Descripción del proyecto por Antonio Díaz Jerez y Flavio Ramos Vicente
Tristemente hoy, veinticinco años después de la declaración como Reserva de la Biosfera, Lanzarote debe trabajar en recuperar su especificidad en sitios tan antropizados como Arrecife, en donde el paso del tiempo ha hecho que esta balanza entre naturaleza y nosotros se desequilibre.
Por esta razón empezamos a trabajar en la idea de un prototipo bioclimático que recuperara las especificidades que con el paso del tiempo la ciudad había perdido, que además de satisfacer las necesidades ciudadanas, funcionase como un “almacén” de elementos naturales locales. Una plaza, en la que aflorase la geología oculta bajo la ciudad, constituida por coladas basálticas de sus numerosos episodios eruptivos, piroclastos de dispersión y conos de tefra, la cual fuera colonizada por diferentes comunidades de matorrales como Tabaibas, principales habitantes de los pisos basales, o Ahulagas y Taboires, localizados en la vertiente norte.
Pero también en las zonas de mayor altitud, más dadas a captar humedad, comunidades herbáceas anuales, situando en las zonas de coladas basálticas diferentes especies de vegetación rupícula, tal y como ocurre en Timanfaya. Todo ello formando pequeños espacios íntimos en sombra que giran en torno a un gran espacio colectivo en el que poder celebrar todo tipo de actividades, verbenas, conciertos, asambleas, etc.
Azotada por los vientos alisios de componente norte-noroeste, Arrecife no consigue captar la humedad que trae consigo esta corriente, debido a la escasa altitud y a la ausencia de masa forestal. Además la escasa cantidad de lluvia acumulada durante el año hace que tenga un clima principalmente árido, por lo que para que este ecosistema funcionase climáticamente se necesitaba controlar muy bien el soleamiento, porque aunque la propia naturaleza del catálogo de especies seleccionadas está especialmente adaptada al clima árido de la isla, se buscaba tener unos grados de confort climático para que la plaza fuera confortable durante todo el año.
Para ello optamos por una estrategia orgánica de superposición de redes sobre postes que nos permitía por una parte, tamizar la luz en diferentes grados gracias a la superposición de las mismas, y por otra, posicionar dentro de estas las instalaciones de agua, luz, etc., con el fin de conseguir un confort climático óptimo a través de diferentes estrategias pasivas y activas.
Además los postes que sujetaban estas redes eran perfectos para situar los aerogeneradores que harían que la plaza aprovechara las corrientes para ser autosuficiente energéticamente.