El movimiento artístico que en España se denomina hiperrealismo nació en los Estados Unidos en la década de 1960 como una deriva a partir del Pop Art y fue bautizado como Photorealism por el galerista Louis K. Meisel. Basado en la reproducción pictórica de originales fotográficos, el hiperrealismo nos remite al mismo tiempo a grandes precedentes en la historia del arte. Los paisajes, con frecuencia vistas panorámicas de ciudades o escenarios suburbanos, conectan con la tradición del vedutismo italiano del siglo XVIII. En la naturaleza muerta, las referencias dominantes son el bodegón holandés del siglo XVII y la pintura americana de trampantojo de finales del siglo XIX.
La presente exposición se abre con dos vistas neoyorquinas, una más clásica (People’s Flowers, 1971) y otra más reciente (Autorretrato cerca del Oculus en el World Trade Center, 2017) del representante más icónico del hiperrealismo americano, Richard Estes (1932), al que nuestro museo dedicó una retrospectiva en 2007. Charles Bell (1935-1995) pertenece, igual que Estes, a la primera generación del movimiento. Sus naturalezas muertas evocan con nostalgia el mundo de la infancia: sus temas favoritos son los viejos juguetes de hojalata, las canicas, las máquinas expendedoras de chicles y las máquinas de pinball, como la incluida aquí (Noches tropicales, 1991).
Conejito en la esquina, 2019. Óleo sobre lienzo, 57,2 x 57,2 cm © Roberto Bernardi. Cortesía de Louis K. Meisel Gallery, NY. Imagen cortesía de Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Miembro destacado de la segunda generación del fotorrealismo americano, Don Jacot (1949-2021) se dio a conocer en la década de 1980 con paisajes de su Chicago natal; después frecuentó, como Bell, los bodegones con juguetes vintage, para volver al final de su carrera a las vistas urbanas, como la incluida en esta muestra (La 49 con Broadway, 2019).
Tanto Bertrand Meniel (1961) como Roberto Bernardi (1974) y Raphaella Spence (1978) pertenecen a las últimas generaciones del hiperrealismo, convertido ya en un movimiento plenamente internacional. Bertrand Meniel cultiva el paisaje urbano; Lucky Dragon (2009) representa una esquina de Chinatown en San Francisco, combinando lo pintoresco más cercano y cotidiano (el bazar chino) con un hito monumental reconocible (la Pirámide Transamérica al fondo). La especialidad de Roberto Bernardi son los bodegones, coloristas y brillantes, de objetos de cristal y golosinas (Conejito en la esquina, 2019). Los dos cuadros de Raphaella Spence escapan a los temas habituales del repertorio hiperrealista para mostrarnos la exuberante vitalidad de la naturaleza (El sendero, 2019) y el alarmante deterioro del medio ambiente (Schweppes, 2022).
La presente exposición se abre con dos vistas neoyorquinas, una más clásica (People’s Flowers, 1971) y otra más reciente (Autorretrato cerca del Oculus en el World Trade Center, 2017) del representante más icónico del hiperrealismo americano, Richard Estes (1932), al que nuestro museo dedicó una retrospectiva en 2007. Charles Bell (1935-1995) pertenece, igual que Estes, a la primera generación del movimiento. Sus naturalezas muertas evocan con nostalgia el mundo de la infancia: sus temas favoritos son los viejos juguetes de hojalata, las canicas, las máquinas expendedoras de chicles y las máquinas de pinball, como la incluida aquí (Noches tropicales, 1991).
Conejito en la esquina, 2019. Óleo sobre lienzo, 57,2 x 57,2 cm © Roberto Bernardi. Cortesía de Louis K. Meisel Gallery, NY. Imagen cortesía de Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Miembro destacado de la segunda generación del fotorrealismo americano, Don Jacot (1949-2021) se dio a conocer en la década de 1980 con paisajes de su Chicago natal; después frecuentó, como Bell, los bodegones con juguetes vintage, para volver al final de su carrera a las vistas urbanas, como la incluida en esta muestra (La 49 con Broadway, 2019).
Tanto Bertrand Meniel (1961) como Roberto Bernardi (1974) y Raphaella Spence (1978) pertenecen a las últimas generaciones del hiperrealismo, convertido ya en un movimiento plenamente internacional. Bertrand Meniel cultiva el paisaje urbano; Lucky Dragon (2009) representa una esquina de Chinatown en San Francisco, combinando lo pintoresco más cercano y cotidiano (el bazar chino) con un hito monumental reconocible (la Pirámide Transamérica al fondo). La especialidad de Roberto Bernardi son los bodegones, coloristas y brillantes, de objetos de cristal y golosinas (Conejito en la esquina, 2019). Los dos cuadros de Raphaella Spence escapan a los temas habituales del repertorio hiperrealista para mostrarnos la exuberante vitalidad de la naturaleza (El sendero, 2019) y el alarmante deterioro del medio ambiente (Schweppes, 2022).