Reina & Asociados crea un pabellón que permite la articulación entre distintos ámbitos espaciales. El resultado es un pequeño volumen prismático con una materialidad sencilla, cuya escala le permite, por un lado, una fácil relación con las edificaciones existentes, y por otro, recuperar la función del muro original para delimitaba el Claustro. El volumen del pabellón, que se levanta en el espacio central del actual vacío, es perforado por diferentes aperturas en sus extremos, que facilitan el acceso y la conexión del interior con su entorno.
La restauración en los edificios cercanos supone la conservación y la consolidación de los revestimientos originales, realizados con morteros de cal en tonos neutros tratando de mantener el equilibrio perceptivo del conjunto edificado. Además se propone una nueva relación material entre las sala nuevas, más flexible y versátil, y la antigua abovedada, de indudable valor histórico pero con condiciones espaciales más restrictivas, implementando una nueva iluminación con sistemas artificiales y huecos menores dispuestos estratégicamente.
Adecuación del Claustro de Legos del Monasterio de Santa María de las Cuevas por Reina & Asociados. Fotografía por Fernando Alda.
Descripción del proyecto por Reina & Asociados
El Claustro de Legos se ubica en el sector sur del Monasterio de Santa María de las Cuevas, concretamente en la denominada Área Fabril, sede actual del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. En la década de los 90, con el impulso de la Exposición Universal de 1992, el Monasterio fue objeto de un ambicioso programa de actuaciones dirigido a su recuperación, interviniendo en la ordenación de este sector del conjunto el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra. No obstante, la rehabilitación del ámbito específico del antiguo claustro no llegó a acometerse en su totalidad, quedando desde entonces como un vacío desarticulado de límites imprecisos donde convivían restos arqueológicos y otras prexistencias monacales e industriales.
El encargo tenía como objetivo la ordenación de este sector y la construcción de una sala expositiva versátil, de dimensiones y características técnicas predeterminadas, destinada principalmente a la presentación de obras de distintos formatos restauradas en las instalaciones del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Así mismo, se incorpora al proyecto el acondicionamiento de una sala histórica abovedada que cierra el conjunto en su banda norte y que prestaría una función expositiva complementaria de carácter permanente.
La propuesta se basa en la construcción de un plano unitario de suelo que adquiere formas diversas para contextualizar y enlazar las distintas edificaciones, extendiéndose hacia el patio del claustro para proteger los restos arqueológicos que aún se conservan. Esta nueva plataforma que se destinará a la celebración actividades culturales- recorta sus límites a una distancia medida de las antiguas celdas de legos y la arquería occidental liberando una franja donde se muestran los restos de pavimentos originales y otras estructuras arqueológicas.
El nuevo pabellón se presenta como un elemento de articulación entre los distintos ámbitos que el plano de suelo dibuja. Se proyecta un volumen prismático de sencilla geometría que se relaciona en escala y materialidad con los edificios existentes, ocupando en planta una posición central en recuerdo del muro que en origen delimitaba el frente oriental del Claustro de Legos. Hacia el claustro, su sección se escalona para esbozar un paso a cubierto, como reflejo de la arquería o deambulatorio que aún se conserva en el frente occidental. Un gesto que dirige la atención hacia sus extremos menores, norte y sur donde, en un segundo plano, se ubican los accesos y los huecos que registran el espacio interior. El acceso de grandes piezas al pabellón se resuelve mediante una puerta acristalada en su frente norte que introduce el perfil del Monasterio y la secuencia de grandes chimeneas de botella de la Fábrica Pickman. En el interior, la sala recibe una iluminación natural permanente y regulable, tanto cenitalmente como a través de otros huecos menores dispuestos estratégicamente para permitir el intercambio de miradas con las celdas de legos y otras preexistencias fabriles.
La nueva edificación se aproxima -sin tocarlo- al cuerpo norte que cierra el claustro, conduciendo al visitante hacia la sala abovedada, espacio singular del monasterio que se encontraba en un precario estado de conservación y que ahora queda incorporada a la intervención. La restauración realizada conserva y consolida con criterio arqueológico los revestimientos originales en convivencia con morteros de cal en tonos neutros, tratando de mantener un equilibrio en la percepción unitaria del espacio. El tratamiento en piedra natural del pavimento -bajo el que discurren las instalaciones- muestra puntualmente el hallazgo en el subsuelo de antiguas cámaras y atanores de ventilación. Se propone una relación complementaria entre ambas salas: la abovedada, de indudable valor histórico, aunque de condiciones espaciales y materiales más restrictivas, y la nueva, más capaz, flexible y versátil tanto para exposiciones como para otro tipo de eventos.