El proyecto de ampliación es más un ejercicio de reflexión sobre lo existente que una intervención; el espacio de comedor-sala de estar que antes se usaba sólo en los meses de verano se adapta para poder seguir el ritmo de la familia Blasco-Nicolau durante todo el año, y la cocina antes aislada casi totalmente del exterior (a excepción de una pequeña ventana) se abre para reforzar el vínculo de la arquitectura medieval del pueblo con la interior.
Todo esto gracias a un sistema de aberturas practicables que redibuja la fachada.
Descripción del proyecto por MESURA Studio
Una pareja, una casa tradicional en el Empordà y un deseo.
Las casas deben evolucionar al mismo ritmo de quienes las habitan.
Ana María y Manuel habían decidido pasar el mayor tiempo posible del año en su casa de veraneo en Sant Mori, un pueblo rural ubicado entre Figueres y Girona. Situado entre bosques y prados, este particular enclave permite que todas las viviendas disfruten del típico paisaje ampurdanés.
El encargo trataba de recuperar y poner en valor unas vistas que se habían perdido a través de una pequeña ampliación y una antigua zona de piscina en desuso, aprovechando la sección escalonada que sigue la pendiente del terreno. Una oportunidad que nos permitía revitalizar la zona más noble de la parcela y dotarla de una habitabilidad distinta, desdibujando los límites entre interior y el exterior garantizando unos nuevos estándares de confort para esta nueva etapa.
La casa había sido diseñada para el disfrute de una familia en los meses de verano y vacaciones. La finca, hasta el momento, era demasiado grande e ineficaz para vivir en ella todo el año.
MESURA propuso adaptar el piso de la planta calle con acceso al jardín y recuperar la cocina olvidada (ya que contaba con otra de mayores dimensiones integrada en la planta noble) para que, de este modo, se convirtiese en el nuevo corazón de la vivienda.
NUEVO ESPACIO · MISMA IDENTIDAD
Can Blasco-Nicolau, situada en el casco histórico del pueblo medieval de Sant Mori, contaba con un amplio espacio cocina/comedor/sala de estar en su planta inferior para uso de toda la familia durante los períodos vacacionales. No obstante, en los fríos meses de invierno, se hacía necesario un uso más eficiente de los espacios, y la presencia de una antigua cocina en la planta de acceso era una oportunidad para darle una nueva vida a la vivienda.
El proyecto planteaba una rehabilitación completa de la cocina, con una apertura total a la terraza adyacente y el añadido de un pequeño espacio cubierto con aberturas practicables que permitiesen su uso como comedor de uso diario y pequeña sala de estar.
No sólo se han mantenido las cualidades espaciales existentes de la vivienda que la dotan de una enorme personalidad, sino que se han potenciado. De esta manera, la nueva reforma no compite, sino que refuerza su identidad originaria.
Cuando visitamos el emplazamiento por primera vez, descubrimos que la cocina estaba cerrada al exterior (salvo por una pequeña ventana) y cubierta por una magnífica estructura de bóveda catalana que descansaba sobre muros. Así pues, parecía inmediata la necesidad de abrir la cocina con una nueva ampliación que aprovechara la bóveda y enlazara las dos estancias con la propia naturaleza de la estructura de la casa.
Años atrás, en 1999, ya se había construido un pequeño porche de estructura unidireccional, adyacente a la fachada, y había sido uno de los espacios más utilizados por el cliente; ahí se cobijaba la familia de las calurosas tardes de verano. Este detalle fue una muestra del camino a seguir para re-habitar la casa: había que potenciar ese pequeño módulo para crear un nuevo núcleo de comedor/sala de estar interconectado con el porche y prolongarlo de forma homogénea con el jardín.
Tanto a nivel estructural y de costes, como, sobre todo, de impacto visual (finca protegida según el POUM de 2009, redactado por el arquitecto Amador Ferrer), esta pequeña intervención era una excelente solución, pues no incurría en una volumetría añadida, sino que más bien redibujaba y completaba la propia fachada, antaño muy fracturada e irregular.
Reseguir la línea de fachada existente permitía aprovechar una antigua pilastra (a pesar de no tener la altura suficiente 1,40m) y ahorrarse todo el esfuerzo de cimentaciones teniendo en cuenta la complicación de una planta sótano existente. De esta manera, el proyecto era capaz de generar una cubierta sin la necesidad de colocar ningún pilar a través de una estructura unidireccional (formada por una HEB-200) apoyado sobre la pilastra existente, recreciendo con un dado de hormigón hasta llegar a la altura mínima necesaria.
La unidireccionalidad nos permitió tener una total flexibilidad en el forjado de cubierta, generando dos cotas muy diferenciadas: la primera a 2,20m para comprimir el espacio de acceso y encontrar una escala más humana para el comedor; la segunda buscaba la máxima amplitud espacial (3,5m) para generar un lucernario y un contacto con el exterior.
Por lo tanto, la propia respuesta estructural generó y resolvió la formalización del proyecto, seguida, como consecuencia de ello, por su resultado estético.
El proyecto Blasco-Nicolau es un esfuerzo por reducir a lo mínimo lo estrictamente funcional y estructural para lograr la máxima calidad espacial. El uso de interiores de generosas dimensiones abiertos al paisaje en su totalidad ha permitido potenciar la relación con el exterior y experimentar, así, una relación diferente con la naturaleza de Sant Mori.