración de varios talleres con los usuarios y los responsables de los edificios adyacentes sirvió para determinar el uso y las cualidades de los doce jardines. Esto ha permitido reactivar el uso de las plantas bajas de los edificios, que ahora disfrutan de puestos exteriores semipúblicos, en una transición gradual entre el espacio interior y el espacio público abierto a todos. Pequeñas arquitecturas como umbráculos y celosías diferencian los diversos jardines y les confieren intimidad e identidad propia. Constan de piezas de mobiliario urbano móvil para que la gente se las apropie de la manera más conveniente. Uno de los doce jardines es el que había rodeado la estatua ecuestre de Skanderberg, que, después de su destrucción, ha sido completamente restaurado, ampliado hacia el norte y rebautizado como «Parque de Europa».
A pesar de la especificidad de cada rincón, de lejos, el frente vegetal conformado por los doce jardines sirve para unificar los heterogéneos edificios que rodean la plaza. Todo ello amortigua la monumentalidad opresiva de algunas arquitecturas y hace más amable la explanada central. El cordón verde también funciona como una especie de umbral porque interpone una antecámara sombría entre el bullicio de la ciudad y el vacío soleado de la explanada. Su vegetación es completamente autóctona para garantizar su adaptación y reducir su necesidad de mantenimiento. De hecho, esta masa forestal quiere constituir un punto de partida de la futura renaturalización del centro urbano.