A partir de mediados de los años sesenta, arquitectos españoles irrumpieron con una serie de aportaciones singulares que abrieron nuevas sensibilidades y líneas de exploración más allá de los límites que marcaba la tradición.

Estas experiencias, alentadas por las ansias de libertad frente a la parálisis cultural y social impuesta por la dictadura, convergieron con los intereses de las corrientes internacionales experimentales(1) del momento: « interacción con el medio ambiente », « organización espacial más próxima al individuo », « repertorios tecnológicos orientados hacia la ligereza y la transformabilidad »… Se vieron sin embargo excluidas del debate general: el rechazo hacia todo lo producido bajo el régimen político,(2) junto a la ausencia de consciencia por parte de los propios autores sobre el carácter específico de estas manifestaciones, condenaron a la escena experimental española al aislamiento y al olvido. Se añade además, la dificultad de identificación de esta producción en un contexto de libertad controlada, donde el silencio y el disimulo se habían convertido en condición indiscutible de toda experimentación. Los arquitectos españoles comunicaban sus intenciones minimizando toda voluntad de cambio que conllevase su trabajo: “todo el mundo se había acostumbrado a hablar en un lenguaje críptico, a leer entre líneas, a disfrazar lo que pretendían decir con ambigüedades”.(3) Esta falta de discurso crítico en torno a la escena española la desconectó del enfoque global que excedía el simple hecho arquitectónico, y que en aquel momento impulsaban figuras como Archigram o Ant Farm.

El no reconocimiento de las manifestaciones experimentales, es también debido a la falta de visibilidad propia a los dominios en que se produce la innovación en España. El trabajo de estos arquitectos – que habrían sido calificados por Peter Cook como “gradual evolvers”(4)  – es mixto por naturaleza. Las influencias internacionales se interpretan a través de la arquitectura tradicional y de la realidad de la construcción, provocando una extensión del territorio de la experimentación, desde el campo del pensamiento hacia el de la materialización y viceversa. El carácter híbrido, así como aislado y disperso, de estas prácticas ha impedido una visión de conjunto de la escena experimental en España, que hasta la fecha está por construir.

Tras treinta años de aislamiento cultural, empezaban a percibirse ecos de la agitación internacional en la España del final de la dictadura (1965-75). Aunque aparentemente aislados y excéntricos, acontecimientos como el ICSID (International Council of Societies of Industrial Design) organizado en Ibiza en 1971, o los Encuentros de Pamplona en 1972 anunciaban la emergencia de la escena experimental española. El Centro de Cálculo, fundado en 1966, fue seguramente el espacio de creación más significativo del momento. Animado por las nuevas tecnologías, anticipó todo lo que se estaba gestando. Se convirtió en un nódulo fundamental de creación artística donde coincidieron músicos, artistas, arquitectos, afirmándose como una estructura de experimentación colectiva, en un contexto en que el agrupamiento “cobraba un significado particular, casi subversivo”.

Las exploraciones teóricas y científicas en torno al Lenguaje y procesos proyectuales fueron el campo de investigación más importante en el Centro de Cálculo. Apoyándose en el legado de la poesía experimental española, abrió la escritura a otros horizontes de la experimentación en los que participaban la música y las artes plásticas. Sus estrategias operativas se apuntalaron igualmente con las nuevas teorías de la información de Max Bense y gramáticas generativas de Noam Chomsky ”como posibilidad de entendimiento y exploración creativos”.

La incorporación del ordenador a los procesos creativos en música, literatura, pintura, arquitectura, puso en evidencia la necesidad de analizar de forma lógica y sistemática los lenguajes de las diferentes disciplinas, de tratar de descubrir las unidades básicas que intervienen en los procesos creativos de cada una y formular las leyes que « anticipaban la coherencia».(5)

Los procedimientos matemáticos utilizados en el Centro de Cálculo permitían la generación automática de formas primarias y de patrones geométricos que artistas, músicos y arquitectos empleaban como base para su trabajo. José María Yturralde, en Figuras Imposibles (1972-73), utilizó las geometrías multidimensionales obtenidas por el ordenador para transferirlas al espacio pictórico. Estudió estas estructuras como imágenes significantes y emotivas, que alteraban la experiencia perceptiva y visual, y creaban conflictos sensoriales. Entre los arquitectos, Javier Seguí de la Riva definió unidades (células) habitacionales mínimas según el método de Ian Moore y Neville Longbone. Determinó asimismo diferentes organizaciones espaciales (El orden social, El orden biológico, El orden cósmico), de modo que toda configuración arquitectónica derivase de los sistemas de agrupación de dichas células  y de la determinación de leyes para su posterior acción o manipulación.

