La inauguración del festival corrió a cargo del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) y la Fundación Arquia, promotores del evento, que este año han trabajado con el Ajuntament de València y el centro de innovación Las Naves. En la misma jornada se abrió al público una exposición de los proyectos finalistas de la convocatoria, esta vez en el Colegio Territorial de Arquitectos de València. Más tarde se celebró un coloquio donde los asistentes tuvieron la oportunidad de debatir con los arquitectos que participaron en el concurso. En la charla se tocaron asuntos como el papel de la arquitectura en el problema climático (tema central en esta edición del festival), el valor de lo local, la necesidad de repensar las dinámicas fabriles de los materiales constructivos, las potencialidades de la arquitectura efímera, o las prácticas sostenibles tradicionales.
¿Por qué dos ciudades y dos pabellones en la edición de este año? Sol Candela, directora de Arquia, subrayó para esta redacción que los organizadores han querido celebrar el festival en ciudades ligadas a mares de diferentes características. Por su parte, Nuria Matarredona, directora general de Agenda Urbana y Arquitectura del MITMA, añadió que se buscaba «entender un momento tan complejo como el actual desde dos miradas complementarias: la del mediterráneo y la del cantábrico».
La gran persiana: entre la modernidad y tradición
El arquitecto Manuel Bouzas, autor del proyecto Mediterráneo, define su pabellón como una «larga persiana» que rinde homenaje a este elemento constructivo tradicional.
¿Por qué dos ciudades y dos pabellones en la edición de este año? Sol Candela, directora de Arquia, subrayó para esta redacción que los organizadores han querido celebrar el festival en ciudades ligadas a mares de diferentes características. Por su parte, Nuria Matarredona, directora general de Agenda Urbana y Arquitectura del MITMA, añadió que se buscaba «entender un momento tan complejo como el actual desde dos miradas complementarias: la del mediterráneo y la del cantábrico».
La gran persiana: entre la modernidad y tradición
El arquitecto Manuel Bouzas, autor del proyecto Mediterráneo, define su pabellón como una «larga persiana» que rinde homenaje a este elemento constructivo tradicional.
«Son 300 metros de persiana alicantina hecha a medida para el proyecto».
Manuel Bouzas.
Pabellón Mediterraneo Tac! 2023, por Manuel Bouzas. Fotografía por Milena Villalba.
Amén de ello, el 70% de los materiales que forman el pabellón son reciclables, pues la propuesta considera el problema ecológico, cuyas soluciones más sencillas, dice Bouzas, «ya estaban ahí». En su visión, incluso la propia arquitectura efímera nos remite a las tiendas de campaña de nuestros antepasados remotos.
De proporciones áureas, se diría que Mediterráneo le rinde homenaje también al arte de las formas, pues para su creador, la catenaria no solo cuenta con una amplia tradición, sino que también es la esencia de la gravedad. Extranjero en València según sus palabras, Bouzas ha contemplado para el pabellón ciertos aspectos de la plaza Músico López-Chávarri. El flujo de los usuarios, por ejemplo, que el arquitecto transforma incluyendo en la instalación elementos que invitan a la pausa, tales como las piedras-asiento o el jardín, quizá para ralentizar el recorrido de ese espacio «por donde todo el mundo pasa, pero en el que nadie permanece». En su ejecución, el proyecto ha tomado en cuenta los materiales constructivos, que proceden de regiones cercanas, y también la riqueza histórica del lugar -que Bouzas califica de «palimpsesto»- forma parte de la propuesta.
Estudioso de los materiales constructivos y del rol que juegan las economías locales en la arquitectura, el arquitecto gallego cuestiona la dificultad de reciclaje que presentan los materiales industriales, y vindica por ello la capacidad ecológica de los procedimientos premodernos. Así, la persiana tradicional es a un tiempo el corazón conceptual de Mediterráneo y una exploración de la posible reducción del gasto energético que suponen los medios mecánicos de aclimatación.
Pabellón Mediterraneo Tac! 2023, por Manuel Bouzas. Fotografía por Luis Díaz Díaz.
El espacio público como lugar de encuentro
Al igual que lo fuera el Foro romano, la plaza es un espacio tradicional de socialización, y en tanto tal, un territorio para la libertad. No es de extrañar, por tanto, que los arquitectos se preocupen por lo que ocurre en ellas. Después de todo -tal como se dijo en el acto de apertura-, una vez que el pabellón ganador se desmonte y sus materiales se reciclen, el debate quedará. Quedará sobre todo en esas colectividades a la que los espacios públicos dan voz, como señaló Paula Llobet, Consejala de Turismo, Innovación, Empleo y Emprendimiento del Ayuntamiento de Valencia. Mediterráneo, en suma, hace gala de una inquietud por la comunidad. En este sentido, es sin duda significativo que en la memoria para el concurso, las piedras que sirven de contrapeso a la estructura de madera cumplan una segunda función de bancos que “congregan a las personas”, o que el jardín del pabellón intente dar respuesta a las peticiones de los vecinos de la plaza, repleta de carteles que reclaman espacios verdes. También el proyecto Deja Huella, distinguido con el tercer premio, recoge esa petición ciudadana en forma de otro jardín destinado a quedarse en la ciudad.
