Gonzalez-Torres nació en 1957, en Cuba, conoció España de pequeño, en 1971, cuando él y su hermana pasaron por Madrid, viniendo de Cuba y antes de establecerse en Puerto Rico con un tío suyo. Si bien inició su formación artística en Puerto Rico, para continuar sus estudios se trasladó a Nueva York, donde consolidó su carrera como artista individual y también como miembro del colectivo Group Material.
Desde la óptica de una identidad en transformación, la obra de Gonzalez-Torres gira entorno a una política de la identidad compleja que se resiste a las etiquetas simplistas en qué esta se suele englobar, y que permite entrar en su obra en los contextos diversos de España, de América Latina y del Caribe. Siempre en tránsito entre contextos e identidades, en su obra Gonzalez-Torres traca minuciosamente las complejas codificaciones de una identidad mutable.
Cuestionó y subvirtió reiteradamente las clasificaciones que, según creía, marginaban, así como el estereotipo del artista «hispano»; esto le llevó a suprimir los acentos que llevaba su nombre, un gesto con el que subrayaba y alteraba las etiquetas identitarias simplistas o discriminatorias. Gonzalez-Torres aspiraba en cambio a la igualdad, sin dejar de ser consciente de que el acto de mirar ya reviste una identidad. En este sentido consideraba la estética como algo intrínsicamente político.
Desde la óptica de una identidad en transformación, la obra de Gonzalez-Torres gira entorno a una política de la identidad compleja que se resiste a las etiquetas simplistas en qué esta se suele englobar, y que permite entrar en su obra en los contextos diversos de España, de América Latina y del Caribe. Siempre en tránsito entre contextos e identidades, en su obra Gonzalez-Torres traca minuciosamente las complejas codificaciones de una identidad mutable.
Cuestionó y subvirtió reiteradamente las clasificaciones que, según creía, marginaban, así como el estereotipo del artista «hispano»; esto le llevó a suprimir los acentos que llevaba su nombre, un gesto con el que subrayaba y alteraba las etiquetas identitarias simplistas o discriminatorias. Gonzalez-Torres aspiraba en cambio a la igualdad, sin dejar de ser consciente de que el acto de mirar ya reviste una identidad. En este sentido consideraba la estética como algo intrínsicamente político.
