El espacio original reorganizado en cuatro estancias simétricas de 3,5x3,5m. Las estancias se conectan entre ellas por grandes aperturas centrales, o se expanden mediante la utilización de espejos que las prolongan espacialmente.
Se utilizan materiales que sufren un proceso de abstracción: el espejo para desdibujar límites, el linóleo para recordar la tradicional baldosa de barro cocido, el techo terminado con esmalte plástico, el gresite para borrar la escala, una pieza de mármol para el lavabo y el acero inoxidable del mueble de la cocina.
Casa Lara por HANGHAR. Fotografía por Luis Díaz Díaz.
Descripción del proyecto por HANGHAR
El proyecto consiste en la renovación de un apartamento de 65 m² en un edificio de los años setenta del centro de la ciudad. Frente a la rápida especulación inmobiliaria sufrida en Madrid en los ltimos años, la vivienda se aleja de connotaciones derivadas de las lógicas del mercado y plantea un sistema flexible, capaz de evadir condicionantes prefijados y convencionales.
El proyecto se entiende como un sistema espacial indiferente e independiente del contexto en el que se sitúa, continuando así la investigación espacial de Casa Ronda. Un sistema conceptualmente genérico al tiempo que espacialmente específico, que anula cualquier relación al perímetro, al programa y a la orientación del espacio. Únicamente la aparición de una serie de elementos, como la chimenea o el mueble de cocina, nos devuelve al lugar en el que nos encontramos y genera una referencia visual.
El espacio original, se divide en cuatro estancias simétricas de 3,5x3,5m generando una isotropía espacial únicamente desequilibrada por la entrada de luz natural. Las estancias se conectan entre ellas por grandes aperturas centrales que las articulan espacial y visualmente. En una de ellas encontramos una apertura que nos lleva a un lugar al cual no podemos acceder. Es el reflejo de nuestro propio espacio, mostrado en una superficie espejada que genera una ficción espacial que amplifica al tiempo que distorsiona los límites de la vivienda.
Los materiales son simples y directos. El suelo abstrae la tradicional baldosa de barro cocido, tan común en el imaginario colectivo, con la utilización de un linóleo de gran formato, reduciendo la sensación de escala en el espacio. El techo, de esmalte plástico, es simple y directo, amplificando los brillos y colores presentes en la vivienda al tiempo que el espacio de cocina se cubre de acero inoxidable, reflejando los matices de colores y luces cambiantes durante el día.