Con todo, este interés por el intercambio social no es un hecho aislado. En muchos proyectos concursantes hay una insistencia en elementos arquitectónicos que favorecen la socialización: jardines, fuentes, plazas, parques, etc.; y el proyecto Arca, ganador del segundo premio, pone el foco en las conductas urbanas recurriendo a la estrategia situacionista de suscitar «usos inesperados y espontáneos» del espacio público. No es casual, pues, que a lo largo del coloquio celebrado en el Colegio Territorial de Arquitectos de València, se hablara extensamente de la necesidad de fomentar el diálogo social. «Asalvajar» la ciudad, romper jerarquías urbanas o generar paisajes de múltiples voces, fueron algunas de las consignas que los jóvenes arquitectos comentaron con el público durante el debate. Por todo ello, quizá no sea exagerado decir que más aún que la primera, esta segunda edición del Tac! festival se ocupó del importante papel que tiene el urbanismo en el desarrollo saludable del cuerpo social.
Amén de ello, el 70% de los materiales que forman el pabellón son reciclables, pues la propuesta considera el problema ecológico, cuyas soluciones más sencillas, dice Bouzas, «ya estaban ahí». En su visión, incluso la propia arquitectura efímera nos remite a las tiendas de campaña de nuestros antepasados remotos.
De proporciones áureas, se diría que Mediterráneo le rinde homenaje también al arte de las formas, pues para su creador, la catenaria no solo cuenta con una amplia tradición, sino que también es la esencia de la gravedad. Extranjero en València según sus palabras, Bouzas ha contemplado para el pabellón ciertos aspectos de la plaza Músico López-Chávarri. El flujo de los usuarios, por ejemplo, que el arquitecto transforma incluyendo en la instalación elementos que invitan a la pausa, tales como las piedras-asiento o el jardín, quizá para ralentizar el recorrido de ese espacio «por donde todo el mundo pasa, pero en el que nadie permanece». En su ejecución, el proyecto ha tomado en cuenta los materiales constructivos, que proceden de regiones cercanas, y también la riqueza histórica del lugar -que Bouzas califica de «palimpsesto»- forma parte de la propuesta.
Estudioso de los materiales constructivos y del rol que juegan las economías locales en la arquitectura, el arquitecto gallego cuestiona la dificultad de reciclaje que presentan los materiales industriales, y vindica por ello la capacidad ecológica de los procedimientos premodernos. Así, la persiana tradicional es a un tiempo el corazón conceptual de Mediterráneo y una exploración de la posible reducción del gasto energético que suponen los medios mecánicos de aclimatación.
Pabellón Mediterraneo Tac! 2023, por Manuel Bouzas. Fotografía por Luis Díaz Díaz.
El espacio público como lugar de encuentro
Al igual que lo fuera el Foro romano, la plaza es un espacio tradicional de socialización, y en tanto tal, un territorio para la libertad. No es de extrañar, por tanto, que los arquitectos se preocupen por lo que ocurre en ellas. Después de todo -tal como se dijo en el acto de apertura-, una vez que el pabellón ganador se desmonte y sus materiales se reciclen, el debate quedará. Quedará sobre todo en esas colectividades a la que los espacios públicos dan voz, como señaló Paula Llobet, Consejala de Turismo, Innovación, Empleo y Emprendimiento del Ayuntamiento de Valencia. Mediterráneo, en suma, hace gala de una inquietud por la comunidad. En este sentido, es sin duda significativo que en la memoria para el concurso, las piedras que sirven de contrapeso a la estructura de madera cumplan una segunda función de bancos que “congregan a las personas”, o que el jardín del pabellón intente dar respuesta a las peticiones de los vecinos de la plaza, repleta de carteles que reclaman espacios verdes. También el proyecto Deja Huella, distinguido con el tercer premio, recoge esa petición ciudadana en forma de otro jardín destinado a quedarse en la ciudad.
Con todo, este interés por el intercambio social no es un hecho aislado. En muchos proyectos concursantes hay una insistencia en elementos arquitectónicos que favorecen la socialización: jardines, fuentes, plazas, parques, etc.; y el proyecto Arca, ganador del segundo premio, pone el foco en las conductas urbanas recurriendo a la estrategia situacionista de suscitar «usos inesperados y espontáneos» del espacio público. No es casual, pues, que a lo largo del coloquio celebrado en el Colegio Territorial de Arquitectos de València, se hablara extensamente de la necesidad de fomentar el diálogo social. «Asalvajar» la ciudad, romper jerarquías urbanas o generar paisajes de múltiples voces, fueron algunas de las consignas que los jóvenes arquitectos comentaron con el público durante el debate. Por todo ello, quizá no sea exagerado decir que más aún que la primera, esta segunda edición del Tac! festival se ocupó del importante papel que tiene el urbanismo en el desarrollo saludable del cuerpo social.