El programa de la vivienda se organiza con un acceso lateral en un pequeño retranqueo de acceso que da paso a las zonas publicas de la vivienda: salón y comedor. La cocina se encuentra en el cruce de los dos brazos de la «L» como rotula intermedia entre las estancias publicas y las privadas formadas por tres dormitorios y un estudio.
Casa Primus por Lopes Pertile Architects. Fotografía por João Morgado.
Casa Primus por Lopes Pertile Architects. Fotografía por João Morgado.
Descripción del proyecto por Lopes Pertile Architects
«Esta casa representa mi mente: secuencial, rigurosa, sistemática y clara».
Estas fueron las palabras del cliente en el momento en que vio la primera propuesta de proyecto.
La casa, por tanto, se convierte en el reflejo de quienes la habitan, a los que se les ha dado forma, transformándola en arquitectura.
Por eso, cuando nos vimos expuestos al fuerte deseo de diseñar una casa en forma de «L», decidimos aceptar este reto, sin prejuicios ni clichés, a través de la experimentación y, sobre todo, centrándonos en el objetivo de construir bien, acompañando al proyecto desde el inicio, desde su concepción creativa hasta su ejecución en obra, con mimo y dedicación, pensando en la arquitectura como el arte de ofrecer.
Del latín «primus», nace así la primera obra, de la búsqueda de la esencia, el comienzo de algo para su usuario, así como para su creador.
Casa Primus se enfrenta a un generoso paisaje de laderas, disfrutando de una vista privilegiada del contexto rural, delicadamente sostenido por un podio natural, suspendido en un nivel elevado.
La casa se integra al lugar, es parte de él, y esto solo es posible a partir de un trabajo de topografía que le permita acomodar lo que la rodea sin límites, eliminando confines y donde el terreno está en continuidad con el paisaje y viceversa.
La arquitectura dialoga con el paisaje, creando una relación que no es ni de mimesis ni de antítesis, sino de equilibrio entre ambas.
Casa Primus por Lopes Pertile Architects. Fotografía por João Morgado.
Esta línea horizontal sigue el avance continuo del cerro sin interrumpirlo nunca. Al mismo tiempo, la lectura de esta línea blanca y clara se destaca sobre el fondo del perfil sinuoso de su verde paisaje de laderas donde casa y paisaje, gracias a su proximidad, refuerzan e intensifican su naturaleza diversa.
El exterior ingresa a la casa, a través de los espacios límite, los porches, que son sustracciones que rompen la «L» convirtiéndose en lugares que albergan la vida doméstica, lugares de ser, momentos de protección y transición y, finalmente, marcos para el paisaje.
La transición entre las habitaciones y el porche se resolvió con la construcción de un detalle que permitía un paso fluido y sin ningún tipo de obstáculo al nivel del suelo o del techo, manteniendo una altura constante.
La superficie acristalada de las habitaciones refleja la colina hacia la que mira. A pesar de albergar varios espacios, este tabique no es perceptible desde el exterior porque los muros interiores no se prolongan hasta el alzado, sino que reducen su espesor hasta encontrarse con los marcos de las ventanas.
En esta casa, los detalles hechos a medida hicieron posible una construcción sencilla y duradera en el tiempo, en la lógica del ahorro de medios y recursos.
El diseño de los detalles, acompaña toda la obra, convirtiéndose en el principio ordenador continuo, capaz de mantener todo unido para que el proyecto pueda leerse en su unidad, donde el detalle es clave del todo y el todo se refleja en sus detalles, concretado a través del cuidadoso trabajo de la artesanía local.
El objetivo constante de este proyecto es la sencillez de su resultado, que no es más que una complejidad resuelta.