La exposición reúne 152 fotografías cuidadosamente seleccionadas por el propio Lindbergh y organizadas en tres capítulos. Dos instalaciones a gran escala cierran la parte introductoria y ofrecen una perspectiva nueva y sorprendente sobre la obra de Lindbergh.
Manifest, la monumental instalación de apertura, que incluye varias impresiones en papel blueback a gran escala, ha sido especialmente diseñada para la muestra y presenta, a través de una experiencia inmersiva y sugerente, el modo en que Lindbergh entendía la fotografía de moda. Se expone en una sala completamente negra e incluye las 24 imágenes que solían aparecer siempre que el artista tenía que hacer una selección de obras, aquellas que en su opinión mejor representaban el papel de la fotografía de moda en la cultura visual global.
Luciana Curtis, Nueva York, 1998. Fotografía por Peter Lindbergh (cortesía Fundación Peter Lindbergh, París).
Para la sección central de la exposición, en una sala blanca que contrasta con la primera instalación, Lindbergh escogió las obras que consideraba clave en su trayectoria. Experimentó con su propio material y sacó a la luz nuevas historias sin dejar de ser fiel a su lenguaje. Tanto las obras emblemáticas como otras que nunca han sido expuestas se muestran por parejas o en grupos dando lugar a interpretaciones inesperadas y sorprendentes.
Aquí se encuentran algunas de sus series más icónicas, como la de Naomi Campbell retratada en Ibiza en el año 2000 o la de Milla Jovovich posando con una estética inspirada en el cabaret. En esta sala, las fotografías de encargo, las personales y las editoriales se exponen como un todo, sin jerarquías, tal y como Peter Lindbergh las concebía. Sus recursos formales y obsesiones recurrentes surgen aquí con claridad: la atención prestada al cuerpo, las artes escénicas y las definiciones de belleza son algunos de ellos.
La exposición se cierra con la instalación cinematográfica Testament (2013), que revela una faceta desconocida hasta la fecha del trabajo y el carácter del fotógrafo alemán. La película, rodada a través de un espejo unidireccional, muestra el intercambio silencioso entre la cámara de Lindbergh y Elmer Carroll. El condenado a muerte de Florida pasó 30 minutos mirando atentamente su reflejo, pensativo, introspectivo y sin ninguna expresión facial significativa. Mostrada por primera vez, la instalación Testament añade un elemento inesperado a la exposición y abre el debate sobre temas de vital importancia para Peter Lindbergh: la introspección, la empatía y la libertad.
Manifest, la monumental instalación de apertura, que incluye varias impresiones en papel blueback a gran escala, ha sido especialmente diseñada para la muestra y presenta, a través de una experiencia inmersiva y sugerente, el modo en que Lindbergh entendía la fotografía de moda. Se expone en una sala completamente negra e incluye las 24 imágenes que solían aparecer siempre que el artista tenía que hacer una selección de obras, aquellas que en su opinión mejor representaban el papel de la fotografía de moda en la cultura visual global.
Luciana Curtis, Nueva York, 1998. Fotografía por Peter Lindbergh (cortesía Fundación Peter Lindbergh, París).
Para la sección central de la exposición, en una sala blanca que contrasta con la primera instalación, Lindbergh escogió las obras que consideraba clave en su trayectoria. Experimentó con su propio material y sacó a la luz nuevas historias sin dejar de ser fiel a su lenguaje. Tanto las obras emblemáticas como otras que nunca han sido expuestas se muestran por parejas o en grupos dando lugar a interpretaciones inesperadas y sorprendentes.
Aquí se encuentran algunas de sus series más icónicas, como la de Naomi Campbell retratada en Ibiza en el año 2000 o la de Milla Jovovich posando con una estética inspirada en el cabaret. En esta sala, las fotografías de encargo, las personales y las editoriales se exponen como un todo, sin jerarquías, tal y como Peter Lindbergh las concebía. Sus recursos formales y obsesiones recurrentes surgen aquí con claridad: la atención prestada al cuerpo, las artes escénicas y las definiciones de belleza son algunos de ellos.
La exposición se cierra con la instalación cinematográfica Testament (2013), que revela una faceta desconocida hasta la fecha del trabajo y el carácter del fotógrafo alemán. La película, rodada a través de un espejo unidireccional, muestra el intercambio silencioso entre la cámara de Lindbergh y Elmer Carroll. El condenado a muerte de Florida pasó 30 minutos mirando atentamente su reflejo, pensativo, introspectivo y sin ninguna expresión facial significativa. Mostrada por primera vez, la instalación Testament añade un elemento inesperado a la exposición y abre el debate sobre temas de vital importancia para Peter Lindbergh: la introspección, la empatía y la libertad.