Suzuki
Hisao Suzuki (Yamagata, Japón, 1957) se graduó en la Escuela de Fotografía de Tokio en 1979 e inició su trayectoria profesional junto a su maestro Tohru Minowa.
A raíz de una exposición del célebre fotógrafo Eikoh Hosoe sobre Antoni Gaudí en 1978 en el Yokohama City Hall, nace su relación con Barcelona, ciudad a la que llegó en 1982 a bordo de un transatlántico de la antigua Unión Soviética, y donde se quedó hasta convertirla en su residencia y cuna de sus dos hijas. Su inquietud por recorrer mundo, desde muy pronto, revela un espíritu libre que se manifiesta como una experiencia artística entre culturas, que ha dado cuerpo a su obra, difícil de comparar, en el contexto global de la fotografía de arquitectura.
Hisao Suzuki se inicia como fotógrafo de arquitectura adentrándose en el modernismo catalán y en el clima efervescente de la Barcelona que preparaba los Juegos Olímpicos de 1992. La documentación del proceso de construcción del Palau Sant Jordi, obra del arquitecto japonés Arata Isozaki, le acerca a la arquitectura contemporánea y será el punto de inflexión para una colaboración que marcará su rumbo: 1982, el año de su llegada a Barcelona, coincide con la creación de la revista madrileña El Croquis, con la que comienza a colaborar en 1986, hasta convertirse en el principal fotógrafo de la publicación y contribuyendo al reconocimiento de la revista como el medio de difusión de mayor prestigio internacional de arquitectura contemporánea. Las fotografías que se han publicado se han extendido a otros libros y revistas y, también, por todo el mundo.
En 2012 aparece un número monográfico de la revista de arquitectura japonesa a+u sobre Hisao Suzuki que desgrana su forma de entender la fotografía de arquitectura y el valor de la luz mágica en su obra. Juan Carlos Sancho y Sol Madridejos le definen como el fotógrafo de la arquitectura como experiencia, con una visión personal, sin una intención plástica apriorística. La fotografía de Hisao Suzuki representa la postura del testimonio fiel y minuciosamente documentado de la realidad, en busca de un registro preciso sin perjudicar la esencia de la obra arquitectónica.
A pesar de la voluntad de documentar, a pesar de su enorme rigor en busca de la perfección, sus imágenes son de gran sensibilidad poética. Al percibir sus imágenes, la visión del mundo de Hisao Suzuki nos revela y muestra cualidades de una realidad que todavía no hemos valorado hasta dar una impresión de belleza serena. Como explican Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, “No son imágenes elocuentes; hablan sin decir una palabra, sin necesidad de gesto o exageración alguna. Se consigue de forma natural, con la maestría de quien ha desaprendido, y todo esto nos da indicios de la espiritualidad de oriente.”
La serenidad de sus imágenes son el fruto de su búsqueda de una luz en la que los contrastes entre luz y sombra se disuelven. Es la luz mágica, la luz suave que aparece por la mañana y por la noche, en la que, a medida que el equilibrio de la luminosidad del cielo se rompe, se vuelve más profunda y transparente, y todo el edificio se desarrolla en una luz suave y reposada. Este momento de silencio lo describe Hisao Suzuki como "el momento justo antes y después de que toque una orquesta”.
El arquitecto japonés Ryue Nishizawa destaca su habilidad de contextualizar la obra arquitectónica dentro de su entorno desde una perspectiva global, hasta conseguir una intermediación entre el objeto arquitectónico y el contexto, que ofrece una lectura más rica de las decisiones proyectuales y, a la vez, confiere una lectura de la atmósfera en la que se inserta y cómo actúa dentro de este contexto. Añade que incluso sus fotografías de maquetas parecen capturar el poder esencial de la arquitectura. Con Sancho y Madridejos coincide en detectar un clasicismo subyacente en su trabajo, que los madrileños relacionan con la obra de Canaletto, y su cámara oscura y sus vistas panorámicas de Venecia, como la referencia más clara de la expresión de imágenes construidas técnicamente mediante el objetivo, conjuntamente con el dominio y manejo de la perspectiva. También consideran que Hisao Suzuki se acerca a la visión del fotógrafo Eugène Atget en sus imágenes del París de finales del siglo XIX, en las que se congela el atmosférico, el ambiental, el aura de lo que es la ciudad, con todas las capas y huellas de quienes la habitaron y de los tiempos que la han esculpido.
Esta revelación de lo atmosférico requiere matizar algunas variables conformadoras, como pueden ser la luz, los recursos ópticos y visuales, o la composición. Hisao Suzuki lo consigue con recursos que vienen de la luz homogénea, difundida y transparente de la luz mágica, que valora la existente, y busca la máxima amplitud espacial que permite el objetivo para acercarse a un verdadero campo de visión horizontal, hasta alcanzar cierta objetividad abstracta, extremadamente difícil de mantener y conseguir. Una visión que bebe de la esencia de la tradición de sus raíces japonesas y los matices introducidos por su experiencia mediterránea más espontánea y fresca, que confieren a su fotografía y a su persona riqueza y complejidad.
