La Casa Milà, más conocida como La Pedrera, tiene su génesis en 1905, año en que Pere Milà y Roser Segimon contraen matrimonio, momento en el que adquieren un terreno de 1.835 metros cuadrados en un chaflán formado por la calle Provenza con el céntrico paseo de Gràcia, el principal escenario de la nueva burguesía barcelonesa. El entorno estaba caracterizado por las realizaciones de la "mansana de la discordia", entre ellas la Casa Batlló de Antoni Gaudí, quien recibe el encargo para la construcción de la nueva residencia en el lado opuesto de la calle, un edificio destinado a ser la residencia de la familia en el piso principal, alquilando el resto de las viviendas (algo habitual en la época).
Durante la construcción de la Casa Milá (1906-1910-1912) el interés latente por las construcciones de la zona se vio incrementado por la complejidad e innovación estructural que Gaudí estaba implementando en el proyecto; como la eliminación de los muros de carga por pilares estructurales que permitían una mayor luminosidad en las estancias.
Durante la construcción de la Casa Milá (1906-1910-1912) el interés latente por las construcciones de la zona se vio incrementado por la complejidad e innovación estructural que Gaudí estaba implementando en el proyecto; como la eliminación de los muros de carga por pilares estructurales que permitían una mayor luminosidad en las estancias.
«Sin que la naturaleza de los materiales ni sus condiciones de resistencia sean obstáculo que límite su libertad de acción». (1)
La construcción de la fachada siguió un proceso muy artesanal. Los bloques de piedra traidos de las canteras de El Garraf y de Vilafranca del Penedès, se despositaban según llegaban en una parcela delante de la obra. Cada sillar se tallaba según una maqueta a escala, para después colocarse en la fachada, el acabado final se realizaba una vez instalada hasta que Gaudí daba el visto bueno. En paralelo, los numerosos elementos de forja, en especial las innovadoras vigas, se prepararon en los talleres del Puerto de Barcelona, siguiendo técnicas propias de la ingeniera naval.
La Pedrera por Antoni Gaudí. Fotografía por Glob@l Comunicació; Helena Encinas y Pepe Encinas
Durante su construcción, se sucedieron una serie de problema financieros y desajustes con la normativa urbana del Ayuntamiento. El proyecto sobrepasaba el volumen máximo construido y las alineaciones. La parte del desván y la azotea sobrepasaban las alturas y volúmenes máximos permitidos y uno de los pilares de la fachada ocupaba una parte de la acera del paseo de Gràcia, lo que provocó la paralización de las obras en 1907.
Finalmente, la Comisión del Eixample certificó, sorprendentemente para una obra civil, que el edificio tenía carácter monumental y no debía ajustarse estrictamente a las ordenanzas municipales, aunque los Milà tuvieron que pagar una multa de 100.000 pesetas para legalizarlo.
No fue el único incidente pues el matrimonio Milá discutió con Gaudí por sus honorarios hasta llegar a los tribunales. Gaudí ganó la demanda y Roser Segimon tuvo que hipotecar la Casa Milà para pagar las 105.000 ptas al arquitecto, que según se cuenta fueron donadas a un convento de monjas. Sería la última obra civil de Gaudí antes de dedicarse por completo a la Sagrada Familia.
Trabajadores en la cubierta instalando las barandillas. Archivo fotográfico de Barcelona.
La arquitectura de La Pedrera
La Casa Milá cuenta con numerosas innovaciones constructivas y funcionales que supoenen una gran innovación con respecto a los sistemas y estilos arquitectónicos del momento. Entre sus aportaciones merecen ser destacados los muros cortina utilizados en la fachada.
La fachada de La Pedrera no es estructural, pierde la función tradicional de transmitir carga y se convierte en un muro cortina, donde la estructura portante se realiza con de pilares. Los bloques de piedra se unen a la estructura por con una subestructura metálica, permitiendo la abertura de grandes ventanales.
En esta fachada principal aparecen los 32 balcones de forja elaborados con restos de chatarra de desguace, combinando planchas, barras, cadenas, en una acumulación insólita pero realmente eficaz, generando elementos ornamentales a base de reciclaje y reutilización.
En esta fachada principal aparecen los 32 balcones de forja elaborados con restos de chatarra de desguace, combinando planchas, barras, cadenas, en una acumulación insólita pero realmente eficaz, generando elementos ornamentales a base de reciclaje y reutilización.
Las puertas de acceso las diseña con intención de vincular el interior con el exterior, generando un conjunto de formas irregulares que crean una trama de vidrios, pequeños y protegidos en la parte baja (donde hay más riesgo de rotura) y más grandes y luminosos en la parte alta.
