Descripción del proyecto por Rellam
Individualidad estándar. Diferencia colectiva
El paisaje de objetos desnudos que la crisis ha dejado a su paso no sólo sirve de testigo de los excesos del modelo productivo de nuestro país sino también del tipo de comunidad y proyección de la sociedad que este modelo propone. Convertida en un objeto de consumo, la vivienda ha asumido los principios de la economía globalizada y multiplica hoy su rentabilidad al vender el individualismo a través de una misma forma repetida. Al igual que un teléfono o unas zapatillas, la vivienda es transmitida en masa asociada a una imagen de exclusividad para acabar produciendo la estandarización de la realidad construida.
Las viviendas unifamiliares en serie y los adosados representan perfectamente este modelo: el objeto diferencial que acaba generando un tejido uniforme a pesar de omitir las particularidades de la vida comunitaria. Navegando por las fotografías aéreas de las zonas periféricas de numerosas ciudades y pueblos de nuestra geografía se hace patente el éxito de este producto, hasta el punto de que retículas que representan tejidos tradicionalmente asociados con la densidad aparecen colmadas con un copy-paste de las mismas promociones de construcciones unifamiliares.
Curiosamente, el colapso de este modelo no ha dado lugar a una práctica más diversa y cercana a las enseñanzas de las escuelas de arquitectura sino que la ha aniquilado, obligando a una generación entera de arquitectos a repensar su función, bien a través de nuevas aproximaciones o a través de nuevos idiomas y lugares. Desde esta posición periférica, no obstante, es posible volver la vista atrás por un momento para construir una conversación sobre este paisaje inacabado. Una conversación es lo que planteamos aquí: abierta, múltiple y desde diversos usos horarios.
El proyecto que proponemos se basa en el aprovechamiento colectivo de una de estas promociones inacabadas, cuyo estado final persigue la uniformidad rentable de la individualidad repetida, para convertirla en una verdadera expresión de una comunidad generada desde la diferencia. Aquí, el concepto de comunidad se refiere tanto al tipo de tejido que imaginamos como al proceso de su creación: en lugar de materializar una visión individual, la conversación se nutre de las ideas proyectadas sobre una base compartida por doce interlocutores distintos, dando lugar a una arquitectura diversa nacida de un interés colectivo. En un proceso cercano a la práctica Open-Source, cada interpretación mantiene su identidad dentro de un espacio común de discusión e intercambio.
L’Énova
El caso de estudio que se ha utilizado en esta conversación periférica se encuentra en L’Énova, una pequeña población de apenas 1000 habitantes situada a 55 kilómetros de Valencia. Desde el año 2010, el paisaje de este municipio de la Ribera Alta se encuentra dominado por una promoción inacabada de 75 viviendas unifamiliares idénticas construida sobre lo alto de la colina que flanquea el pueblo. Hoy, únicamente una de las viviendas está ocupada y el resto aparece como una secuencia temporal de las distintas fases de su construcción: desde la cimentación hasta los alicatados interiores.
La reflexión colectiva llevada a cabo se basa en la apropiación de doce de estas unidades inacabadas para generar una realidad paralela, una nueva versión de la vida comunitaria articulada en torno a la expresión de la diferencia. Cada uno de los participantes del proyecto ha actuado sobre una preexistencia con la única restricción de utilizar el mismo formato y los mismos ingredientes gráficos: un archivo de dibujo base y una serie de fotografías de cada unidad a activar mediante un collage digital. A partir de ahí, no ha habido más limitaciones que las de cada mirada: el tejido que imaginamos aparece como un reflejo latente de un modelo urbano nacido de la diferencia colectiva, la diversidad de opiniones y la participación de una generación de arquitectos abandonada.
Modelo posible
Lo que resulta más interesante de esta suma de miradas diferentes es que, una vez archivados y colocados en paralelo, los fragmentos individuales resultantes de la conversación revelan el potencial de este reflejo latente cuando se convierte en proyecto. Las doce fotografías colonizadas no aparecen ya como un testigo melancólico de lo que pudo haber sido, sino más bien como un documento que materializa un modelo posible. Los residuos inacabados de un sistema productivo exhausto pueden ser aprovechados como cimentación de un proyecto alternativo, un proyecto que actúa de manera pragmática sobre lo existente para construir lo imaginario.
Esta realidad alternativa contempla la puesta en contacto de grandes y pequeños propietarios, constructores y arquitectos. En lugar de entenderse como un producto estándar, producida en serie y construida a gran escala, la vivienda aparece como un objeto individual sobre una base común, desarrollada de manera contingente y desigual para acabar produciendo un paisaje diverso e imposible de definir a través de grandes gestos. En el modelo que imaginamos, una realidad que vende la diferencia a través de la repetición es colonizada para producir un espacio colectivo de voces individuales.