El estudio Taller Segovia Molina utiliza como eje conceptual del proyecto la búsqueda de la intimidad. Desde el exterior la vivienda se percibe como un volumen cerrado con muros altos, haciendo que la casa se abra únicamente a sus paisajes interiores con diferentes tipos de jardines silvestres. Esta búsqueda constante de la intimidad crea un conjunto de espacios duales gracias a los cambios visuales y sensoriales, donde los espacios comienzan siendo reducidos para después abrirse a espacios más amplios y luminosos.
La vivienda incluye realiza un juego constante de escalas y volúmenes que tienen una relación directa con la vegetación en todas las plantas, tanto en sus patios internos como en la azotea, una sucesión de jardines silvestres, que atraen insectos y aves. La estructura hermética de la vivienda permite disfrutar de la flora desde el interior, creando un ambiente tranquilo e intimo. El jardín de la azotea se convierte en un paisaje más, manteniendo una atmósfera acogedora, rodeado de plantas e insectos.
Casa Aguilar por Taller Segovia Molina. Fotografía por Zaickz Moz.
Descripción del proyecto por Taller Segovia Molina
Casa Aguilar surge con la idea de crear un oasis interior donde una familia pueda experimentar la introspección y la contemplación al habitar su hogar. Esta intención se refleja en su arquitectura mediante una envolvente sólida que actúa como una segunda piel, protegiendo de las vistas hacia una zona densamente planificada. En el interior, la luz natural se filtra a través de patios en cada uno de los tres niveles, creando una atmósfera serena e íntima.
Desde el exterior, la casa se percibe como un volumen cerrado con muros altos que parecen flotar sobre el suelo. La planta libre permite integrar una sucesión de jardines silvestres, que buscan atraer insectos polinizadores y aves endémicos. Con una estructura casi hermética, la vivienda se abre únicamente hacia sus paisajes internos, permitiendo que su flora y fauna se disfruten y escuchen desde el interior. Esto crea un ambiente apacible, sereno y en total privacidad para sus habitantes.
La organización de la casa se basa en los espacios abiertos, cada uno con su propio carácter. En la planta baja, estos espacios guían el recorrido desde la entrada principal hasta el área social. La cocina y el comedor se abren a un patio trasero que inunda de luz el interior de doble altura. La textura de las paredes se equilibra con la calidez de la carpintería en tonos claros.
La búsqueda de la intimidad, como eje central del proyecto, dio lugar a una secuencia espacial que provoca cambios visuales y sensoriales al pasar de un espacio cerrado a uno abierto, y viceversa. Esta dualidad se experimenta a lo largo de los tres niveles de la casa, donde cada área comienza con un espacio reducido y oscuro, para luego revelar un ambiente amplio y luminoso con vistas hacia el exterior. La experiencia cotidiana se enriquece con la integración de la vegetación, el viento, la lluvia y el cielo en estos espacios, que enmarcan cada área de la casa.
Las áreas privadas y semipúblicas incluyen, además de las habitaciones orientadas al sur, un estudio y un taller de cerámica, ambos orientados hacia el norte mediante grandes ventanales. El taller de cerámica, un espacio completamente abierto, se conecta con una terraza que transita de la escala doméstica del interior a una doble altura. En el último nivel, el estudio, también vinculado con una terraza más pequeña, recibe luz indirecta, creando un ambiente de confort.
La búsqueda contemplativa y de asombro se culmina en el diseño de la azotea, donde se ubica el último jardín. Este espacio, inmerso en el paisaje vegetal, está destinado a la meditación y mantiene una atmósfera acogedora y refugiante, rodeado de plantas e insectos que lo habitan.
Un aspecto importante fue maximizar el área permeable, logrando un 80% gracias al diseño de terrazas y jardines. Además, se buscó dotar a las áreas públicas de una doble altura, respetando el límite máximo permitido de 10.50 metros. Este objetivo se alcanzó al enterrar parte de la planta baja tras el estudio de análisis de suelos.
Casa Aguilar ofrece espacios monumentales mientras mantiene una escala humana. Su diseño juega con los espacios cerrados y abiertos, proporcionando una experiencia enriquecedora y una conexión continua con el entorno natural. La disposición estratégica de ventanales no solo facilita la apertura completa de la casa, sino que también asegura un confort térmico óptimo al aprovechar la orientación y la interacción con el exterior. Estas dualidades convierten a la residencia en un refugio sereno desde el cual disfrutar del atardecer queretano.