Esta idea de elemento rocoso es la que emplea el arquitecto Guillermo Reynés de GRAS para integrar el proyecto en su entorno natural, a la vez que le otorga el protagonismo necesario dentro del complejo. Cada uno de los cuatro volúmenes alberga programas diferentes, para girar todos ellos entre el espacio central en el que se ubica un bar.
Por otro lado cabe destacar cómo la continuidad espacial entre espacios interiores y exteriores se convierte en una de las claves del proyecto. Los grandes ventanales se abren al entorno y permiten percibirlo desde la casa club.
Descripción del proyecto por GRAS
La casa club de un campo de golf es un lugar de reunión en medio de la naturaleza: fomenta las relaciones sociales alrededor de un paisaje natural. Es por ello que es muy importante la conexión del edificio con su entorno inmediato.
La casa club se sitúa, por necesidades del desarrollo del juego, en un área natural de gran tamaño por lo que una cierta centralidad y reconocimiento es necesario. El edificio necesita visibilidad sin invadir el paisaje.
El proyecto consiste en una serie de “rocas”, piedras, que se asientan en el entorno natural: ofrecen la presencia, identidad que pide el programa, camufladas en la naturaleza, se asemejan a un elemento natural. Estas piedras, unidas forman el edificio, la casa club. Son 4 volúmenes, cada uno con un programa determinado, unidos por una plaza común donde se sitúa el bar, el corazón del proyecto.
La plaza se abre completamente al paisaje en todas direcciones: la fachada entre los volúmenes es de vidrio por lo que desde la plaza se enmarca el paisaje y se generan visuales a la naturaleza circundante en todas direcciones. Los volúmenes de piedra (cocina, vestuarios y oficinas), al contrario que la plaza, son lo mas opacos posibles, prácticamente sin ventanas o con ventanas ocultas detrás de sutiles celosías de piedra. Así se enfatiza el efecto pétreo del edificio. El restaurante-sala de estar, es la excepción; A este volumen se le han practicado grandes aperturas para ofrecer un espacio continuo interior-exterior acorde con el clima mediterráneo.
La materialización del edificio maximiza el efecto “ Roca”: La piedra local tipo santanyí, elemento muy característico de la arquitectura de la isla de Mallorca, se usa no sólo en las fachadas, sino también en las cubiertas, sin distinción alguna, consiguiendo una piel continua de piedra en todo el edificio.
La fachada es cubierta y la cubierta es fachada.
Todo se reduce a piedra en el paisaje.