Al enfrentarse a este terreno largo y estrecho, el objetivo de Israel Alba es liberar el espacio interior, desplazando la carga hacia los muros medianeros. De esta manera, los diferentes pisos pueden ser liberados y tener más de una configuración.
El edificio presenta una fachada sobria de hormigón y vidrio, con una celosía de aluminio que unifica el frente al nivel de la calle.
Los dos últimos pisos forman un apartamento dúplex, y aprovechando el retranqueo impuesto por la normativa de la ciudad para formar una terraza con una pequeña piscina.
Descripción de proyecto por Israel Alba
El edificio está ubicado en el centro de Madrid, ligeramente al sur, en una zona muy bien comunicada mediante transporte público y privado tanto con el resto de la ciudad como con la periferia. A pocos minutos andando se encuentra la estación de Atocha, los parques de El Retiro y de Madrid Río, el Paseo del Arte (museos Reina Sofía, el Prado y el Thyssen-Bornemisza) y los centros culturales Caixa Forum y Matadero. Se trata de un área consolidada en transformación, que empieza a renovar sus antiguos edificios residenciales, industriales y terciarios vinculados al ferrocarril. También las sedes de grandes compañías, como Amazon y Repsol, están apostando por instalarse en esta zona gracias a su estratégica localización y sus buenas comunicaciones. Todo ello confiere un nuevo carácter híbrido y cosmopolita a este fragmento de ciudad, vibrante, lleno de vida y de actividad.
Se trata de un solar entre medianeras, estrecho y alargado, orientado a sur, que estaba ocupado por un edificio construido a principios del siglo XX. Su mal estado aconsejó la demolición. De este modo, se propone una arquitectura que llena un hueco de una manzana urbana, un edificio que sugiere relaciones ambiguas entre la vida pública y privada, que participa de la trama urbana y social, que no se impone, no se deja ver del todo y que se mimetiza con el fondo de la ciudad.
En la planta de acceso, una celosía de aluminio unifica el frente del edificio hacia la calle y delimita de manera velada un zaguán que articula los tres usos principales: portal de las viviendas, garaje y oficina. A través de este lugar intermedio entre lo público y lo privado, entre lo exterior y lo interior, el espacio se multiplica en horizontal descubriendo una nueva relación gradual entre calle y patio, poniendo en valor ambos escenarios de la vida en la ciudad, estableciendo una nueva continuidad entre ambos.
Es en este espacio de planta baja, largo, profundo y variado, donde se manifiestan las cualidades organizativas más singulares de este proyecto. La estructura se desplaza a las medianeras y desaparece en los muros. Entonces, el espacio, su continuidad y las diferentes articulaciones devienen en protagonistas. Esta acción, llevada a todas las plantas del edificio, potencia dos características importantes del proyecto: su carácter de infraestructura doméstica y la singular condición de la envolvente frontal. Esto es así porque la estructura portante no aparece como un material que ocupa y determina el espacio, sino que se limita a su capacidad resistente para permitir diferentes formas de habitar la arquitectura en su interior. Nos encontramos ante un espacio liso, delimitado por losas y muros en las medianeras, completado en los extremos con fachadas más sofisticadas. Se logra, de esta manera, un edificio profundo y compacto, bien iluminado y bien ventilado, que reduce al mínimo el intercambio energético entre el interior y el medio ambiente.
Cada planta está ocupada por una única vivienda, lo que permite materializar la idea de vivir en una casa elevada ubicada en el centro de la ciudad. La versatilidad que proporciona el espacio libre de estructura permite habitar el interior de diferentes maneras, adaptándose a las necesidades de cada unidad familiar. El edificio se remata con una vivienda en dos plantas cuya organización espacial invierte la disposición habitual y aprovecha el retranqueo obligado por la normativa como terraza, desde la que se contemplan magníficas vistas de la ciudad.
La fachada a la calle funciona como un diafragma que disuelve interior y exterior, definido por grandes carpinterías correderas que ocupan todo el frente. La delimitación de esta relación es compleja y su configuración variada. Desde el límite exterior en la calle al interior del cerramiento se despliegan capas de materiales complementarios para controlar luz, ventilación, intimidad y paisaje. Estas capas, hechas de persianas orientables, barandillas, ventanas y cortinas evolucionan la idea de cerramiento a la de envolvente como gradiente energético que se caracteriza por su versatilidad. Así, este límite atrae la actividad doméstica que habitualmente se retrae hacia el interior, mostrando todo su potencial como espacios intensamente ocupados.
La influencia del entorno existente se materializa en este edificio prestando especial atención a las medianeras, orientación y comportamiento de la calle, haciendo que la respuesta emerja como la intensificación de la condición urbana y no como la inserción de un volumen en un vacío.