Zarka
Raphaël Zarka, nace en Montpelier en 1977, y residente en París, Zarka pertenece a una generación de jóvenes artistas para quienes las formas existentes encontradas constituyen la materia prima de su trabajo.
Si bien el punto de partida de su obra es fundamentalmente escultórico, destaca su interés por el arte en el espacio público y el reto que este supone para los artistas. Ya desde muy joven sobresale su fascinación por la práctica y cultura del skate, interés que ha desarrollado como autor de varios ensayos acerca de su historia o escribiendo paralelamente sobre la topografía y las estrategias del skateboarding, y de cómo la experiencia de patinar en diferentes esculturas urbanas y áreas públicas redefine esos lugares. Para ello el artista plantea la práctica del skate como una especie de reescritura de espacios destinados a un uso particular, para posteriormente trasladarlos al quehacer artístico. Reincide, de este modo, en la misma práctica que anteriormente marcó su interés por las construcciones escultóricas abandonadas para dotarlas de nuevos usos.
Al utilizar el concepto de «esculturas documentales» en relación con su obra. Zarka enfatiza su deseo de trabajar de manera voluntaria con formas preexistentes, formas que se descubren más que inventan. Al igual que un arqueólogo desenterrando un objeto, el artista se interesa no sólo por lo que es, sino por dónde y cómo se ha encontrado y por la historia que ha marcado. Planteamiento teórico que desarrolla indistintamente a través de la fotografía, el vídeo, la escultura y el dibujo.
Por todo ello, si las reflexiones de Zarka sobre el skateboarding apuntan hacia la ecología de la creación artística de relevancia crítica y contemporánea, su interés por la reutilización define la realización de sus esculturas «patinables», diseñadas a partir de objetos científicos creados por el matemático y cristalógrafo alemán Arthur Schönflies (1853-1928), pequeños elementos geométricos diseñados para el espacio pavimentado que encajan sin dejar espacios vacíos. Zarka diseñó estos módulos ampliándolos a la escala del mobiliario urbano consiguiendo, de esta manera, que los skaters patinaran sobre ellas. Estas formas realizadas en acero corten son esculturas por derecho propio, cuyos ángulos y planos son adecuados para el uso de los patinadores. De esta manera, los skaters deben adaptarse a las esculturas de Zarka de la misma forma que lo hacen a los objetos que quieren patinar en el espacio público, ya que la escala de los módulos está basada en la de los bancos que utilizan los skaters.
Si bien el punto de partida de su obra es fundamentalmente escultórico, destaca su interés por el arte en el espacio público y el reto que este supone para los artistas. Ya desde muy joven sobresale su fascinación por la práctica y cultura del skate, interés que ha desarrollado como autor de varios ensayos acerca de su historia o escribiendo paralelamente sobre la topografía y las estrategias del skateboarding, y de cómo la experiencia de patinar en diferentes esculturas urbanas y áreas públicas redefine esos lugares. Para ello el artista plantea la práctica del skate como una especie de reescritura de espacios destinados a un uso particular, para posteriormente trasladarlos al quehacer artístico. Reincide, de este modo, en la misma práctica que anteriormente marcó su interés por las construcciones escultóricas abandonadas para dotarlas de nuevos usos.
Al utilizar el concepto de «esculturas documentales» en relación con su obra. Zarka enfatiza su deseo de trabajar de manera voluntaria con formas preexistentes, formas que se descubren más que inventan. Al igual que un arqueólogo desenterrando un objeto, el artista se interesa no sólo por lo que es, sino por dónde y cómo se ha encontrado y por la historia que ha marcado. Planteamiento teórico que desarrolla indistintamente a través de la fotografía, el vídeo, la escultura y el dibujo.
Por todo ello, si las reflexiones de Zarka sobre el skateboarding apuntan hacia la ecología de la creación artística de relevancia crítica y contemporánea, su interés por la reutilización define la realización de sus esculturas «patinables», diseñadas a partir de objetos científicos creados por el matemático y cristalógrafo alemán Arthur Schönflies (1853-1928), pequeños elementos geométricos diseñados para el espacio pavimentado que encajan sin dejar espacios vacíos. Zarka diseñó estos módulos ampliándolos a la escala del mobiliario urbano consiguiendo, de esta manera, que los skaters patinaran sobre ellas. Estas formas realizadas en acero corten son esculturas por derecho propio, cuyos ángulos y planos son adecuados para el uso de los patinadores. De esta manera, los skaters deben adaptarse a las esculturas de Zarka de la misma forma que lo hacen a los objetos que quieren patinar en el espacio público, ya que la escala de los módulos está basada en la de los bancos que utilizan los skaters.
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NombreRaphaël Zarka