La intervención artística convertirá durante once días el Pabellón Mies van der Rohe en una maqueta a tamaño real, vistiéndolo con un único material uniforme para desnudarlo de toda su materialidad.
En palabras de los autores “Vestir el Pabellón Mies van der Rohe para desnudarlo de toda materialidad. […] El Pabellón será, durante un tiempo, la maqueta a escala 1:1 del pabellón temporal más longevo de la arquitectura moderna”.
La transformación se completará el 16 de noviembre de 2017, cuando se celebrará un debate entre Anna y Eugeni Bach y los arquitectos María Langarita y Carlos Quintáns.
Los paneles se eliminarán el 27 de noviembre de 2017, restaurando el pabellón a su estado anterior.
Descripción del proyecto por Anna & Eugeni Bach
"Vestir el Pabellón Mies van der Rohe para desnudarlo de toda materialidad.
Con esta sencilla acción, el Pabellón se convierte en una maqueta a escala 1:1, una representación de él mismo que abre la puerta a múltiples interpretaciones sobre aspectos como el valor del original, el papel de la superficie blanca como imagen de la modernidad, o la importancia de la materialidad en la percepción del espacio.
El Pabellón de Barcelona sobre el que actuamos es una reconstrucción; una réplica tan fidedigna del original, que a menudo cuesta recordar su verdadera naturaleza. Un edificio que debía ser temporal quedó inmortalizado en primera instancia por el relato escrito del movimiento moderno, y más adelante, por su propia reconstrucción.
Convertir el Pabellón en una maqueta, con todas sus superficies limitadas a un único material, tan blanco como indeterminado, pone en evidencia el papel representativo del edificio; tanto el del original, como símbolo nacional, como el de la réplica, en representación del primero. El Pabellón será, durante un tiempo, la maqueta a escala 1:1 de la réplica del pabellón temporal más longevo de la arquitectura moderna. Sustraer toda materialidad al Pabellón abre además otras interpretaciones ligadas a la historiografía de la arquitectura del siglo XX.
El Pabellón de Barcelona fue entronado como icono de la modernidad en la exposición “Modern Architecture” del Moma de Nueva York de 1932. En el catálogo de la exposición, varios edificios de arquitectos como el propio Mies van der Rohe, Le Corbusier, Neutra, Wright, Oud o Gropius, entre otros, son presentados a través de una selección de fotografías y escritos críticos en los que Philip Johnson y Henry-Russell Hitchcock apuntan los criterios homogeneizadores para poder aunar todas las obras bajo un mismo foco. Entre tales criterios, la superficie blanca, como emblema de una nueva arquitectura, aparece como uno de los más insistentes.
Proveer al Pabellón de Barcelona de esa blancura homogeneizadora significa dotarlo de una de las características definitorias de la historiografía moderna -que no de la modernidad- aunque al mismo tiempo, signifique despojar al Pabellón de su materialidad, de su carácter único; aquél que precisamente lo erigió en icono del mismo movimiento moderno.
La instalación convierte esta paradoja en vivencia. Permite al visitante plantearse éstas y más reflexion es a través de su propia experiencia en un Pabellón que, por unos días, perderá todo rastro material para, así, asumir todo su potencial representativo.”