A raíz de una exposición del célebre fotógrafo Eikoh Hosoe sobre Antoni Gaudí en 1978 en el Yokohama City Hall, nace su relación con Barcelona, ciudad a la que llegó en 1982 a bordo de un transatlántico de la antigua Unión Soviética, y donde se quedó hasta convertirla en su residencia y cuna de sus dos hijas. Su inquietud por recorrer mundo, desde muy pronto, revela un espíritu libre que se manifiesta como una experiencia artística entre culturas, que ha dado cuerpo a su obra, difícil de comparar, en el contexto global de la fotografía de arquitectura.
Hisao Suzuki se inicia como fotógrafo de arquitectura adentrándose en el modernismo catalán y en el clima efervescente de la Barcelona que preparaba los Juegos Olímpicos de 1992. La documentación del proceso de construcción del Palau Sant Jordi, obra del arquitecto japonés Arata Isozaki, le acerca a la arquitectura contemporánea y será el punto de inflexión para una colaboración que marcará su rumbo: 1982, el año de su llegada a Barcelona, coincide con la creación de la revista madrileña El Croquis, con la que comienza a colaborar en 1986, hasta convertirse en el principal fotógrafo de la publicación y contribuyendo al reconocimiento de la revista como el medio de difusión de mayor prestigio internacional de arquitectura contemporánea. Las fotografías que se han publicado se han extendido a otros libros y revistas y, también, por todo el mundo.
En 2012 aparece un número monográfico de la revista de arquitectura japonesa a+u sobre Hisao Suzuki que desgrana su forma de entender la fotografía de arquitectura y el valor de la luz mágica en su obra. Juan Carlos Sancho y Sol Madridejos le definen como el fotógrafo de la arquitectura como experiencia, con una visión personal, sin una intención plástica apriorística. La fotografía de Hisao Suzuki representa la postura del testimonio fiel y minuciosamente documentado de la realidad, en busca de un registro preciso sin perjudicar la esencia de la obra arquitectónica.
A pesar de la voluntad de documentar, a pesar de su enorme rigor en busca de la perfección, sus imágenes son de gran sensibilidad poética. Al percibir sus imágenes, la visión del mundo de Hisao Suzuki nos revela y muestra cualidades de una realidad que todavía no hemos valorado hasta dar una impresión de belleza serena. Como explican Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, “No son imágenes elocuentes; hablan sin decir una palabra, sin necesidad de gesto o exageración alguna. Se consigue de forma natural, con la maestría de quien ha desaprendido, y todo esto nos da indicios de la espiritualidad de oriente.”
La serenidad de sus imágenes son el fruto de su búsqueda de una luz en la que los contrastes entre luz y sombra se disuelven. Es la luz mágica, la luz suave que aparece por la mañana y por la noche, en la que, a medida que el equilibrio de la luminosidad del cielo se rompe, se vuelve más profunda y transparente, y todo el edificio se desarrolla en una luz suave y reposada. Este momento de silencio lo describe Hisao Suzuki como "el momento justo antes y después de que toque una orquesta”.
El arquitecto japonés Ryue Nishizawa destaca su habilidad de contextualizar la obra arquitectónica dentro de su entorno desde una perspectiva global, hasta conseguir una intermediación entre el objeto arquitectónico y el contexto, que ofrece una lectura más rica de las decisiones proyectuales y, a la vez, confiere una lectura de la atmósfera en la que se inserta y cómo actúa dentro de este contexto. Añade que incluso sus fotografías de maquetas parecen capturar el poder esencial de la arquitectura. Con Sancho y Madridejos coincide en detectar un clasicismo subyacente en su trabajo, que los madrileños relacionan con la obra de Canaletto, y su cámara oscura y sus vistas panorámicas de Venecia, como la referencia más clara de la expresión de imágenes construidas técnicamente mediante el objetivo, conjuntamente con el dominio y manejo de la perspectiva. También consideran que Hisao Suzuki se acerca a la visión del fotógrafo Eugène Atget en sus imágenes del París de finales del siglo XIX, en las que se congela el atmosférico, el ambiental, el aura de lo que es la ciudad, con todas las capas y huellas de quienes la habitaron y de los tiempos que la han esculpido.
Esta revelación de lo atmosférico requiere matizar algunas variables conformadoras, como pueden ser la luz, los recursos ópticos y visuales, o la composición. Hisao Suzuki lo consigue con recursos que vienen de la luz homogénea, difundida y transparente de la luz mágica, que valora la existente, y busca la máxima amplitud espacial que permite el objetivo para acercarse a un verdadero campo de visión horizontal, hasta alcanzar cierta objetividad abstracta, extremadamente difícil de mantener y conseguir. Una visión que bebe de la esencia de la tradición de sus raíces japonesas y los matices introducidos por su experiencia mediterránea más espontánea y fresca, que confieren a su fotografía y a su persona riqueza y complejidad.
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NombreHisao Suzuki