De construcción sencilla pero cuidada, que muestra el hormigón y el ladrillo cerámico como principales materiales, la «casa Viva la Vega» se convierte por sus autores en un manifiesto y en un elemento que sirve para transmitir el amor que los clientes profesan por este territorio agrícola a sus dos hijos.
Casa Viva la Vega de Serrano + Baquero arquitectos. Fotografía por Fernando Alda.
Descripción del proyecto por Serrano + Baquero Arquitectos
Los recuerdos de infancia de Horacio y Vanesa se encuentran ligados a la vega de Granada; el rumor de las acequias, el frescor a la sombra de los chopos, la materialidad y la luz en el interior de los secaderos o el paisaje lejano de Sierra Nevada. En 2017, tras adquirir una parcela cercana a Albolote, a los pies del Tajo Colorao y frente a un olivar, nos encargaron realizar una casa con el deseo de que tratáramos de enlazar esa imagen agrícola de la vega que residía en su memoria con sus necesidades familiares actuales. La parcela es de proporciones estrechas, situación agravada por la existencia de una servidumbre de paso para uso del acequiero en uno de los lados largos. Este recorrido es necesario para realizar las labores diarias de mantenimiento de la acequia que linda con uno de los lados cortos.
El equilibrio entre los deseos y recuerdos de carácter agrícola de los clientes con sus necesidades se materializó a través de los elementos presentes en el lugar y en las infraestructuras agrícolas colindantes. Surge una plantación de chopos como bienvenida y una acequia elevada acompaña desde la entrada de la casa hasta la alberca. Se acondiciona una amplia zona de huerto bien soleada junto a una pérgola para el descanso. Entre estos elementos y en relación con ellos se sitúa la casa, de construcción sencilla pero cuidada, que muestra el hormigón y el ladrillo cerámico como principales materiales.
El proyecto trató de dar respuesta a la geometría de la parcela adoptando una configuración alargada, lo cual recuerda a los secaderos de tabaco. Esta situación permitía una relación e intercambio interesante entre ambas fachadas largas, debido a su proximidad. Propusimos una serie de secciones que iban respondiendo a las diferentes condiciones de contorno dependiendo de su posición. Aparecieron así muros opacos de diferentes alturas, cubiertas con diversas inclinaciones, lucernarios, celosías y ventanas según la oportunidad de vistas lejanas, entrada directa o tamizada de luz, presencia de edificaciones cercanas, contacto con la acequia o el huerto y necesidad de privacidad. Era nuestra intención que en determinados puntos de la casa existieran vistas que la cruzaran por completo, permitiendo que la luz, el aire, el sonido del agua y la mirada pudieran atravesar el espacio contenido en el interior de la crujía. Vanesa, Horacio, Marco y Mauro podrían recorrer el volumen de manera longitudinal, a través de las secciones que se suceden y establecen relaciones espaciales cambiantes según las horas del día y las estaciones.
La casa Viva la Vega sirve como manifiesto y elemento transmisor del amor que los clientes profesan a este territorio agrícola a sus dos hijos, haciendo que estos también puedan disfrutar de una atmósfera similar a aquella de su infancia.