Esta veintena de años fue, probablemente, la que más estuvo marcada por la producción pictórica del arquitecto y esto, inevitablemente, fue acompañando su viraje desde las primeras obras de tintes racionalistas o sus diferentes brutalismos en los sesenta, hacia edificaciones de una posmodernidad absoluta, como si cada nueva obra se tratara de una de sus pinturas levantada en tres dimensiones.
Los referentes que el mismo Testa reconocía en sus comienzos (Le Corbusier, Wright, Van der Rohe), son ahora Graves o Tschumi, arquitectos contemporáneos al Maestro argentino, que sincrónicamente estaban realizando sus más reconocidas obras al otro lado del mundo.
“Un joven ahora tiene que estar en el año 2011. La arquitectura y la pintura siempre son cosas globales. En el 1500 o el 1600 la Argentina era barroca, e Italia también. Vos reconocés la diferencia entre ellas en el mismo período, pero ambas son barrocas. Lo fundamental es estar en el tiempo en que vivís.”
Clorindo Testa, 2011.1
Este cambio en la aproximación de Testa al proyecto queda patente en casi todas las obras de este período, donde se puede ver con claridad cómo, con el pasar de los años, las restricciones que lo marcaron en algún momento, comienzan a diluirse e incluso a desaparecer por completo. Digamos que aún manteniendo los procesos de reflexión proyectual que lo caracterizaban, esta etapa se caracterizó por tener una libertad casi absoluta frente al espacio construido, dejándolo ser sin condiciones dogmáticas tan típicas de la disciplina.
Centro Cultural Recoleta (1979-1980). Buenos Aires Design (1990-1993)
En este caso, nos tomamos la libertad de articular estas dos obras, que aún con diferentes clientes y temporalidades, comparten arquitecto y terreno, por lo que no sería adecuado analizarlas de manera autónoma.
El Centro Cultural Recoleta, por un lado, es la primera obra de toda esta serie en la que Testa interviene sobre construcciones preexistentes, y lo hace nada más ni nada menos que sobre un icónico ensamble de edificios que van del siglo XVIII al XX, ubicado entre el cementerio de la Recoleta y la plaza Francia del paisajista Carlos Thays.
Comenzada ya sobre mediados del Proceso de Reorganización Nacional (última de las muchas dictaduras que ha atravesado el país sudamericano), la obra es fruto de un concurso ganado por el equipo de Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit.
La propuesta consistió, en términos generales, en estructurar todas estas preexistencias (un antiguo convento franciscano organizado en claustros alrededor de cinco patios sucesivos, la terraza, la Iglesia del Pilar en estilo neogótico y los pabellones eclécticos diseñados por Buschiazzo entre 1880 y 1900) en un recorrido coherente y, aunque conservando la línea que delimitaba el conjunto, unificar sus más de 10.000 metros cuadrados bajo un mismo criterio estilístico y compositivo.
El Buenos Aires Design, realizado diez años más tarde, se ubica dentro del predio del centro cultural, y continúa con las intervenciones que se habían realizado previamente. En este caso, como parte del trabajo relevamiento se descubrió una antigua berma de hormigón y algunas vigas de carácter prefabricado que, en su conjunto, pasaría a formar parte del Paseo de la Recoleta. Un espacio exclusivamente dedicado al flâneur, en el que fuera el centro de diseño más importante de toda América Latina, y que más adelante se convertiría en una suerte de leitmotiv de la obra tardía de Testa (Paseo de las aguas, Balneario de La Perla, Ciudad Cultural Konek).
Ambas obras se caracterizan por la utilización de importantes contrastes en todos sus aspectos. Desde los materiales nuevos frente a los preexistentes, hasta los vívidos colores que se emplearon tanto para sus interiores como exteriores (en este caso también se pintó parte de los antiguos edificios).
Casa Capotesta (1983-1985) Casa La Tumbona (1986-1989)
Desde fines de la década del 70 hasta bien entrados los 2000, Clorindo Testa dedicó parte de su tiempo profesional a la realización de viviendas particulares (incluida la propia), desplazándose por momentos de los programas públicos. Estas viviendas, en su mayoría, son parte de una serie en la que el arquitecto se dedicó a indagar sobre las posibilidades y la expresión del cubo.
La casa Capotesta, proyectada para sí mismo, se enclava justo en el médano que define el límite entre la zona de playas de la ciudad de Pinamar, y el área donde comienzan los loteos de la trama urbana.
Aunque pudiera quizás reconocerse alguna deuda con el neoplasticismo en la obra, quizás por la elección y distribución de los colores, su carácter es francamente posmoderno desde varios aspectos. Desde la expresividad del volumen construido hasta la composición por medio de fragmentos donde se vuelven a ver, como ya había sugerido en obras previas, las particiones y prolongaciones casi arbitrarias que rompen el triedro.