Estas investigaciones en el Centro de Cálculo vendrán a apoyar la experimentación sobre los Sistemas de organización espacial en relación al hábitat que aparecían en aquel momento frente a un urbanismo funcionalista, totalitario, e inerte. Pretendían, por el contrario, recentrar el pensamiento en torno al individuo, a fin de que éste “pudiera proyectarse directamente en la forma de la ciudad”. (6) Proyectos y realizaciones significativos a mediados de la década de los sesenta exploraban a través del módulo tridimensional y de sus leyes combinatorias –sistemas de crecimiento modular indefinido– la generación de un tejido más orgánico de la ciudad, a la escala de una metrópolis en el espacio, línea de experimentación seguida principalmente por Taller de Arquitectura.

A partir de los años setenta, las tendencias experimentales en España se desvincularon progresivamente de los sistemas de organización espacial para orientarse hacia el control climático a gran escala. El modelo de hábitat como campamento tecnologizado al aire libre, se instaló en el imaginario de una generación que buscaba el encuentro entre tecnología y naturaleza en un mismo plano. Frente a un acercamiento de carácter genuino, que abordaba la Interacción con el medio ambiente indagando en la cultura local y el conocimiento aprendido de la experiencia, aparecían nuevas posturas de influencia internacional, que reclamaban una arquitectura capaz de reaccionar a los estímulos de la energía e información del medio. Jóvenes arquitectos españoles, como José Miguel de Prada Poole o Juan Navarro Baldeweg, iniciaron sus investigaciones sobre un nuevo concepto de “urbanismo de sensaciones”, en el que la arquitectura se confundía con la tecnología y donde la asociación cuerpo y entorno controlado se establecería directamente.
 
Tanto J.M. de Prada Poole como J. Navarro exploraron vertientes complementarias de la arquitectura de la regulación: “construida de componentes móviles, flexibles y controlables que se auto-proyecta en tiempo real según los estados aleatorios del medio y de los deseos de actividad del usuario”,(7) cuyas bases fueron enunciadas en El autómata residencial de J. Navarro Baldeweg, y experimentadas por J. M. de Prada Poole en sus Estructuras de morfologías variable, (8) o Casas Jonás agrupadas, pensadas y construidas como organismos sensoriales, extensiones dúctiles de sus habitantes.
 
El trabajo de estos arquitectos sobre lo que denominaremos insularidades atmosféricas, pretendía delimitar enclaves de aire y estabilizar una diferencia atmosférica entre espacio interior y exterior, haciendo del clima un proyecto. Oasis artificiales protegidos por cúpulas fueron concebidos para mantener o transformar condiciones de vida. La tecnología propuesta para el control del clima tendía hacia la inmaterialidad de la piel, tenue, vulnerable, cambiante, que aparecía desde entonces como única condición de posibilidad para la vida.
 
Estas técnicas de control ambiental permitían colonizar entornos que hasta el momento habían sido considerados inhabitables u hostiles para el hombre como el desierto, o el Ártico. J.M. de Prada Poole imaginó la conquista de ámbitos extraterrestres, no solo como garantes para la sobrevivencia humana, sino también como promesa de una “arcadia feliz” (Eros City, 1968-70); o estrategia de protección de la biosfera terrestre frente a la acción del hombre, transfiriendo la vida humana a una megalópolis en órbita alrededor de la Tierra (Milky way, 1975).
 
Sin embargo, la Invención constructiva e Imaginación material, constituyeron el ámbito de experimentación que tuvo mayor desarrollo en España. A la obra de arquitectos como Miguel Fisac, que exploraba la capacidad expresiva que los procesos constructivos imprimían a la materia, se suma una segunda vía de indagación sobre la desmaterialización a través del desarrollo de estructuras y envolventes ligeras. Emilio Pérez Piñero llevó a cabo una investigación de carácter genuino en torno a estructuras espaciales, desmontables y transportables, mientras que José Miguel de Prada Poole trabajó en el desarrollo de las estructuras neumáticas, y difundió en tiempo real las contribuciones más novedosas que se estaban realizando en el panorama internacional. Sus proyectos no solo suponían un gran alarde técnico, sino una incitación a un nuevo modo de vida y una renovación de la relación con el entorno, fundadas en “lo provisional, la flexibilidad, la trasparencia, la emancipación”.(9) Construido en Ibiza en 1971 con motivo del ICSID, su prototipo de ciudad efímera y nómada, intitulado Instant City abordaba el reto no solo del experimento vital, que se establece en la inmediatez de las relaciones entre el hombre y el medio, sino del gran experimento colectivo vinculado a la autoconstrucción de la misma, principio que introduce el trabajo artesanal y colectivo como activador de nuevas formas de convivencia basadas en la creatividad.

