Para MAC VAL, Christian Boltanski quería crear una obra que propusiese experimentar esa experiencia de vertigo del tiempo y la altitud, la meditación y el paso del tiempo, colaborando con los arquitectos chilenos Mauricio Pezo y Sofía von Ellrichshausen. Juntos crean una capilla-pabellón en el jardín del museo, un lugar abierto a todos, entre la ciudad y el museo, una zona de intimidad para esta obra, un lugar de encuentro. Porque de hecho es una situación creada en y para el jardín. Un poco lejos, al final de un callejón, se ofrece la arquitectura a los visitantes, el espacio de tiempo deseado, una experiencia de silencio, tiempo suspendido y aún real, una reunión con extraños.
Descripción del proyecto por Pezo Von Ellrichshausen
Esta es una ala para la proyección continua de un vídeo, para la documentación de la monumental y frágil instalación hecha por Christian Boltanski en el desierto de Atacama. Con dos cilindros concéntricos y dos extensiones, a la manera de túneles de acceso, esta pieza escultórica busca erosionar su propia figura para representar un paisaje interior. Este es un cuarto opaco, sin juntas y en penumbra, lo suficientemente áspero como para evocar el distante lugar original en el que la instalación fue grabada. De hecho, el radio del cilindro más pequeño está definido por el ajuste de definición de un equipo y por la distancia precisa para que el observador quede inmerso en la imagen proyectada.
El otro cilindro, en tanto consecuencia de la reversible ruta para ir de un exterior a otro exterior, puede ser leído como un mero resto del rincón en el que se proyecta el paisaje reproducido. De algún modo es difícil entender cómo un pequeño edifico puede contener un paisaje enorme en sus entrañas. Aquí, aquello que parece ser un gesto defensivo hacia el jardín circundante, no es más que un remanso para el cruce complejo y fugaz entre la realidad y la ficción.