El sótano fue parte de la innovación incorporada al proyecto por la reflexión de las necesidades de la vida moderna, construyendo en la Casa Milá un garaje para carruajes y automóviles, siendo pionero en proyectarlo en un edificio residencial.
Los patios interiores también fueron innovadores con respecto a las edificaciones que se construían en la época. Estos patios de grandes dimensiones permitían ventilar y facilitar la iluminación de las habitaciones interiores.
El sistema estructural de pilares de piedra, ladrillo o hierro, permite distribuir libremente los espacios interiores de la vivienda sin necesidad de utilizar muros de carga. La distribución interior destaca por su geometría irregular y la optimización de la fachada principal, dividiendo cada planta en cuatro pisos, de manera que todos ellos tengan vistas a fachada.
Otro elemento característico es el desván, ubicado en la planta superior. Para no aumentar el peso del edificio, recurrió a 270 arcos catenarios de ladrillo sobre los cuales descansa la terraza. Posteriormente fueron rehabilitados por el arquitecto Barba Corsini para aprovechar espacio.
Los arcos catenarios son ligeros y fáciles de construir, permiten una perfecta distribución de las cargas, no tienen puntos de tensión y hacen trabajar los ladrillos a compresión, sin necesidad de contrafuertes.
Los arcos catenarios son ligeros y fáciles de construir, permiten una perfecta distribución de las cargas, no tienen puntos de tensión y hacen trabajar los ladrillos a compresión, sin necesidad de contrafuertes.
La cubierta de La Pedrera, que actúa además como cerramiento del edificio, encontramos orden, calidad estética y una gran funcionalidad de los elementos construidos: cajas de escalera, torres de ventilación y chimeneas, generando todo un mundo de figuras oníricas.
Apartamentos en las buhardillas de la "Casa Milá". Joaquim Ruiz Millet. (2002). "Barba Corsini: Arquitectura 1953-1994". Barcelona: Galeria H2O.
Apartamentos Barba Corsini (1955-1996)
El arquitecto Barba Corsini realizó un proyecto para rentabilizar el espacio de las buhardillas de la "Casa Milá", destinado desde su construcción a trasteros y lavaderos, dividiendo el espacio en 13 apartamentos con tabiques ondulantes, siguiendo la solución constructiva de Gaudí de arcos parabólicos.
Los apartamentos resolvían la falta de espacio con la creación de duplex con altillo, experimentando con la combinación de materiales en el desarrollo en planta de las particiones. Gracias al proyecto se desarrolló una interesante colección de mobiliario diseñado por el propio arquitecto, siendo especialmente representativo el diseño de la escalera metálica con chapa perforada.
Historia reciente
Después de muchos años de abandono, la Casa Milá «La Pedrera» fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1984, fue restaurada y abierta al público como centro cultural en 1996.
Actualmente, desde enero de 2013, el edificio es la sede de la Fundación Catalunya La Pedrera y aloja un importante centro cultural de referencia en la ciudad de Barcelona por el conjunto de actividades que organiza y por los diferentes espacios museísticos y de uso público que aloja.
NOTAS.-
Apartamentos en las buhardillas de la "Casa Milá". Joaquim Ruiz Millet. (2002). "Barba Corsini: Arquitectura 1953-1994". Barcelona: Galeria H2O.
Apartamentos Barba Corsini (1955-1996)
El arquitecto Barba Corsini realizó un proyecto para rentabilizar el espacio de las buhardillas de la "Casa Milá", destinado desde su construcción a trasteros y lavaderos, dividiendo el espacio en 13 apartamentos con tabiques ondulantes, siguiendo la solución constructiva de Gaudí de arcos parabólicos.
Los apartamentos resolvían la falta de espacio con la creación de duplex con altillo, experimentando con la combinación de materiales en el desarrollo en planta de las particiones. Gracias al proyecto se desarrolló una interesante colección de mobiliario diseñado por el propio arquitecto, siendo especialmente representativo el diseño de la escalera metálica con chapa perforada.
Historia reciente
Después de muchos años de abandono, la Casa Milá «La Pedrera» fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1984, fue restaurada y abierta al público como centro cultural en 1996.
Actualmente, desde enero de 2013, el edificio es la sede de la Fundación Catalunya La Pedrera y aloja un importante centro cultural de referencia en la ciudad de Barcelona por el conjunto de actividades que organiza y por los diferentes espacios museísticos y de uso público que aloja.
NOTAS.-
(1). Gabriel Borrell.«Las obras del arquitecto Don Antonio Gaudí». Número 9 de la revista mensual "La Edificación Moderna". Barcelona: Centro de Contratistas Generales de Obras y Maestros Albañiles de Barcelona, marzo de 1908, p. 26.