A través de una mirada liberada de distorsiones históricas, la Biennale desea presentar expresiones derivadas de este episodio de la arquitectura española, líneas que lo estructuran, motivaciones e intereses colectivos que lo han originado. Por primera vez, una constelación de arquitectos y artistas españoles es convocada por la dimensión experimental de su trabajo, permitiendo crear vínculos e interpretaciones propias al tejido de un relato común entre aquellos que, hasta el momento, eran considerados como insularidades o excepciones.
 
La invitación a la Biennale de arquitectos de la escena española contemporánea, Amid.cero9, María Mallo, Ana Peñalba, Takk Arquitectos, MAIO, y su confrontación a figuras históricas, abren el debate sobre el legado y las especificidades de la experimentación en España. Hoy en día, cuando reclamamos a la arquitectura un contacto directo con el medio físico y el restablecimiento de un pensamiento materialista y artesanal, es urgente revisitar las líneas de experimentación propias de la cultura española, marcada por la imbricación profunda entre innovación y realidad. Estos procesos de creación, donde se afirma una circularidad entre la experimentación y la experiencia del mundo, parecen –más que nunca– entrar en resonancia con las aspiraciones contemporáneas.
 
La rue Jeanne d’Arc, lugar emblemático de la ciudad de Orleans orientado hacia su catedral, acoge a la arquitectura experimental española con un proyecto de exposición de gran escala. La manifestación en el espacio público supone la ruptura del silencio al que ha estado sometido históricamente este episodio de la arquitectura en España para convertirse en su portavoz. Las banderas que enmarcan la rue Jeanne d’Arc son embajadoras de otros lugares que se superponen a la ciudad, a su memoria, a sus costumbres, provocando intercambios y construyendo un nuevo paisaje emocional.
 
Este encuentro tiene por objetivo desvelar el imaginario desarrollado por los protagonistas de la experimentación en España, así como de provocar acercamientos a otros contextos. De modo que, el linaje de estos arquitectos se inscriba en el marco de una cultura global, no como una excepción encerrada en su particularismo, ni consecuencia inmediata de tendencias externas, sino como una serie de relatos posibles que redescubran, entrelazados, lo local y lo internacional, y tiendan puentes entre el pasado y los nuevos modelos de producción experimental necesarios en el siglo XXI.
por Mónica García
 
NOTAS.-
 
[1] ARCHIGRAM: Folkstone Conference, New Metropole Arts Center, 1966
[2] Claude Parent afirmaba: « No solamente por el aislamiento cultural al que fue sometida España durante la dictadura, sino también porque la arquitectura española producida bajo el franquismo provocaba un rechazo de la parte de la crítica internacional en general, que la asimilaba al régimen gobernante.» PARENT, Claude. Entrevista realizada a Claude Parent, por Mónica García en Neuilly sur Seine, el 17 de abril de 2015.
[3] DÍAZ CUYAS, José: “La rarefacta fragancia del arte experimental en España”. En De la revuelta a la posmodernidad (1962-1982). Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Cultura, 2011, p. 128.
[4] COOK, Peter. Experimental architecture. Londres: Studio Vista, 1970. p.14.
[5] SEARLE HERNÁNDEZ, Guillermo. Del cálculo numérico a la creatividad abierta. El Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (1965-1982). Madrid: UCM, 2012, p. 157-158.
[6] HABRAKEN, N. John. Soportes: una alternativa al alojamiento de masas. Madrid: Ed. Alberto Corazón, 1975.
[7] NAVARRO BALDEWEG, Juan. “El autómata residencial”. Nueva Forma78-79,julio, agosto, 1972. p. 32.
[8] ENAADEA (Estructuras neumáticas alveolares autogenarias de enlaces aleatorios), 1968-69.

Más información

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Comisarios de la Bienal
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Abdelkader Damani y Luca Galofaro
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Texto por
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Monica Garcia, Comisaria Asociada de la Bienal de Arquitectura de Orleans
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Catalogo de la Bienal de Arquitectura de Orleans
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"Walking through someone else's dream"
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Fechas
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2017
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ISBN
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978-2-84066-979-1
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Publicado en: 4 de Febrero de 2018
Cita: "Homenaje a la Escena Experimental en España" METALOCUS. Accedido el
<http://www.metalocus.es/es/noticias/homenaje-a-la-escena-experimental-en-espana> ISSN 1139-6415
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