Casa La Tumbona por Clorindo Testa. Fotografía por Mariano Imperial.
Esta obra responde también a esa libertad a la que hacíamos mención previamente. El propio arquitecto señaló que gran parte de la obra era de carácter empírico, tanto en proyecto como en obra, con resoluciones que nacían en base a la prueba y el error en obra, pintando y volviendo a pintar con diferentes tonalidades, o adicionando partes que la casa iba pidiendo con el pasar del tiempo.
Esta obra responde también a esa libertad a la que hacíamos mención previamente. El propio arquitecto señaló que gran parte de la obra era de carácter empírico, tanto en proyecto como en obra, con resoluciones que nacían en base a la prueba y el error en obra, pintando y volviendo a pintar con diferentes tonalidades, o adicionando partes que la casa iba pidiendo con el pasar del tiempo.
La tumbona, por otra parte, aunque sigue con la lógica de la exploración del cubo, podría verse como la evolución final de esa explosión del cubo donde la casa pierde casi todas las reminiscencias de normas o pautas que quedaban en la obra anterior.
En la Capotesta, por ejemplo, había aún una lógica en esa destrucción del cubo, con una composición aterrazada que respondía a un uso lúdico y a las vistas que podían obtenerse del mar. En este caso, aunque es evidente que hay una definición a priori del proyecto, la deconstrucción del volumen se define a partir de la más franca arbitrariedad compositiva, que decanta en uno de los más importantes ejemplos de la posmodernidad más sui generis de Argentina.
Ciudad Cultural Konex (2003-2005)
Finalmente, una de las últimas obras de Clorindo Testa, realizada como parte de un Concurso Nacional de Ideas y Anteproyectos organizado por la Fundación Konex en 2003. La propuesta ganadora debió reciclar una serie de galpones de la antigua imprenta Konex en un nuevo conjunto cultural para el barrio del Abasto en la ciudad de Buenos Aires.
Como ya lo había hecho en Recoleta, Testa y sus colegas (Juan Fontana y Oscar Lorenti) plantearon una intervención que condensa una cantidad de los aspectos que definieron su obra en las décadas inmediatamente anteriores. Por un lado, la conexión de todos los volúmenes preexistentes unificados conceptualmente, pero conservando la identidad de cada uno de ellos como una parte independiente. Esto decanta en otro aspecto clave, y ya tradicional, de su obra: la heterotopía instalada en el proyecto como un reflejo de la propia fragmentación de la construcción de las ciudades.
Es justamente esa relación dialógica entre la arquitectura fragmentaria y la unificación conceptual del espacio lo que Testa opta por atar, nuevamente, mediante el recurso de la discursividad del camino que arma el recorrido interno por la Ciudad Cultural.
Formalmente la obra llama la atención por el cambalache de formas y colores que se asoman entre volúmenes preexistentes, yuxtaponiéndose con los espacios internos, pero, sobre todo, por la imponente escalera exterior de color naranja, que por momentos actúa como circulación, por otros como grada para los eventos que se organizan en el patio, e incluso por momentos se convierte en una colosal escultura con total autonomía frente a los límites del entorno fabril.
La obra de Clorindo Testa es realmente fluctuante a través del tiempo, zigzaguea entre diferentes exploraciones sin recelo de qué resolución demanda cada programa y cada contexto, entre experimentales e indeterminadas, que supieron marcar a más de una generación de arquitectas y arquitectos, en Argentina y Latinoamérica.
NOTAS.-
1- Entrevista a Clorindo Testa para el Diario La Nación, 2011.
BIBLIOGRAFÍA.-
Bozzano, Nicolás et al. (2019) 12 artículos críticos sobre Clorindo Testa. Reflexión global a partir de enfoques particulares. Maestría en diseño arquitectónico avanzado. FADU, UBA.
Fernandez, Roberto (1996) La ilusión proyectual: una historia de la arquitectura argentina. 1955-1995. Mar del Plata. Argentina: FADU, UNMDP.
Liernur, Jorge Francisco (2001) Arquitectura en la Argentina del siglo XX: la construcción de la modernidad. Buenos Aires. Argentina: Fondo Nacional de las Artes.
Montaner, Josep Maria (1999) Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. 4ta. Edición. Barcelona. España: Gustavo Gili.
Montaner, Josep Maria (2002) Las formas del siglo XX. Barcelona. España: Gustavo Gili.
Shapira, Valeria (2011) Un tal Clorindo. Charla íntima con una leyenda viva de la cultura argentina. La Nación. Recuperado de https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/un-tal-clorindo-nid1365872/